EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Mapachería política

Héctor Manuel Popoca Boone

Junio 23, 2018

Llámese así a las estratagemas ilícitas, por marrulleras, utilizadas para alterar o robar el número de votos con los cuales los ciudadanos señalan su voluntad democrática de elegir tal o cual gobernante o representante popular. Los grandes maestros de estas triquiñuelas fueron y son políticos y gobernantes del PRI. Emularon la práctica del régimen dictatorial de Porfirio Díaz de rellenar urnas con votos falsos a favor de él mismo para poder reelegirse una y otra vez.
Después de la Revolución Mexicana, los presidentes de la República empezaron a elegir personalmente a sus sucesores, instruyendo rellenar las urnas a modo. Hasta que los movimientos sociales, partidos y líderes de oposición pusieron un alto a esta forma del PRI de permanecer en el poder como partido hegemónico. El repudio social fue producto del hartazgo de la ciudadanía a un sistema político que dejó de representar los intereses populares. Dicho rechazo se concreto en las elecciones de hace 30 años con el triunfo arrollador de Cuauhtémoc Cárdenas, que le fue escamoteado a través de un gran fraude electoral a favor de Carlos Salinas de Gortari.
En dos sexenios posteriores, el PAN le arrebató el poder ejecutivo federal al PRI con la “ola política” levantada por Vicente Fox, quién logró superar todas las marrullerías empleadas por los mapaches priistas, para que años después obstaculizara el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. “Haiga sido como haiga sido”, la banda presidencial se la dieron a Felipe Calderón del PAN.
Dicen que la verdadera encuesta se dará el 1 de julio con los votos que se depositaran en las urnas. Por eso será el día culminante del fraude electoral del PRI que lo ha ido construyendo a todo lo largo de la campaña política, con el mismo molde usado en el Estado de México el año pasado. Donde ilícitamente el aparato gubernamental intervino descaradamente para coaccionar o comprar el voto a favor del PRI a través de dinero, dádivas o miedo, entre otras artimañas.
En dichas elecciones, cobró extraordinario protagonismo la “mapachería política” ejecutada por todo el sistema político-partidario-gubernamental priista, federal, estatal y municipal. Participaron los mapaches políticos mayores, ubicados en los mandos superiores de gobierno y del partido, que son los que planean las principales estrategias a seguir como son: conseguir sumas millonarias de dinero, la división de la oposición en varias vertientes, las conspicuas deserciones políticas opositoras, la creación de candidatos independientes para dispersar el voto, así como la coordinación de los “mapaches” que están en contacto directo con los ciudadanos. A los mapaches menores “de tierra”, les corresponde la faena dura ya que conocen el terreno donde viven los electores adversos al PRI que serán la materia de su trabajo de compra, coacción o amedrentamiento, junto con el mapeo de las sesiones y casillas opositoras.
Para ese extenso trabajo de persuasión sui generis a escala nacional, requieren contar con cuantiosos recursos económicos, la aplicación de todos los programas sociales gubernamentales con clientelismo político. La compra, en efectivo, con tarjeta electrónica del voto, o con el chantaje de supresión de dádiva, incidiendo particularmente en colonias y comunidades, rurales y urbanas, caracterizados por su pobreza y precariedad.
Están en la fase de intentar desprestigiar al candidato presidencial triunfante AMLO, publicitando reiteradamente sus supuestos calcetines sucios (como dijera Pablo Neruda). Los actos de amedrentamiento, violencia menor o amenazas del retiro de los programas sociales están a la orden del día. Descaradamente también distribuyen despensas del Fondo Nacional de Desastres Naturales que estaban retenidas inescrupulosamente. El día “D” o un día antes, harán la compra masiva del voto y de funcionarios y representantes de casilla.

PD1. ¿Cuánto costó la deserción del PT local de la alianza que tenían con Morena? ¿Quién pago?

PD2. Los últimos gobiernos del PRI y del PRD en Acapulco incrementaron la deuda pública de tal manera que han puesto al Ayuntamiento en punto de quiebra.