EL-SUR

Sábado 04 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Lucía Lijtmaer y el canon de mujeres

Adán Ramírez Serret

Octubre 21, 2022

 

Una de las grandes preguntas para un pequeño grupo de personas, es ¿qué leer? La elección es el ejercicio del albedrío más complejo. Porque es cierto que somos libres, pero ¿por dónde comenzar? ¿Cuáles son los libros que debemos leer antes de morir?
Hay miles de antologías, consejos, cursos y enciclopedias que buscan responder a esta pregunta. Todos, por cierto, me parecen legítimos. Siempre he pensado que hay que leerlo todo y luego ya veremos qué pasa.
Curiosamente –de manera triste y comprensible– estas selecciones, antologías, cursos, consejos, cánones, etc. son de hombres, y en su mayoría blancos. Esto se ha intentado cambiar en los últimos años, al grado de ser una política pública incluir a personas no blancas y de preferencia, que sean mujeres.
A muchas personas, no sin razón, les parece un criterio estético pobre y tendencioso. Sin embargo, los resultados de esta política han sido fascinantes. Porque ampliar el canon no significa tan solo que haya más nombres; hacerlo es redescubrir la literatura, transformarla.
Es el caso de la escritora Lucía Lijtmaer (Buenos Aires, 1977) quien escribe Cauterio, una novela original e intrépida porque sucede en dos tiempos. Uno, hace 400 años en Londres en donde aparece Deborah Moody quien pasó a la historia como “la mujer más peligrosa del mundo”.
Hace un ejercicio complicado, porque no se trata ni remotamente de una novela histórica. Sino que está contada de una manera deliberadamente anacrónica en la cual Deborah piensa y explica su vida como si fuera una mujer joven del siglo XXI. Habla de su esposo como un hombre de más de cien kilos, al que quiere, pero por quien no siente la mínima atracción y de sus problemas políticos y reflexiona sobre la Biblia en donde las mujeres nunca son acción, siempre son un pretexto tan sólo para explicar algo.
El humor negro aparece en la analogía entre esta mujer de hace 400 años y la otra historia que cuenta los primeros días de una ruptura amorosa en la Barcelona y en el Madrid del siglo XXI.
Los puntos de vista de ambas mujeres primero sorprenden por su desparpajo, pero lo trascienden. Van más allá de eso pues en cuanto se avanza en la novela, es fascinante que su forma de pensar, de ser, es inclasificable. No son provocadoras, no se revictimizan, no son anarquistas, ni punks, ni militantes. Simplemente brillantes, con la inteligencia de tener una navaja en la lengua.
Dice Deborah –la mujer de hace 400 años–: “Sentí algo que me obligaba a hablar como una lengua ardiente que me quemaba y no la soltaba, como un torrente de lágrimas. Era tu voz, supongo, Padre mío, querido Dios”.
Dice la mujer contemporánea, “una luz que da paso a una voz. A un sentimiento nuevo, algo que me empuja hacia adelante, que me genera unas tremendas ganas de soltarles una patada en la nuca a cada uno y llenarlo todo de sangre”.
Durante mucho tiempo se silenció a las mujeres, se las castigó para que no escribieran. En años recientes lo escrito por mujeres se decía que solo era para mujeres.
Hay toda una generación latinoamericana que escribe sobre violencia, sobre pederastas, sobre pornografía. Se ha descubierto no solo que la literatura está más allá de cualquier género; y que lo escrito por mujeres, redimensiona, potencia y destruye lo que entendíamos como literatura.
Lucía Lijtaer hace esto con Cauterio, pone nuevas reglas, nuevas formas de leer una literatura escrita por mujeres. Estamos ante un nuevo canon, una nueva forma de mirar el mundo.

Lucía Lijtmaer, Cauterio, Barcelona, Anagrama, 2022. 222 páginas.