EL-SUR

Martes 08 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión

LXII Legislatura del Congreso de Guerrero

Arturo Martínez Núñez

Agosto 31, 2021

 

El día de hoy termina la 62 Legislatura al Honorable Congreso del Estado de Guerrero, de la que fui parte, gracias al voto popular. Comparto algunas reflexiones en espera de una valoración más profunda acerca del papel de la misma.
Primero hay que decir que en la 62 Legislatura Morena irrumpió en el escenario parlamentario guerrerense con una fuerza nunca vista: pasamos de tener una diputada plurinominal en la 61 Legislatura a 22 diputadas y diputados –18 de mayoría relativa y cuatro de representación proporcional–, en la actual. Esto significa que Morena tuvo 22 veces más representantes que tres años antes, un crecimiento del 2200 por ciento. A estos 22 legisladores iniciales se sumaron desde el inicio, la diputada Celeste Mora Eguiluz, que llegó al Congreso a través del PRD y el diputado Servando Salgado, que lo hizo a través del PT. De esta forma, Morena arrancó la Legislatura con 24 diputadas y diputados que nos otorgaban una cómoda mayoría absoluta al tener la mitad más uno de los legisladores.
Esta mayoría absoluta era suficiente para pasar reformas legales, pero no así para hacer reformas constitucionales, ni modificar nombramientos que requieren de mayoría calificada, las dos terceras partes más uno de los diputados, esto es, 31. Es necesario señalar que el sistema político guerrerense está diseñado para que ningún partido obtenga por sí mismo la mayoría calificada. Ni siquiera en el supuesto de que un partido lograra ganar los 28 distritos uninominales, podría alcanzar la cifra mágica de 31 diputados, porque se estaría sobrerrepresentado con los diputados de mayoría relativa. Este candado que pareciera tener un espíritu democrático, en realidad impide que se manifieste con claridad la voluntad del pueblo en las urnas. Por eso, es necesario reformar este apartado para que, si las urnas así lo determinan, un partido pueda tener mayoría calificada por sí mismo.
La 62 legislatura arrancó en septiembre de 2018 en medio de un ambiente de incertidumbre y expectativa sobre la tónica que habría de tener el gobierno que encabezaría el presidente Andrés Manuel López Obrador a partir del primero de diciembre de ese año. De inmediato, frente a la mayoría absoluta de Morena, se articuló un bloque opositor, comandado por el PRI, en donde se sumaron el PRD, el PAN, el PVEM, MC e incluso el PT, que en teoría era aliado de Morena. Así, el Congreso quedó dividido en dos grandes bloques, 24 para Morena y 22 para el bloque opositor articulado bajo el mando del PRI. La falta de experiencia nos llevó a realizar una negociación poco eficaz en la distribución de las Comisiones Legislativas, pues creímos que controlando las comisiones económicas y de auditoría, podríamos tener preeminencia en el Congreso, ingenuamente, soltamos las comisiones de Justicia y de Estudios Constitucionales, que son claves para el tránsito de las iniciativas y propuestas de ley. El bloque opositor hábilmente se plantó alrededor de esas comisiones entorpeciendo y aletargando la discusión de todas las propuestas de Morena.
La distribución de los órganos de gobierno y administrativos del Congreso, también se realizó sin pericia, dejamos en control de los mismos de siempre el manejo de la importantísima Secretaría de Servicios Parlamentarios, y de muchas direcciones importantes para el desarrollo y gobierno de la cámara. En un afán por concertar, le dimos a la oposición más de lo que la ciudadanía le había dado en las urnas, pensamos, ingenuamente, que esto nos daría gobernabilidad y armonía.
Es verdad que las diferencias internas marcaron al grupo parlamentario de Morena, pero también hay que decir que estas diferencias, que fueron más de forma que de fondo, jamás alteraron la unidad en torno a las votaciones, que se hicieron siempre de manera unificada. La idea de un grupo dividido fue más un ardid propagandístico del bloque opositor que una realidad. Si bien es cierto que al interior del grupo teníamos diferencias políticas importantes, también es cierto que teníamos muy claro cual era nuestra misión y nuestro mandato y jamás dudamos en actuar como un solo bloque. Constan en los diarios de debates y en las actas de las sesiones, que el grupo parlamentario de Morena siempre votó unido. Por lo tanto, la idea de un grupo dividido es absolutamente falsa.
