Gaspard Estrada
Diciembre 12, 2018
El pasado lunes, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, hizo un pronunciamiento en la televisión, el primero desde el inicio de las manifestaciones de los “chalecos amarillos”, que iniciaron hace poco más de un mes. Durante este mensaje a la nación, el joven jefe del Ejecutivo anunció que aumentaría en cien euros el salario mínimo, y que pediría a los empleadores dar una prima de navidad, además de eliminar el aumento de los impuestos sociales para los jubilados más pobres. Hasta el momento, la mayoría de las reacciones políticas hacia estas medidas han sido positivas. Sin embargo, contrariamente a lo que podía esperarse, Macron no anunció el restablecimiento del Impuesto de Solidaridad sobre la Fortuna (ISF), ni tampoco un giro en la política económica. Es decir, intentó mandar señales a los sectores sociales representados en el movimiento de los “chalecos amarillos”, sin cambiar en el fondo la orientación de su política económica. Esta última claramente es favorable a la oferta sobre la demanda, y se ha traducido en el impulso de numerosas reformas desde la llegada al poder del ex director de negocios del banco Rothschild, como la reforma laboral, por ejemplo.
Uno de los principales problemas políticos que vive hoy en día el presidente francés está ligado al futuro de la Unión Europea. Cuando Macron llegó a la presidencia, en 2017, Francia era catalogada por la prensa financiera internacional, y en particular en Alemania, como un país irreformable. Los presidentes Chirac, Sarkozy u Hollande, habían sido incapaces de disminuir el déficit público y aumentar la competitividad de las empresas francesas, de tal suerte que el diferencial de crecimiento entre Alemania y Francia se fue profundizando en los últimos quince años. Esto fue aprovechado por la canciller alemana Angela Merkel, que además de haber conseguido mantenerse al frente de su país durante más de una década, se afirmó durante este tiempo como la principal lideresa de la Unión Europea. Frente a esta realidad, Macron llegó al poder con la idea de que esto tendría que terminar. Francia debería recuperar su rango frente a Alemania. Para ello, era imprescindible que su gobierno llevara a cabo una serie de reformas económicas que permitan que el déficit público disminuya, para consolidar la posición francesa ante Alemania, y exigir de este país que tome decisiones fuertes para cambiar el rumbo de la Unión Europea, en particular una reforma de la zona euro, y de manera más general, de las instituciones europeas. Para Macron y su equipo, era claro que los franceses le pedirían cambios sustantivos en el plano económico de manera rápida, de tal manera era indispensable dar resultados en el corto plazo, antes de las elecciones europeas de 2019, y sobre todo antes de las elecciones municipales de 2020.
Sin embargo, a pesar de lograr recuperar buena parte del liderazgo político perdido por Francia durante los últimos quince años en el escenario internacional, Macron no logró llevar a cabo su ambiciosa agenda de reformas en la Unión Europea. Angela Merkel no respondió al llamado de su homólogo francés, en buena medida por sus problemas de política interior, en particular después de las elecciones legislativas de septiembre de 2017, en las cuales la extrema derecha creció, y el partido demócrata cristiano (CDU) tuvo uno de sus peores resultados, junto al Partido Social Demócrata (SPD), que también tuvo un día negro. Ante esta situación, el gobierno francés intentó crear junto con su par alemán un impuesto sobre las grandes empresas digitales, como Google, Apple, Facebook y Amazon (los llamados GAFA). Este impuesto permitiría financiar nuevos programas sociales, lo que permitiría mandar una señal política clara a los electores de que la Unión Europea no sólo era fuente de problemas, sino también de soluciones capaces de mejorar la vida cotidiana de las personas. Sin embargo, esta idea no ha sido implementada hasta el día de hoy. De tal manera que Emmanuel Macron, viendo que esta apuesta fracasó, prefirió anunciar medidas que aumentarán el déficit público, lo cual generará problemas con Alemania y la Unión Europea, pero le permitirán retomar la iniciativa política en su país.
* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.
Twitter: @Gaspard_Estrada