EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

¿Mi vecino produce fentanilo?

Silber Meza

Noviembre 06, 2021

DE NORTE A SUR

 

Será muy difícil olvidar una frase que dijo Jesús Aguilar Padilla, ex gobernador de Sinaloa, cuando se conoció que a sólo una cuadra de la Casa de Gobierno, su vivienda, existía una cueva de la delincuencia organizada: “por desgracia, y esto no lo podemos evitar, en un momento dado cualquiera de nosotros puede ser vecino de una casa de seguridad, de una célula de sicarios o de algún miembro de la delincuencia organizada”.
Fue, seguramente, la declaración más acertada de su sexenio, que duró de enero de 2005 a diciembre de 2010.
Y vaya que sucede. Apenas hace un par de días el gobierno federal dio a conocer que decomisó la mayor cantidad de fentanilo en la historia del combate a las drogas. Lo hizo en Culiacán, Sinaloa, la capital de operaciones del cártel que lleva el nombre del estado, pero también conocido como “del Pacífico”.
En un comunicado, la Secretaría de la Defensa Nacional dio a conocer que detuvo a Armando N, alias El Inge, presunto líder de una célula delictiva dedicada a la producción de esta droga sintética, y a cuatro de sus colaboradores.
El precio estimado del fentanilo puro decomisado es de 970 millones de pesos. Grosso modo, es la producción de seis semanas de actividad, ya que decomisaron 118 kilogramos y la producción del laboratorio es de 70 kilogramos por mes.
Uno de los elementos que más me llamaron la atención de este caso fue la vivienda que utilizó el crimen para instalar su laboratorio. Usualmente se informa que estos centros de producción de drogas se hallan a las afueras de la ciudad, en zonas rurales e incluso en áreas costeras de difícil acceso, sin embargo, aunque no se comunicó el lugar exacto de la propiedad, cuando se conoció la noticia diversos ciudadanos ubicaron el sector.
Se trata de un barrio de clase media, tal vez media alta, donde las casas valen entre 3 y 3.5 millones de pesos. Independientemente de si la propiedad fue rentada por los delincuentes o es de su propiedad, es claro que utilizaron un lugar céntrico, poblado y de alto costo para el bolsillo común de la población.
Vivo en Culiacán y siempre me he preguntado quiénes son mis vecinos en realidad. Algunos tienen una actividad muy clara: son profesores, jubilados de una compañía de Estado, agricultores, comerciantes; otros se muestran extraños. Usan ropa y vehículos de alto costo, como camionetas Mercedes Benz último modelo, pero no se conoce en qué trabajan ni se ven en alguna actividad regular de manera pública.
Y sí, a veces sospecho de un vecino o de otro, pero siempre me quedo con la duda porque ni intento investigarlos.
Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos, el fentanilo es un fuerte opioide sintético similar a la morfina, sólo que entre 50 y 100 veces más potente, es decir adictivo.
“En la actualidad los opioides sintéticos –incluido el fentanilo– son las drogas más comúnmente asociadas con las muertes por sobredosis en Estados Unidos. En 2017, el fentanilo fue parte del 59.8 por ciento de las muertes relacionadas con opioides, comparado con el 14.3 por ciento en 2010”, se lee en el portal www. drugabuse.gov.
Es la droga que trae en jaque a Estados Unidos y por la que está presionando duro a México. La detención fallida y solicitud de extradición de Ovidio Guzmán López estuvo asociada a esa droga. El hijo de Joaquín El Chapo Guzmán es señalado como uno de los principales introductores de fentanilo al país vecino del norte.
La capital sinaloense –en particular su aeropuerto– se ha convertido en un sitio recurrente en el decomiso de fentanilo.
En noviembre de 2020 se informó que en el Aeropuerto Internacional de Culiacán elementos de la Guardia Nacional hallaron unos botes de plástico con 3 mil pastillas de fentanilo. Iban escondidas en unos recipientes que traían supuesto medicamento veterinario. Se dirigían a Chihuahua.
El 8 de enero de este año, también en el Aeropuerto Internacional de Culiacán, el gobierno mexicano informó que integrantes de la Guardia Nacional, con apoyo de un binomio canino, incautaron unas mil pastillas de fentanilo que eran transportadas en un estuche de perfume para mujer. El destino era un domicilio de Reynosa, Tamaulipas.
La producción de fentanilo en México crece tanto como el mercado en Estados Unidos, y los laboratorios se están instalando en cualquier lugar de la ciudad, no importa el precio económico que el crimen tenga que pagar. Por eso seguramente veremos más hallazgos como el de hace dos días. Observaremos que los laboratorios clandestinos pueden estar en cualquier colonia, sea popular o de alto poder adquisitivo.
Tal vez tengamos uno de vecino y no lo sepamos.