EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Medidas para un aire más limpio

Octavio Klimek Alcaraz

Mayo 25, 2019

Con el fin de reducir la contaminación del aire y mejorar la salud de la población, se toman diversas medidas en todo el mundo. El pasado 20 de mayo fueron presentados los resultados de un estudio de una revisión sistemática de las evidencias realizado por epidemiólogos de la Universidad Ludwig Maximilians de Munich (LMU). La conclusión principal, se recomienda, entre otras cosas, evaluaciones sólidas de acompañamiento que utilicen mejores diseño en sus estudios. Los investigadores querían averiguar qué medidas protegen mejor contra la contaminación del aire y al parecer el asunto no es tan sencillo (https://www.uni-muenchen.de/forschung/news/2019/burns_cochrane.html#top).
Los autores del nuevo estudio, dirigido por el grupo de investigación de la profesora Eva Rehfuess de la IBE en la Escuela de Salud Pública de Pettenkofer, brindan la primera revisión sistemática con el objetivo de identificar y evaluar críticamente todos los estudios que evalúan el impacto de las medidas destinadas a mejorar la calidad del aire. En el trabajo se analizaron 42 estudios sobre 38 acciones que deberían mejorar directa o indirectamente la calidad del aire. Estas van desde aquellas para reducir el tráfico de automóviles hasta la regulación de las emisiones industriales y las nuevas opciones para sistemas de calefacción de hogares más limpios y eficientes.
A la fecha, se señala en la comunicación sobre el estudio, que con el fin de reducir la contaminación del aire por partículas, óxidos de nitrógeno y otras sustancias nocivas y, por lo tanto, proteger la salud de la población, se utilizan una gran cantidad de medidas en todo el mundo. Estas incluyen, por ejemplo, acciones regulatorias de las emisiones industriales, el establecimiento de zonas de bajas emisiones y el fortalecimiento del transporte público, así como prohibiciones o restricciones a la incineración de madera o carbón para la calefacción en hogares privados.
El vínculo entre estas acciones y la mejora de la calidad del aire y la salud parece obvio, pero en realidad es muy difícil cuantificar sus efectos. “Es todo un reto evaluar la introducción de una medida como la zona de baja emisión”, señala uno de sus autores, Jacob Burns, del Instituto de Procesamiento de Información Médica, Biometría y Epidemiología (IBE) de la Escuela de Salud Pública Pettenkofer de la LMU.
Los efectos negativos de la contaminación del aire en la salud pública relacionada con las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, entre otros, están bien establecidos. Pero es menos claro si las medidas diseñadas para mejorar la calidad del aire exterior realmente reducen la concentración de contaminantes presentes y mitigan sus efectos en la salud pública. “Es importante recordar cuántos factores influyen tanto en la calidad del aire como en las condiciones de salud relevantes”, dice Burns.
“Los niveles de consumo de energía en la industria, el transporte y los hogares domésticos desempeñan un papel importante en los niveles de contaminación del aire, al igual que el clima”, señala. Y con respecto a la salud, el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular, para citar un ejemplo, está influenciado no solo por las partículas y otros contaminantes que respiramos, sino también por numerosos factores de riesgos genéticos, fisiológicos y sociales. “Esto ilustra lo difícil que puede ser atribuir los cambios en las concentraciones de contaminantes del aire, el número de personas ingresadas en hospitales o las tasas de mortalidad a una sola medida”.
Estas dificultades se reflejan en la nueva revisión publicada por Cochrane. Cochrane es una red mundial de más de 13 mil investigadores, cuyo objetivo principal es mejorar la calidad de la base de conocimientos científicos en la que se basan las decisiones de política relevantes para la salud humana.
“En su mayor parte, los estudios que revisamos muestran efectos positivos o poco claros. Pero estos estudios difieren tanto entre sí que no podemos, con confianza, sacar conclusiones generales sobre qué funciona y qué no funciona “, explica Burns. Sin embargo, los epidemiólogos de LMU enfatizan que esto no es un argumento en contra de tales intervenciones. De hecho, los autores señalan explícitamente que “es importante enfatizar que la falta de evidencia de una asociación no es equivalente a la evidencia de no asociación”. Para ellos, el mensaje más importante es que “los métodos de evaluación en esta área deben mejorarse, para que los responsables de la toma de decisiones tengan una base confiable sobre la cual basar sus decisiones políticas “, dice la profesora Rehfuess.
En este estudio, los investigadores de LMU han realizado recomendaciones específicas, en particular con respecto al diseño de futuros estudios en esta área, pero algunas de ellas también están dirigidas a los responsables políticos. “En la actualidad muchos estudios se llevan a cabo de forma retrospectiva. Idealmente, la evaluación podría incorporarse en la planificación y la introducción de la medida”, enfatiza la profesora Rehfuess.
La pregunta es, ¿debería continuarse como siempre? Los investigadores de LMU dejan muy en claro, de ninguna manera, ya que millones de personas en todo el mundo se enfermarían o morirían prematuramente porque respiran aire contaminado. Y, de hecho, cualquier avance contra la contaminación del aire podría funcionar. Pero para demostrarlo científicamente, las acciones de aire limpio deben ir acompañadas de estudios mejores y más largo plazo, en donde se demuestre qué combinación de medidas ayuda mejor. Buscando aportar más objetividad a la discusión.