EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Luis Jorge Boone, entre corridos, poesía y narcos

Adán Ramírez Serret

Septiembre 20, 2019

Luis Jorge Boone (Monclova, 1977) es uno de los autores jóvenes más prolíficos de la literatura mexicana. Seguro de su vocación y del ejercicio de la literatura como un acto profesional, que implica trabajo y más trabajo frente a la página en blanco, ha incursionado, con buena fortuna, como pocos, en diferentes géneros literarios. Ha escrito poesía, la cual le ha valido merecidos premios, original y precisa; ensayos eruditos de un lector omnívoro (en lo personal me resultan fantásticos porque me dieron una idea certera y generosa sobre un texto que yo consideraba perdido) y, en la narrativa, ha escrito cuentos con una fantástica técnica y novelas muy importantes como Las afueras y, ahora, Toda la soledad del centro de la Tierra.
Se trata de una novela que se concentra en la profunda violencia que devora el país desde hace ya, por desgracia, muchos años. Sin embargo, no es sólo sangre y cadáveres sino la impresión que éstos han dejado dentro de los seres humanos, dentro de los mexicanos o en específico, sobre las personas en las que están inspirados estos personajes como La Gúela, El Chaparro o Don Seras.
Se han escrito muchos libros, muchas novelas sobre este tema terrible, pasan los años y me da la impresión que no nos deja pensar en nada más. Parece que es una llamarada de fuego ardiente que dilata nuestras pupilas, pero, afortunadamente (esta novela es una prueba de ello), aún no acaba con nuestra imaginación.
Los periódicos y la prensa en general dan cuenta de la barbarie de violencia que nos sorprende y deja sin aliento día tras día. Sin embargo, la novela, y en específico esta reciente de Luis Jorge Boone, redimensiona las grietas y superficies de la realidad. Pues por medio de la poesía se puede descubrir lo que se esconde entre las sombras de las imágenes.
En Toda la soledad del centro de la Tierra, Boone llega a una temprana madurez que es resultado del oficio y las incursiones en diferentes géneros. Pues con oído de poeta nos hace escuchar las canciones y la cadencia rítmica del pensamiento; con la sutileza de un narrador brillante desarrolla con sencillez la historia, y con la sabiduría del ensayista reflexiona sobre los grandes problemas de la humanidad como la familia y la muerte.
Cuenta la historia de un pequeño poblado del norte, la de un joven, de un niño, El Chaparro, quien vive el cambio radical de vida cuando su poblado pasa de ser un rancho olvidado por el mundo y sólo comienza a aparecer en el mapa cuando la violencia lo devora con cadáveres de personas que dejaron de ser humanos y se transformaron en mensajes necrófilos.
Es la historia de este joven, abandonado por su padre y criado por una abuela estricta hasta los golpes y cariñosa hasta la confusión. Es El Chaparro quien comienza a reflexionar sobre su mundo. Son imágenes de la infancia, destellos en donde se asombra de la vida pero sobre todo, de las huellas que va dejando en su interior. ¿En qué se transforma la violencia en recuerdo? ¿A dónde van los que mueren y qué va a suceder cuando me toque a mí?
Es una novela escrita desde adentro del norte, quizá desde el centro mismo de esas ciudades calurosas y polvosas. Los corridos, la poesía que van dejando las cada vez más ejecuciones, son parte medular de la novela. Las voces se van desplegando y crean un serpenteo armonioso: la abuela ya mencionada, la voz interior de El Chaparro, los corridos y las historias que surgen del pueblo mismo y de los que lo habitan y lo han habitado.
Toda la soledad del centro de la Tierra es un ejemplo de lo que nos está sucediendo. Es la huella que deja en un artista que ha visto su mundo consumirse. Es una novela breve y brillante que alumbra un poco, en medio de esta oscuridad.

(Luis Jorge Boone, Toda la soledad del centro de la Tierra, Ciudad de México, Alfaguara, 2019. 172 páginas).