EL-SUR

Lunes 06 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Más sobre los problemas del periodismo con causa

Ana Cecilia Terrazas

Enero 20, 2024

AMERIZAJE

 

Lo muy interesante y novedoso del siglo XXI es que, por más que se achaten las historias y se procuren simplificar los relatos, la generación de la posverdad, el linaje de la teoría crítica, intuye por lo menos que los hechos y las personas acaban siendo una versión más compleja que un resumen facilón, producto de la mercadotecnia.
Y si bien los noticiarios, y en general los servicios periodísticos, buscan ofrecer adelantos seductores para sus audiencias –esto es: “cabecean” sintéticamente u ofrecen teasers, esas probaditas antes del desglose completo de la información y cuya palabra viene del inglés–, no por ello el cuerpo de la nota se atiene a un significado único ni simple.
Esto aplica para la reciente información relacionada con la reciente extinción y problemáticas, históricas y actuales, de la agencia de noticias del Estado mexicano Notimex, que tiene muy diversas aristas y es de tejido intrincado.
La pretensión de este texto no es entrar directamente a desentrañar ni conflicto ni verdades de lo ocurrido con Notimex –agencia de la cual esta autora fue parte de su consejo editorial de 2009 a 2017. Se antoja más bien hablar sobre un hilo importante de esa madeja, mismo que, para el periodismo 2024, las y los periodistas y los proyectos informativos resulta sumamente relevante: reiterar el peligro del periodismo ideológico, del periodismo con causa.
En la segunda mitad del siglo XX y quizá hasta 2010, cuando afloraban con más frecuencia en las redacciones algunas citas citables de teoría periodística –anteriormente el periodismo no se aprendía en universidad alguna sino a punta de oficio, a diario, en la calle y en la entrega de nota tras nota–, producto de la plantilla docente y del alumnado egresado de escuelas de comunicación o periodismo, era absolutamente impensable que alguien siquiera se cuestionara asociar la palabra “causa” con “periodismo”. El periodismo ideologizado, maniqueo de entrada, con objetivo de antemano, se sabía corrupto de origen, infiltrado por elementos que lo harían endeble ante la legitimidad y credibilidad sí deseables.
El servicio que hace el periodismo es llevar a los más (generalmente las personas que no tienen poder o foro para saber ciertas cosas) lo que ocurre en otras partes (sobre todo en los distintos focos de poder), a las cuales esas personas no tienen acceso o no de primera mano. Las y los periodistas transportadores de esa información, de preferencia dura (números, datos, estadísticas, nombres, apellidos, fechas, lugares) buscaban o buscan a toda honra que esos datos sean de utilidad para que la gente que los pueda seguir, idealmente, se forme una opinión propia de hechos y sucesos a partir de todo ese bagaje.
Esto siempre quedó como una intención loable, estrictamente hablando, ya que todas las personas saben que, independientemente de lo que se quiera, las y los periodistas que colaboran para un medio están mediados a su vez por éste y por sí mismos, lo que acota su ánimo de objetividad o imparcialidad.
No obstante, existe una serie de herramientas para procurar que la información ponga cierto cerco a la opinión personal y subjetiva (editorialización), a la ideología y a las causas que pensamos son las que ameritan apuesta, como son: optar por el dato en lugar del adjetivo; verificar por lo menos dos, tres o más veces; buscar distintas opiniones no afines; evadir el reporteo si se tiene conflicto de interés sobre algún tema, por ejemplo.
Como esas recomendaciones hay muchas otras, que parecen actualmente haberse olvidado por completo.
Hacer periodismo con causa, ideologizado, apostándole a lo que se piensa es “lo bueno”, es hacerle juego no a la sociedad diversa, incluyente y plural, sino a un solo poder, a una sola manera de ser o de pensar. Del problema sobre qué es “lo bueno” se ocupa la filosofía y nunca acaba de rondarlo, porque ¿quién puede realmente decir qué es lo bueno, el bien y lo verdadero? Ahora, si se regresa a la definición aquí dada del periodismo como actividad de servicio, ¿qué calidad de servicio informativo se piensa que se hace para las audiencias al llevar los datos dados de un poder hacia otro o hacia el mismo poder? El camino del infierno informativo sí está empedrado por las notas del periodismo con causa.