EL-SUR

Sábado 04 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Mario Vargas Llosa: habitar el silencio

Adán Ramírez Serret

Marzo 29, 2024

 

Las paradojas no solamente contradicen la aparente lógica; muchas veces sirven también para explicar la riqueza de un fenómeno, para descubrir que aquello que pensábamos sólo tenía una perspectiva, tiene más de las que nos habíamos dado cuenta. Es el caso de la música, por ejemplo, en la cual, por supuesto que los momentos de más belleza son los del sonido, pero que carecerían de todo sentido, de poder ser comprendidos, si no estuvieran definidos por el silencio. La tensión entre sonido y silencio es lo que entendemos como música. Así que para un músico es el silencio es tan preciado como el sonido.
Algo muy parecido podemos decir de un autor literario, pues a lo que se oponen las palabras es al silencio, y hoy nos enfrentamos a un momento muy particular en la historia reciente de la literatura latinoamericana, pues Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) ha dicho que se retira del periodismo y que Le dedico mi silencio será la última novela que escriba.
Estas palabras marcan en definitiva una época en la literatura latinoamericana, porque me atrevo a decir que Mario Vargas Llosa es el autor de mayor influencia en esta región en los últimos cincuenta años. No sólo por quienes lo reconocen, sino incluso por quienes lo consideran su enemigo, al grado que, el ahora llamado Boom latinoamericano escrito por mujeres, sería imposible sin la escritura de Vargas Llosa.
Así que enfrentarse a un último libro de este autor no deja de ser emotivo. Decir el nombre Vargas Llosa es hablar de polémica, muchas veces con actos muy duros –terribles sin duda– como una completa insensibilidad hacia el feminismo e incluso la democracia en América Latina; actos y opiniones a los que se enfrenta el Vargas Llosa de carne y hueso, pero que, por fortuna, cuando hablamos de literatura, podemos dejar del lado, al menos por unos momentos.
Pues, la última novela de Vargas Llosa es digna de una reseña y una obra cálida con búsquedas indispensables. Uno de los recuerdos más profundos que tengo de leer una novela y sentir que en ese momento está cambiando mi vida es Conversación en la Catedral. La riqueza verbal, la complejidad técnica, la empatía y el odio son constantes en la lectura de esta novela, más una idea que luego resultó definitiva al grado que se volvió un leitmotiv en la literatura latinoamericana: en Conversación en la Catedral uno de los personajes de la novela se pregunta en qué momento se jodió el Perú. Esta interrogante es tan potente que trasciende la novela y comienza a habitar muchas mentes de novelistas en Latinoamérica, ¿en qué momento se jodieron nuestros países? Aquí la influencia del novelista peruano es contundente, las preguntas técnicas, poéticas e ideológicas planteadas en sus libros son la literatura del presente.
Es importante dimensionar esto, pues tenemos una literatura fatalista, terrorífica, pero sin propuestas, y en Le dedico mi silencio Vargas Llosa sostiene la idea contraria: ¿qué puede unir al Perú?
Así que comienza un viaje a caballo entre la ficción y la novela, en el cual un humilde reseñista de música local se entera que Lalo Molfino ha muerto. Para su sorpresa descubre que todo mundo lo sabía, sólo que les parece tan irrelevante el hombre que les da igual. Ante esto, Toño Azpilcueta que es el personaje que a veces narra el libro y a veces lo vemos escribiendo la biografía sobre Molfino, decide que debe escribir sobre ese músico que inventó el vals peruano, porque, piensa, era un gran genio tocando la guitarra, fue uno de los grandes artífices del género, y, además, puede hacer el milagro de unir al Perú. Porque si los ideales han destruido una sociedad, lo único que puede unirla es la música.
Pienso que una de las paradojas que leer a Vargas Llosa es que se trata de un autor que nos hizo ver con claridad las grietas de nuestra sociedad, cuándo y por qué nos habíamos jodido a la vez que descubríamos una literatura hecha en Latinoamérica, lugar minado, sesgado y separado por los nacionalismos, pero que la literatura, mientras asimilábamos nuestro presente y nos entendíamos como un todo, nos describía y nos hacía parte de un continente.
Mario Vargas Llosa, Le dedico mi silencio, Ciudad de México, Alfaguara, 2023. 303 páginas.