A partir del año 2019, el compañero Servando Salgado salió por voluntad propia del grupo parlamentario de Morena y la combativa compañera Saida Reyes Iruegas, pidió licencia de manera intempestiva. Su suplente, la diputada Samantha Arroyo Salgado, decidió desde el primer día, en uso de su libertad, acercarse al bloque opositor y no formar parte del grupo parlamentario de Morena. Con estos dos movimientos, Morena, regresó a tener 22 diputados y a perder su incipiente mayoría absoluta. Esa fue la tónica del resto de la Legislatura: un bloque opositor que tenía 24 diputados, y Morena reducido a los 22 que tenía desde el inicio. El bloque opositor, hábilmente comandado desde la discreción, jugó con la zanahoria y el garrote de manera alternada y logró la victoria pírrica de entorpecer los trabajos y las iniciativas de Morena. Quedan para la historia casos como la elección de dos jóvenes bachilleres de Chilapa para ser recipiendarios de la Presea Sentimientos de la Nación, porque el bloque opositor y algunos compañeros, prefirieron votarlos a ellos, antes que a la periodista Carmen Aristegui. Parecía que la consigna era ganarle a Morena, aunque en el camino arrastraran el prestigio del Congreso de Guerrero.
Durante casi toda la Legislatura, el bloque opositor se dedicó de manera sistemática a criticar al presidente López Obrador y a utilizar los mismos tópicos que de manera cíclica utilizan: el peaje de la Autopista del Sol, el tema de los incendios forestales, el falso caso de las estancias infantiles, y todas las mentiras que la oposición ha construido y que no le han servido de absolutamente nada, si observamos los resultados de la elección de junio pasado.
Pero finalmente ese fue el trabajo del bloque opositor, y Morena no fue lo suficientemente hábil para poder descifrar su estrategia y evitar caer en su perverso juego de suma cero.
Se nos acusó de no tener experiencia legislativa: cierto, salvo dos compañeros, ninguno de los diputados de Morena te-níamos ninguna experiencia como legisladores, porque la mayoría venimos de la lucha social y de la militancia política, y no de las burocracias partidarias. Se nos acusó de no conocer la ley orgánica: falso, la conocemos perfectamente y sabemos sus alcances, y sabemos las triquiñuelas que hicieron y todas las veces que lo hicieron, para burlar la ley, incluso con conteos mal hechos y con el uso discrecional de la norma. El bloque opositor habla mucho de respeto a las instituciones y habla mucho de respeto a la Ley Orgánica, a lo que no le tienen respeto es al pueblo de Guerrero, ni a la democracia. Son cofrades de la Ley Orgánica, no entienden que por encima de esa Ley Orgánica está la Asamblea. Creen que son la mitad porque unen sus pedazos. Creen que ganaron algo, cuando en el mejor de los casos, lo único que lograron fue evitar que nosotros ganáramos. Ahora que lo perdieron todo, veremos si siguen actuando con la misma suficiencia y arrogancia.
Desde luego que Morena obtendrá experiencia y seguramente la 63 Legislatura será mejor que la 62 y a eso debemos de aspirar: a ser mejores cada vez. Al grupo parlamentario en la 62 Legislatura le correspondió el honroso e histórico papel de acompañar las reformas que envió el presidente López Obrador. Nos tocó demostrar que podíamos tener el gobierno del Congreso, hacerlo con pulcritud administrativa, hacer mejoras que no se habían hecho en 20 años, a las condiciones laborales y legislativas del Congreso, y demostrar, que en plena transparencia se pueden conducir los órganos del estado.
La 62 Legislatura pasará a historia como la primera Legislatura en democracia. Pasará a la historia como la Legisla-tura del cambio verdadero. Pasará a la historia como la Legislatura en donde el cambio intentó ser detenido por quienes ya lo habían perdido todo y se rehusaban a aceptarlo. La 62 Legislatura pasará a la historia como la que sentó las bases para un Poder Legislativo representativo, re-publicano, abierto, transparente, autónomo, soberano y democrático.