EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Luis Felipe Fabre, San Juan de la Cruz y algunas reliquias mórbidas

Adán Ramírez Serret

Noviembre 22, 2019

Luis Felipe Fabre (Ciudad de México, 1974) es una especie de enfant terrible* de la poesía, del ensayo y ahora, con su primera novela, de la narrativa mexicana. Escribiendo ensayos que se plantean como agujeros negros y poemas como de terror y misterio, que para el lector parecen todo, menos poemas. Me parece increíble cuando un autor logra tal ruptura con el género que consigue textos irreconocibles.
Lo que sucede es que Luis Felipe Fabre escribe desde una absoluta modernidad en donde su búsqueda más importante, es descubrirr las grietas, la oscuridad que se encuentra dentro de la historia de la literatura, del lenguaje y del propio México.
Su más reciente libro, Declaración de las canciones oscuras, es precisamente eso: un replanteamiento de la obra de San Juan de la Cruz dentro de una ficción ambientada hace más de 400 años en la cual, luego de la muerte del poeta divino, fanáticos y frailes se peleaban sus restos y, de manera literal, se arrancaban de las manos miembros, con pus y sangre, de uno de los más grandes poetas de la lengua. Sobre todo de uno de los más neumáticos, de los más místicos y menos carnales.
La novela es sumamente divertida pues se trata de una recreación, una farsa no solamente de la vida del convento, sino también del lenguaje de la época, en especial de un puñado de frailes que se ven en la embarazosa e incómoda misión de cuidar y transportar las reliquias del poeta. Es una especie de tragicomedia en donde mientras se encuentran en estas aventuras, comienzan a discutir la obra del recién muerto.
Algunos lo hacen de una forma apologética, vacía; pero otros, los más divertidos, viendo en los versos de San Juan de la Cruz, en su ritmo y en su cadencia climática, una analogía con el acto sexual; una semejanza con la forma en la que gimen las mujeres cuando están con un hombre; y, más aún, un fraile se atreve a decir, que quizá el poeta conoció estos gemidos cadenciosos no con una mujer sino en un acto de sodomía.
Fabre logra una perfecta ambientación en la cual en unas cuantas páginas, el lector cae sumergido en la vida del convento a través del lenguaje, de las penumbras que logra con las palabras antiguas o religiosas. Es una plena novela picaresca como El lazarillo de Tormes o El Buscón de Quevedo.
Me gusta que uno de los personajes más importantes es la propia obra de San Juan de la Cruz. Se trata de la superficie sobre la que se sustenta la ficción, pues su realidad, su atmósfera, es la poesía mística de San Juan.
Continuando la metáfora, Fabre es consciente de sostenerse en San Juan, de tener las suelas sobre los hombros, observa su lenguaje y transforma los versos místicos en cacofonías, en pus y en sangre.
Me gusta pues por medio de la parodia se logran los más grandes homenajes, y las más grandes innovaciones; aquí, por ejemplo, sacar humor de una de las obras más místicas de la literatura española, en donde puede haber muchas cosas, pero nunca humor.
(Luis Felipe Fabre, Declaración de las canciones oscuras, Ciudad de México, Sexto Piso, 2019. 151 páginas).

* Enfant terrible (niño terrible) es una expresión francesa para referirse a niños que hacen preguntas embarazosas a los adultos, especialmente a sus padres. Aunque su uso más extendido se encuentra referido a una persona cuyas opiniones son innovadoras o de vanguardia en el arte.