EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Mi hermano Gerardo…

Humberto Musacchio

Enero 10, 2022

LA REPÚBLICA DE LAS LETRAS

 

 

Se fue Gerardo de la Torre –colega, amigo, hermano mayor–, después de que perdió un ojo por un cuágulo que le impidió la circulación, como le ha sucedido a otros vacunados contra el Covid, ante lo cual callan piadosamente las autoridades sanitarias. Lo conocí en marzo de 1969 cuando llevé mi primera colaboración a Juan Rejano, director del suplemento cultural de El Nacional, donde también debutaba Gerardo. A partir de ahí fuimos amigos y me enteré de que era becario del Centro Mexicano de Escritores y que había publicado El otro diluvio, un libro –más bien un cuaderno– con algunos cuentos, uno de ellos en el lenguaje y tono de la Onda, algo a lo que nunca volvió. Contó que había pertenecido al taller de Juan José Arreola, que había estudiado teatro con Carlos Ancira y actuado bajo la dirección de su entonces cuñado José Agustín (después haría pequeños papeles en varios filmes). Dijo también que jugaba beisbol –era pítcher de la Liga Petrolera–, que había pasado por el Partido Comunista (al que volvería poco tiempo después) y por el espartaquismo. Todo eso delineaba una personalidad interesante, pero lo que imprimió a su autorretrato tintes épicos fue saber que era obrero de la refinería de Azcapotalco, donde encabezó el comité de lucha que apoyó el movimiento estudiantil de 1968.

Revueltas, el ejemplo

Obrero, comunista y escritor, era inevitable que Gerardo de la Torre tuviera una enorme admiración por José Revueltas, un ícono de la generación del 68. Esa mezcla de factores lo llevó a definirse en favor de la literatura proletaria, esa que habla de los trabajadores, sus grandes gestas, su vida. En 1969 Gerardo fue incluido en el libro Narrativa joven de México, de Xorge del Campo, y al año siguiente apareció El vengador, volumen de cuentos que evocan las luchas obreras de fines de los años cincuenta. Luego vino la novela Ensayo general, los relatos de Viejos lobos de Marx, Muertes de Aurora –quizá su mejor libro– y obras como Hijos del Águila (que ganó el premio literario que celebraba los 50 años de la expropiación petrolera), Los muchachos locos de aquel verano (Premio de Novela José Rubén Romero) y, entre muchos títulos más, Morderán el polvo, obra de 1999. Para entonces, Gerardo tenía casi treinta años escribiendo guiones de televisión y de cine (Plaza Sésamo, Tony Tijuana, Hora marcada, etcétera) y era un amigo muy apreciado por gente de cine como Juan Manuel Torres, Pedro Armendariz jr. y Felipe Cazals, con quien ganó un premio de guión en el Festival de La Habana. Dirigió por un breve lapso la Casa del Lago y dedicó varios años a la docencia en la Escuela de Escritores de la Sogem, agrupación donde perteneció al cuerpo directivo. Pese a su rica trayectoria, Gerardo de la Torre nunca perdió su sencillez, su frugalidad. Por todo eso era inevitabe admirarlo.

La ENAH, en la incertidumbre

Primero se dio a conocer un oficio emitido por la Secretaría Adminis-trativa del INAH que en su parte medular prohibía que se llamara a trabajar en 2022 al personal contratado como eventual en 2021, lo que suscitó la justa y muy explicable protesta de la comunidad de la Escuela Nacional de Antropología e Historia; acto siguiente: el director de la ENAH, Hilario Topete Lara, explicó que eso causaría un daño irreparable a la institución a su cargo, que viene trabajando con eventuales desde hace décadas; luego vino una aclaración del INAH, que nada aclaró, pues habría recontratación, pero sería la burocracia del INAH la que decidiría quién se quedaba y quién se iba. Nueva protesta y otra aclaración poco clara, esta vez del señor Jesús Ramírez Cuevas, quien prometía que se iba a respetar a la escuela y a su personal, pero no dijo cómo; nuevas protestas y como respuesta más palabrería burocrática. En suma, el gobierno federal alista nuevos despidos masivos para que a la ENAH le alcance el presupuesto miserable que le asignó la Cámara de Diputados. El conflicto continúa y es muy probable que, como en el caso del CIDE, las autoridades opten por darle larga esperando que se pudra, mientras continúan los ataques contra las universidades y se tilda de fifí toda actividad intelectual. Una guerra en toda forma contra las comunidades pensantes.

Breviario…

Tradicionalmente, cuando están cerrados los canales de comunicación, los movimientos sociales recurren a las pintas para expresarse. Pero hoy, cuando la sociedad ha ganado el derecho a manifestar la inconformidad, resulta estúpido pintarrajear monumentos como han hecho las faminazis y ahora algunos muchachos de la ENAH, escuela que, entre otras cosas, educa para preservar el patrimonio histórico. ¡Cuidado! @@@ Cecilia Graciela Mingüer Vargas, ex directora del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, “desapareció” la noche del 25 de diciembre. ¿Ya la encontraron? ¿Qué le pasó? @@@ El Museo de la Academia de Hollywood, en Los Ángeles, inició un ciclo de homenaje a Roberto Gavaldón con la película La Rosa Blanca, recientemente restaurada. Lamentablemente, la exhibición no contó con la banda sonora restaurada que entregaría la Fonoteca Nacional. Consecuencias de los míseros presupuestos del área cultura.