Adán Ramírez Serret
Diciembre 24, 2021
La novela Los dioses que huyeron, de Maximiliano Sauza Durán (Querétaro, 1993), dialoga directamente con la historia de México, pues se trata de un conjunto de voces en primera persona de diferentes personajes históricos que han estado aquí o que han venido a Latinoamérica. Así, la novela comienza en la voz de Malitzin y se va desplegando en otros personajes como Bartolomé de las Casas, Sigüenza y Góngora, el barón de Humboldt y otros extranjeros o mexicanos que observaron México y Sudamérica.
Sauza Durán juega en un principio con la sorpresa, porque mientras se leen los primeros capítulos, al estar firmados por personajes históricos o cronistas, por algún momento se duda si es una cita larga a lo Piglia que cita a Karl Marx durante varias páginas, o un mero juego literario. En poco tiempo es evidente que se trata de una novela: hay un narrador claro que se pone las máscaras, además que el tema central es contar la historia de México: la conversión de la historia en relato.
Esto no es poca cosa, por lo que esta obra es bastante inusual en la literatura mexicana actual escrita por jóvenes, pues la narrativa que se escribe está plagada de violencia, por vidas urbanas o por mundos surrealistas o fantásticos. Todas ficciones legítimas y valiosas. Pero Sauza Durán recuerda una literatura cercana a la de Agustín Yáñez con Al filo del agua, a la de Octavio Paz de El laberinto de la soledad o Los signos en rotación o a la de Carlos Fuentes con Terra Nostra, sobre la cual Julio Ortega dijo: “Esta novela es un curso universitario completo. Todos los mexicanos debe-rían leerla y obtener un título de licenciatura en mexicanidad moderna, crítica y celebratoria”.
Los dioses que huyeron dialoga con esta literatura que busca una identidad en la historia porque busca responder a aquella obsesión del medio siglo pasado: ¿Qué es México? ¿Qué significa ser latinoamericano? La obra está estructurada en tres partes: Libro primero o la Edad de los dioses, que va de la Conquista a la Colonia. Libro segundo o de la edad de los dioses, que va de la Intervención Francesa al fin de la Revolución Mexicana. Y El libro tercero o de la edad de los hombres, que cuenta experiencias de extranjeros en México y Sudamérica. Sin duda, Sauza Durán pone la vara muy alto, pero la humildad no es un rasgo imprescindible para escribir, quizá suceda todo lo contrario.
Sin embargo, la novela se distingue de las anteriores al tener sentido del humor. Sauza Durán se interna en el contexto profundamente, es arqueólogo, es evidente la erudición con la cual construye la voz de cada uno de sus personajes. Pero me gusta que siempre lo hace con un guiño literario. La idea de retomar a estos personajes y su mundo no es satírica, sin duda, pero es muy divertida, lúdica. Pues se juega a ser ellos y a imaginar lo que pensaron. Sumergiéndose a veces en las aguas de la novela histórica mexicana que puede ser amplia si pensamos en Laura Esquivel o en Fernando del Paso; Sauza Durán es una especie de Roberto Bolaño que se sumerge con ironía en la novela histórica. Indaga en la identidad del mexicano desde diferentes perspectivas para llegar a la conclusión de que nuestra identidad es decir a todo, “quién sabe”. Nadie sabe ni qué es lo que sucede en México, ni lo que significa ser mexicano.
Los dioses que huyeron desde la cuarta de forros y como epígrafe utiliza una frase de Georg Lukács, unas palabras que develan sus intenciones: “La novela es la epopeya del mundo abandonado por los dioses”. Y ya dentro del libro dice sobre México y su relación con sus ídolos, “dioses que han huido y los han abandonado, y que ellos se empecinan en ofrendar incienso de copal”. Mientras leo esto no puedo dejar de pensar en unas palabras de Martin Heidegger: “Llegamos tarde para los dioses y muy pronto para la era del ser” citadas por Octavio Paz, quien agrega, “nuestra situación histórica se caracteriza por el demasiado tarde: en la luz indecisa, los dioses ya desaparecidos, hundidos sus cuerpos radiantes en el horizonte que devora todas las mitologías pasadas”.
Los dioses que huyeron es un viaje a la historia, a la geografía y a los personajes de México, desde que Hernán Cortés llamó a Malitzin “su lengua”.
Maximiliano Sauza Durán, Los dioses que huyeron, Xalapa, Universidad Veracruzana, 2021. 275 páginas.