EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Mária Feren?uhová: la poesía es la ciencia

Adán Ramírez Serret

Marzo 03, 2023

La poesía siempre se mueve en un terreno muy particular. Está llena de mitos. En este género están escritos la mayoría de ellos; de estigmas, la poesía es de los elegidos; de prejuicios, es difícil y aburrida.
También se encuentra al final de los géneros, quizá debido a sus adjetivos; la poesía es ahora poco leída. En la lista de ventas y premios viene la novela, el cuento, el ensayo, y ya al último, casi olvidada, la poesía.
Sin embargo, la autoridad del género es enorme. La gradación citada arriba da la vuelta y en cuanto a prestigio, la poesía sigue gozando del mérito más alto e inalcanzable.
Las propias editoriales que publican poesía son diferentes. Pequeñas y excéntricas cofradías. Baste decir que las dos potencias del mundo editorial, entre sus abundantes sellos, no publican nada de poesía. Así que, quienes sí la editan, lo hacen por amor al arte y desde luego, por estima a sí mismos.
Pienso ahora en la hermosa editorial Vaso Roto, en específico en el libro Tierra negra de Mária Feren?uhová (Bratislava, Eslovaquia, 1975) traducido al español de manera brillante y certera por Lucía Duero.
Se trata de un conjunto de poemas que van de la creación del mundo. “génesis” abre el poema que dice, “el mundo fue creado por una explosión de luz”. Y dispara más adelante, “fuegos atómicos de las primeras estrellas / devolvieron la luz al joven / universo”.
Es diferente adentrarse en un libro de poesía, pues si en la narrativa lo que impulsa la lectura es la trama y en el ensayo el calor al que se van formando los pensamientos, en la poesía es la experiencia.
Un verso se vive, se construye mientras se lee, deja una huella en quien lo lee, persona que, muchas veces apenas leído el texto, busca volver para cambiarlo. Leer un poema es vivir una y otra vez el lenguaje.
Se dice entre el mundillo literario que cuando queremos compartir una novela, contamos la historia con nuestras propias palabras; pero cuando se quiere compartir un poema, es irresistible ir directamente a los versos y leerlos.
Así, en Tierra negra se vive una génesis que va de lo científico a lo poético. Esto es sumamente interesante, pues, normalmente, en las cosmogonías, pienso ahora en la Biblia o en Metamorfosis, de Ovidio; las cosas suceden al revés: el poema, el lenguaje plástico se hace tangible, busca hacerlo, para ser ciencia, la prueba de la verdad. Mientas que en los poemas de Mária Feren?uhová es la ciencia quien se busca en la poesía, dice, “muchas estrellas se extinguieron o explotaron / sus restos se convirtieron en los cimientos que formaron / nuevas estrellas / incluso el sol en su nacimiento arrojó / parte de sí mismo / y creó planteas”.
Tierra negra tiene la cualidad de los libros de poesía en donde, a diferencia de la narrativa la trama no va avanzando, pero el lenguaje sí lo va haciendo. No necesariamente en cuanto a madurez, a veces en el sentido de la privacidad. Pues la creación del mundo se va convirtiendo en el presente del mundo. Los cambios climáticos dialogan en estos poemas con los cambios de la salud. Mundo y cuerpo funcionan como analogía. Dice el poema Sequía, “con una sola exhalación / esparciré cuencos / platos jarras vinagre manteles / flores polvorientas libros”. A lo cual da un giro a la enumeración doméstica, íntima, “te arrancaré con tus raíces / te regaré con la saliva / y te dejaré secar / te montaré”.
Pienso, finalmente, en otra analogía del lenguaje poético, en el cual se dice que la poesía es quitarle la finalidad práctica a la poesía. Y así palabras como cielo o tierra, dejan de referirse a algo y a ser en sí mismas en cuanto a sonido y semántica.
Las palabras detenidas, observadas no en un museo, sino lanzadas por nuestra lengua, habitantes fugaces de nuestros oídos que dejan una pequeña cicatriz en un lugar intangible, pero definitivo.
Mária Feren?uhová, Tierra negra, Traducción Lucía Duero, Madrid, Vaso Roto, 2022. 125 páginas.