EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Marchistas, marchantes, marchitos

Humberto Musacchio

Febrero 16, 2017

Para protestar por la patanería de Donald Trump hacia México y los mexicanos, estaba programada una manifestación de personas, personajes y membretes ligados a Televisa y a cierto sector empresarial. Sin embargo, Isabel Miranda de Wallace decidió convocar a una marcha paralela, lo que por supuesto dio lugar a suspicacias.
La marcha de la señora Wallace se caracterizó por su apoyo a Enrique Peña Nieto, lo que se confirma por la intervención de los granaderos que reprimieron a quienes pretendían criticar al actual presidente de México. No menos importante es que la convocatoria alterna expresa que hay tensión en las alturas del poder.
Quienes busquen la razón de la convocatoria alterna deberán recordar que días antes, el primero de febrero para ser precisos, en un tono completamente inusual, Claudio X. González, cabeza visible del membrete Mexicanos PRImero y convocante de la marcha televisiva, en una conferencia ante estudiantes de la Universidad Iberoamericana se lanzó contra Peña Nieto, a quien consideró merecedor de figurar en un “museo de la corrupción” y estar en un “salón de la infamia” (La Jornada, pág. 7, 2/II/2017).
En la misma ocasión, el señor X también dio su lista de los diez personajes más corruptos, en la que figuran los ex gobernadores César Duarte, de Chihuahua; Javier Duarte, de Veracruz; “el terrible” Guillermo Padrés, de Sonora; Gabino Cué, de Oaxaca; Humberto Moreira, de Coahuila; y Jesús Murillo Karam, de Hidalgo. En el paquete incluyó a Rubén Moreira, gobernador en funciones de Coahuila, y a empresarios del grupo OHL como José Andrés de Oteyza y Pablo Wallentein, ligados al gobierno mexiquense, y por supuesto a Juan Armando Hinojosa, cabeza del Grupo Higa que supuestamente le vendió la Casa Blanca de Las Lomas a la esposa de Peña Nieto y otra propiedad a Vicegaray, como le llaman las malas lenguas al canciller, corrector de estilo y en los hechos vicepresidente del país (del que se halla al sur del río Bravo).
Con tal antecedente, los patrocinadores de la señora Wallace consideraron inaceptable apoyar la marcha convocada por el clan del señor X y optaron por hacer la suya. Lo curioso es que en ambas aparecieron letreros que demandaban “unidad” para hacer frente al mandatario estadunidense, pero quedó claro que cada una estaba amarchantada por su lado.
En la marcha del consorcio también se pretendió acallar el insistente grito de “Fuera Peña” o las consignas contra el gasolinazo. Grupos de jóvenes atléticos, debidamente uniformados por sus patrones, iban de un lado a otro con aparatos de sonido que trataban de silenciar a los protestantes, con quienes se armó más de un jaloneo. Otros muchachos de apariencia guaruresca cargaban mantas sin entusiasmo y con la vista fija donde se producían los choques con los antipeñistas. Por fortuna las cosas no pasaron a mayores.
En una y otra manifestaciones fue notoria la diferencia entre quienes portaban pancartas bien impresas, de hechura notoriamente profesional, y los que cargaban mantas de manufactura doméstica y letreros antigobiernistas improvisados.
Con la hipocresía propia del caso, los organizadores rechazaron la participación de los partidos políticos, aunque lo cierto es que por ahí andaba un buen número de políticos a quienes hay que agradecer su discreción, si bien queda claro que gobierno y partidos no pueden ni deben ser ajenos a manifestaciones de este talante.
Por eso mismo, no puede ocultarse el interés de las fuerzas gobiernistas en dar el espaldarazo al Presidente de la República y manifestar, eso sí legítimamente, su rechazo a las amenazas y leperadas de Trump. Pero esta vez la triste capacidad de convocatoria del PRI quedó en evidencia. Ese partido todavía puede comprar votos y conciencias, acarrear pequeños contingentes y “ganar” elecciones, pero ya no es capaz de movilizar masas.
La asistencia fue realmente pobre. Los cálculos más optimistas andan por los 20 mil manifestantes, aunque para algunos observadores ese número no lo superaron las dos marchas sumadas, lo que estuvo muy lejos de expresar la irritación que han causado entre los mexicanos las trumpadas del habitante de la Casa Blanca.
La pobre concurrencia a las marchas del domingo sugiere que, para la próxima, le pidan ayuda a quien sí es capaz de movilizar masas: un tabasqueño llamado Andrés Manuel López Obrador, quien por cierto ya dijo que ante las amenazas gringas debemos apoyar… ¡a Peña Nieto!