EL-SUR

Viernes 26 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión

Maíz y cambio climático

Octavio Klimek Alcaraz

Julio 20, 2019

Uno de los elementos que preocupa a muchos que vamos siguiendo la información sobre el cambio climático es conocer información sobre sus impactos adversos. Por ello, es de mi interés comentar un trabajo que se titula Impacto del cambio climático sobre la producción de maíz en México su autor es el doctor Kai Sonder, que entiendo es el jefe de la Unidad de Sistemas de Información Geográfica del reconocido Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y Trigo (CIMMYT), localizado en Texcoco. El trabajo del doctor Sonder se encuentra publicado en la revista Enlace. La revista de la Agricultura (págs. 20-27, número 44, junio-julio 2018) (https://repository.cimmyt.org/handle/10883/20167?show=full). Hay que recordar que el CIMMYT es cuna de la denominada “Revolución Verde”, que en 1970 le dio el Nobel de la Paz al doctor Norman Borlaug.
El trabajo contribuye a estimar el impacto del cambio climático sobre el cultivo de maíz para la década de 2050 en México. Es decir, en los próximos 30 años. Para ello se partió de un escenario en donde el futuro es de emisiones muy altas de gases de efecto invernadero y se utilizan cinco modelos globales de clima, así como toda una serie de datos relacionados al cultivo del maíz en México. En ese contexto se buscó en el estudio conocer los rendimientos tanto de cultivos de maíz de temporal, como de riego.
El trabajo presenta el impacto del cambio climático sobre el cultivo del maíz a escala y promedio estatal. En el caso del cultivo de maíz, tanto de temporal, como de riego y cito:
“…los rendimientos en la mayoría de los estados se verán afectados negativamente. Las excepciones para riego son Sonora, Coahuila, Durango, Hidalgo, Nuevo León, Puebla, Ciudad de México y Estado de México. Los estados más impactados serán Campeche, Colima, Chiapas, Guerrero, Morelos, Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, San Luis Potosí, Tabasco, Veracruz y Yucatán, donde los rendimientos bajarán más de 25 por ciento, y en algunos, como Campeche y Tabasco, más de 50 por ciento.
“En temporal mejorarían los rendimientos promedio del estado para Baja California, Baja California Sur, Ciudad de México, Durango, Estado de México, Coahuila, Chihuahua, Durango, Nuevo León y Sonora. Los estados afectados negativamente serían Campeche, Colima, Chiapas Chihuahua, Guerrero, Morelos, Nayarit, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán.”
El estudio señala, que “el impacto negativo está basado más en las temperaturas. Incluso se comunica que en tierras altas pueden mejorar las condiciones para el cultivo del maíz siempre que la precipitación no disminuya demasiado o si hay acceso a riego.”
Entre las conclusiones del trabajo se señala, que hay que iniciar la planeación y las actividades para la adaptación. Es decir, se requiere aprovechar áreas donde la aptitud, es decir, las condiciones para el cultivo del maíz mejorarían para balancear las pérdidas en otras áreas. Se tendrán que usar semillas adaptadas a las condiciones de estrés de calor o sequía y sistemas de producción que puedan acumular y proveer más agua para los cultivos durante el ciclo. También se dice que las áreas identificadas en las que la producción de maíz no sería sustentable se debe de informar a los productores sobre cultivos alternativos más tolerantes a las nuevas condiciones y buen potencial para el mercado o para a seguridad alimentaria del hogar.
En lo particular me preocupa el caso de Guerrero, en donde el artículo reseñado señala, que el escenario promedio es de una caída en rendimiento de menos 30 por ciento en el caso del cultivo de maíz de temporal y de menos 27.2 por ciento en el caso del cultivo de maíz de riego de manera progresiva hacia el 2050. Se tienen, que replantear muchas cosas, entre ellas ir más allá del actual modelo asistencialista de regalar fertilizantes químicos (ver artículo de El Sur, 21 de junio de 2019). Las caídas en rendimientos con las altas temperaturas previstas y cambios abruptos en las lluvias, no se pueden compensar con simplemente repartir fertilizantes químicos. Los pequeños productores tienen que adaptarse al cambio climático en marcha que están cambiando ya los potenciales productivos de baja, media y alta productividad en la entidad. Se tiene que hacer agroecología, por ejemplo, deberán usarse variedades de maíz más tolerantes al calor y al estrés hídrico; cambiar hasta las fechas de cultivo en función del pronóstico del clima; ser más efectivo en el manejo del agua, tanto en áreas de temporal, como de riego; eliminar perdidas en la aplicación de los fertilizantes químicos (existen estimados de que se pierde la tercera parte-imagínense cuánto nuestro dinero como contribuyentes se va y ha ido a producir más contaminación de ríos y mantos freáticos), aplicando de manera incremental tecnologías de fertilización más orgánicas; proteger las tierras frente a la erosión ante el impacto adicional de lluvias extremas y de las sequías. Clave es la asistencia técnica y capacitación al productor, necesitamos una nueva generación de agrónomos y demás especialistas en recursos naturales en el campo de Guerrero bien adaptados al cambio climático. Ya no digo del necesario recambio de aquellos políticos y demás tomadores de decisiones, que no están comprendiendo la gravedad de lo que sucede en este momento y a futuro en la emergencia. La desesperación de las comunidades campesinas por el tardío reparto de fertilizantes químicos es un pálido ejemplo, ante lo que puede acontecer cuando ni con fertilizante entregado en tiempo y forma, las cosechas se pierdan o no se asegure la subsistencia cotidiana.
Por ello, no me cansaré de insistir en que requerimos ya de políticas públicas integrales. Si no se inicia con una clara reorientación de apoyar la producción de maíz y otros granos básicos realmente con políticas integrales en Guerrero van a seguir cayendo los rendimientos agrícolas o por lo menos cada día será más caro desde el punto de gasto público mantener dichos rendimientos. Esto tiene que partir de una política progresiva de absoluta cooperación entre los tres órdenes de gobierno y los propios productores. Eso sería una mejor inversión o seguirá el barril sin fondo. Se requiere tener clara la brújula de hacia dónde ir en estos tiempos de cambio climático.