EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

México y sus gobiernos

Héctor Manuel Popoca Boone

Agosto 05, 2017

En 1964, en plena Guerra Fría, el gobierno de Estados Unidos mandató a todos los gobernantes de los países de América a romper relaciones diplomáticas con Cuba, gobernada por Fidel Castro. Todas las naciones acataron la instrucción imperial, excepto una: México, gobernado por Adolfo López Mateos. Con esa postura, nuestro país alcanzó gran prestigio y reconocimiento mundial por la muestra de dignidad y soberanía nacional demostrada.
Hoy, México, gobernado por Enrique Peña Nieto, se comporta como comparsa servil del gobierno de Estados Unidos, presidido por Donald Trump, al obedecer la instrucción de intervenir impúdicamente en los asuntos internos de Venezuela. Con esa posición, el gobierno mexicano abona en mucho al gran desprestigio mundial que ya tenemos como país amapolero, donde reinan las delincuencias, sicarios y crímenes de todo tipo.
En días anteriores, el secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Luis Videgaray, respondió a las palabras ofensivas dirigidas a Peña Nieto por el presidente Venezolano, Nicolás Maduro: “Cobarde es quien usa el poder para desmantelar la democracia”. Seguramente Videgaray no se acordó cuando recientemente el PRI usó a plenitud el poder gubernamental para joder a nuestra democracia electoral en el Estado de México y en otras entidades federativas.
Por otra parte, dice el dicho popular que “el que calla, otorga”. El Estado mexicano no respondió al requerimiento solicitado por la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, que estudia el caso de la masacre realizada por malos elementos del ejército mexicano en la comunidad indígena de El Charco, municipio de Ayutla, el 7 de junio de 1998. Ante tal incumplimiento, se abre la puerta para que la demanda de justicia pase a la Corte Interamericana de Derechos humanos para efectuar el juicio correspondiente. ¡Uf! Ya de por sí cargamos con muchas vergüenzas internacionales y ahora se añade otra.
En Guerrero, tanto el mal gobierno (en ciertas áreas) de Héctor Astudillo, como el de Evodio Velázquez en Acapulco (en casi todas las áreas), se declaran en quiebra financiera y con las arcas públicas vacías a causa de la mala administración de sus antecesores. Pero ellos, como autoridades que son, no han hecho absolutamente nada para aplicar las responsabilidades a aquellos ex gobernantes que lo ameritan. Eso demuestra que mientras siga la corrupción y la impunidad como formas de gobernar, permaneceremos en el hoyo negro en donde los malos gobiernos nos han colocado y no hay para cuando salir.
La oficina de gobierno a cargo del “maestro incómodo”, aduce ahora que no hay presupuesto público para instrumentar los componentes institucionales que integran la Alerta de violencia de Género, promulgada por el gobierno federal para Guerrero. En verdad que hay mucho de hipocresía al declarar lo anterior cuando transcurridos más de casi dos años no han querido iniciar, por ejemplo, la operación del Centro Comunitario contra la Violencia a la Mujer Indígena en el municipio de Ayutla, cuyo costo ascendió a más de dos decenas de millones de pesos. Y luego piden que les tengamos confianza, que Guerrero nos necesita a todos. Puras farsas y patrañas publicitarias.
Palabras de Evodio Velázquez, alcalde de Acapulco, sobre el grave problema de inseguridad pública que padecemos: “…es un problema estructural que dejamos avanzar muchos años atrás, y no echo culpas a un gobierno ni a otro, ni a un color ni a otro, más bien se ha descuidado la política pública que pueda combatir la delincuencia y la inseguridad”. O sea, digo yo recordando otra afamada frase predilecta de algunos políticos: “Ni sí ni no, sino todo lo contrario”.

PD. Chilpancingo, la capital del estado, prácticamente está cercada por los malosos: Ocotito-Petaquillas, Chilapa-Tixtla, Chi-chihualco, Tlacotepec-Zumpan-go, Quechultenango-Mochitlán. Por donde usted quiera evitarla, ahí se presentan. Solamente es cuestión de meses para que nos coloquen en un verdadero estado de sitio. ¡Sálvese quien pueda!