EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

LA POLÍTICA ES ASÍ

Mar que lía

Ángel Aguirre Rivero

Diciembre 17, 2021

 

(Primera de dos partes)

 

Enclavada en el corazón de la Costa Chica, Marquelia es un municipio joven, bullanguero y musical, reflejo de sus raíces afromexicana e indígena, que mira hacia adelante con optimismo por el gran potencial turístico que le dan sus bellezas naturales.
Los marquelianos son arrechos (festivos), cumbieros, chileneros. ¿Quién no ha escuchado el Cuararé de la Organización Magallón, esta dinastía musical originaria de Huehuetán, que echó sus raíces en Marquelia, donde vive Herminio Magallón, conocido como La Reliquia integrante del grupo original, que hoy es interpretado por sus hijos y nietos?
Apellidos de tradición en la región son los Mayo, los Ramírez, los Panchí, los Carmona, los Rosales y los Ramos, por citar los más nombrados.
“Si bien es cierto que la inversión en infraestructura se la llevó Playa Azul, el sabor lo tenemos nosotros”, cuentan los lugareños orgullosos del sabor de su cocina: mariscos como el ceviche servido en concha de coco, langosta, pescado a la talla o relleno; sin faltar en sus mercados el mole de guajolote, la carne de cuche enjitomatado o el caldo de camarón.
Creada como municipio mediante decreto el 11 de diciembre de 2001 al segregarse del municipio de Azoyú y Cuajinicuilapa, a Marquelia se le conoce como mar que lía, o mar que amarra, por la querencia que despierta en quien la visita.
La naturaleza es pródiga con este lugar, conocido anteriormente como como Potzahualco, que significa “lugar donde abunda el agua”. Flanqueado por los ríos Marquelia que desemboca en La Bocana, y por el extremo opuesto tiene los ríos Quetzala (Cuajinicuilpa) y Río Grande (Santa Catarina), que desembocan en la Barra de Tecoanapa.
Marquelia, al igual que muchos destinos de playa, busca recuperarse de la recesión económica ocasionada por dos años de pandemia, que alejaron a los turistas de sus cuatro playas conocidas: La Bocana, Barra de Tecoanapa, Las Peñitas y Playa Tortuga.
De la mano de su alcalde Lincer Clemente, el municipio impulsa lo que llaman su “renacer”, para proyectarse en los años que vienen, e integrarse al Cuarto Polo Turístico impulsado por la administración de Héctor Astudillo en Playa Azul, municipio de Copala, que se conecta con Paya Ventura a través de un corredor costero.

Del anecdotario

Pocos le conocen como Manuel Castillo Jaimes, pero ¿quién no conoce al famoso Igor Petit, leyenda viva del periodismo en el estado de Guerrero?
Lo conocí hace ya muchos años, en mis albores de la política, aunque él es mayor, siempre tuvimos una gran empatía.
Aún sigue viva en mi memoria la primera entrevista que le concedí para su revista Controversia, donde abordamos temas muy serios, propios de mi responsabilidad, pero salpicada también de lo anecdótico, lo chusco, la broma con su estilo muy peculiar.
Desde entonces aprendí a quererlo como un gran amigo.
Alguna vez, siendo yo senador de la República, llegó Igor hasta el recinto parlamentario para que lo atendiera, y le mandé un mensaje por conducto de un colaborador para decirle que me aguardara un poco, pues me encontraba en el salón de plenos, donde se debatía una agenda muy importante para la nación.
Su respuesta fue: “Pues dígale que no se tarde, porque si no, me voy a desnudar aquí en el Senado”, lo cual evidentemente no se lo creí.
Pero pasado un rato llegó hasta mi lugar un trabajador del Senado, para decirme con mucha angustia y preocupación: “¡Senador Aguirre, senador Aguirre, ahí afuera hay un paisano de usted que ya se empezó a desvestir porque dice que no lo recibe!”.
Presto, me moví a la sala de espera y antes de quitarse el pantalón, lo llamé para decirle: “Igor, no hagas esto, te prometo que te voy a recibir en unos minutos más”. Y así resolvimos la osadía del gran Igor.
Otro día, siendo gobernador, me pidió que lo recibiera, pero antes se fue a acostar adelante de las llantas de mi camioneta para pedirme la audiencia, así que bajé de la unidad y le dije que no era necesario que tomara esas acciones.
Igor es sin duda único y leal con sus amigos hasta la muerte, no así con quienes no le han dado el trato que merece.
En un evento público que presidía el entonces gobernador Zeferino Torreblanca, portando una playera con mi fotografía con toda la intención de provocar, llegó hasta Zeferino para decirle:
–Mira a quién traigo en mi playera lo cual no agradó al mandatario y don Igor alcanzó a decirle:
–Mira Zeferino, Ángel Aguirre será el próximo gobernador, te guste o no te guste.
Afortunadamente con el paso del tiempo, coincidieron en un vuelo de Acapulco a México, en donde hicieron las paces.
Debo reconocer que desde siempre, Igor ha sido un luchador incansable por los derechos de la comunidad lésbico gay en nuestro estado, lo que me parece muy encomiable y digno de admiración.
Alguna vez me pidió recibir a una comisión de su comunidad, por lo que tuvimos la oportunidad de dialogar ampliamente en las oficinas de Casa Guerrero.
Hace algunos meses me enteré que Igor se había contagiado de Covid, por lo que de inmediato lo busqué para ponerme a sus órdenes y preguntarle si en algo podía ayudar.
Lo escuché muy triste y mi esposa Laura del Rocío me pidió el teléfono pues al igual que yo, lo quería saludar. Las palabras de Laura del Rocío le levantaron el ánimo y con su estilo tan peculiar me dijo:
–Fíjate Aguirre que hoy he tenido uno de los días más felices de mi vida por esta llamada de tu señora esposa.
–¿Entonces eso significa que ahora quieres más a mi esposa que a mí? –le reviré.
–Pues creo que sí manito –y solté la carcajada.
Pero lo que me dejó sin palabras fue la bella labor que Igor estaba realizando con sus amigos de la comunidad lésbico gay, pues en su casa habilitó un pequeño hospital para brindarles todo aquello que estuviera a su alcance para librarlos de esta terrible pandemia.
Ese es Igor Petit, el de corazón grande, el que consuela y a veces no lo consuelan, el que comprende y a veces no lo comprenden, el que da sin esperar nada a cambio, el que muchas veces ríe y por dentro llora.
Es mi gran amigo, quien pasará a los archivos de la historia del periodismo en Guerrero, el que me bautizó como el “Monstruo Sagrado de la Costa Chica”, el que declama y canta y lo hace muy bien, el que más de una vez me ha contagiado de alegría y a veces de una profunda tristeza.