El filólogo ruso Mijaíl Bajtín decía que uno de los más grandes legados que puede recibir un ser humano es heredar una lengua. La riqueza de al mismo tiempo que se crece, de comenzar a ser, adquirir el conocimiento de sonidos, sentidos y significados que se han transmitido de generación a generación; nociones que van desde una cuchara, una silla, al sujeto que se distingue como yo y se distancia de un tú o un él, ella o ustedes. Descubre sin saberlo milenios en donde la humanidad se distanció de la esquizofrenia y el autismo; el sujeto que cuando comienza a hablar descubre también la poesía, porque como decía el poeta Octavio Paz, “Adonde yo soy tú somos nosotros”.
En esta misma vertiente hereditaria está la literatura y las personas que la hacen. Así, en México entre el maremágnum que nos constituye, están varios de los artífices más brillantes del siglo XX. Entre ellos, dos figuras deslumbrantes, a los que Malva Flores (Ciudad de México, 1961) denominó “Estrella de dos puntas”. Se refiere claro, a Octavio Paz y Carlos Fuentes. A la amistad y enemistad que mantuvieron a lo largo de su vida.
Sucede que la creación literaria, a pesar del mito del creador solitario, se hace en un conjunto. Las obras se van estableciendo en un medio, en un grupo que las acepta o excluye. La estación violenta o La región más transparente son obras pensadas para ser leídas por un mundo particular; por una élite que constituye el mundo literario.
Malva Flores escribe un libro apasionante en el cual se advierte desde la primera línea que no es de crítica literaria. Entiendo que Flores deja claro que no solamente le interesa la lectura académica, también la del lector ávido que quiere saber más de Paz y Fuentes, de su mundo, sus amistades y enemistades. También es este brillante libro de Flores un increíble documento de una época de oro, podemos decir, de la literatura mexicana. Pues en este medio siglo del XX estuvieron las “estrellas de dos puntas”, y Rulfo, Garro, Vicens, Arreola, Ponce, Castellanos… Autores capitales de la literatura latinoamericana.
Malva Flores se enfoca en especial en la relación de Paz y Fuentes. En un principio fue de maestro y discípulo. Si en general Paz según iba creciendo se iba convirtiendo cada vez más en una figura ecuménica, para Fuentes fue un padre intelectual y poético, pues muchas de las búsquedas del autor de La región… se basaban en las certezas y descubrimientos de Paz.
Estrella de dos puntas va recuperando, contando e investigando de manera exhaustiva los primeros años de la amistad. Con un jovencísimo Fuentes insertándose en la literatura mexicana. El intelectual en ciernes que buscaba la luz de Paz. El libro es rico en anécdotas, desde libros leídos, amigos y enemigos, fiestas, bares, viajes… Vemos al Paz que conocemos, brillante y que no daba la vuelta a la confrontación. Un tanto bélico, incluso.
El ensayo es generoso, abundan las cartas, los artículos de periódicos, las entrevistas, en donde somos testigos del paso tortuoso, destructor y maravilloso de crear una obra. Las críticas negativas que tuvieron las obras de Paz y Fuentes.
Estrella de dos puntas, su lectura, deja la sensación de que somos herederos, en cierta forma partícipes, de una literatura que no escogemos, pero que nos habita tan sólo por el hecho de ser mexicanos, y que nos espera en sus páginas para que sepamos quienes somos y por qué pensamos como lo hacemos. Este ensayo nos acerca a vidas llenas de furia y anhelos de ser los mejores y a las obras que dejaron.
Malva Flores, Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crónica de una amistad, Ciudad de México, Ariel, 2020. 652 páginas.