EL-SUR

Martes 16 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Miniatura a escala de Retrato de una dama 

Federico Vite

Mayo 12, 2020

Jeffrey Eugenides seguramente es conocido por quienes hayan leído Las vírgenes suicidas (1993), primera novela potente y bien resuelta. Narra la historia de cinco hermanas adolescentes que se suicidan bajo la mirada atónita de los muchachos del barrio. Su segundo libro, Middlesex, posee una prosa floja, una exposición torpe del tema y trucos baratos del realismo mágico que no funcionan como uno hubiera esperado. Pero con Middlesex (todo es raro en materia literaria) obtuvo muchísimos lectores; también, el premio Pulitzer. La historia de Cal Stephanides, quien tuvo una vida como hombre y como mujer, le dio todo.
La tercera novela, The marriage plot (Fourth State, Gran Bretaña, 2011, 406 páginas), es un relato realista con afortunadas escenas de intimidad y una preclara indagación sobre el inicio de la vida laboral. Narra la vida de tres estudiantes que se graduaron de la Universidad de Brown en 1982: Madeleine Hanna, una atractiva mujer blanca de clase media; Leonard Bankhead, novio de Madeleine, alguna vez brillante, melancólico, carismático y pobre; Mitchell Grammaticus, un griego de Grosse Pointe, Michigan, que alterna amorosamente entre Madeleine y Dios.
El libro arranca el día en que los tres personajes deben asistir a la ceremonia de graduación; posteriormente, el narrador regresa a la vida universitaria para contarnos las historias de fondo, luego vuelve al presente, justamente el año que siguió a la graduación. Mitchell se dirige a Europa, después a la India, en busca de santidad; los otros actantes se quedan en Cape Cod: Leonard trabaja en un laboratorio de genética y Madeleine busca culminar su tesis sobre “La trama nupcial” (traducción de marriage plot, término usado en círculos académicos para clasificar una historia que recrea los rituales de cortejo entre un hombre y una mujer, así como los obstáculos que enfrenta esa pareja en su camino hacia el altar). Pero la novela no es una comedia romántica, ni detalla las peripecias de una mujer blanca heterosexual en busca de marido. El libro se asoma a esa espinosa región de la vida que conocemos como la etapa adulta, justo el tema primordial de las novelas de Eugenides.
En The marriage plot hay una subtrama de corte metaliterario que me parece atractiva, pues el interés académico de Madeleine tiene que ver con las novelas de la época victoriana que lee y las reflexiones derivadas de esos libros, pero no encuentra en la ficción lo mismo que en el ensayo; de hecho, le parece que Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes, configura su existencia. Y con ese molde vital y apasionado enfrenta las confusiones sentimentales que le depara la vida. Este personaje se nutre, de manera inusitada en las novelas de trama nupcial, de libros. Es un gesto metaliterario que acerca a Madeleine con Isabel Archer, protagonista de un libro fundamental que ayuda a comprender la emancipación de la mujer: Retrato de una dama, de Henry James.
A la par del anecdotario sexual y amoroso de los personajes, el autor perfila una preocupación estética relacionada con la vida universitaria; algo similar a lo explorado en The art of defense, de Chad Harbach; The human stain, de Philip Roth; The rules of attracction, de Bret Easton Ellis; Pnin, de Vladimir Nabokov; y I am Charlotte Simmons, de Tom Wolfe. Aunque la mirada del autor en The marriage plot (la versión en castellano se titula La trama nupcial y fue publicada por Anagrama en 2013) analiza el bluff que ejercitan los alumnos con tal de aparentar más de lo que saben, porque desde esa etapa vital se construye el súper ego de los futuros escritores, una fuerza que no deja en paz ni a Dios ni al diablo. Cito al autor: “Las estanterías mostraban al Kafka habitual, el Borges obligatorio y el Musil que anotaba puntos”. Lo triste es que todos ellos deben suspender el entrenamiento del bluff para buscar nuevas formas de existir en el mundo.
Madeleine es el único personaje que descubre su vocación; lo irónico es que se convierte en una feminista que estudia la novela victoriana con ahínco y tesón, aunque sus reflexiones literarias no son expresadas en diálogos o monólogos; más bien, se muestran cuando ella interactúa físicamente con Leonard y con Mitchell. Son acciones que no culminan en un matrimonio feliz.
Es imposible no pensar en Jonathan Franzen (The corrections) y en David Foster Wallace (Infinite jest) al terminar de leer esta novela. Noto que subyace en The marriage plot esa inclemente preocupación por el paso del tiempo, porque el tiempo, ya lo sabemos, destruye todo. Prueba de ello es que mientras escribo este texto, ilusionado con la vida de tres personajes, llega la terrible noticia del fallecimiento de mi hermano Carlos Quintana López. Pienso que nosotros, que nos hermanamos en la universidad de la vida, también nos titulamos, y de manera irrevocable. Pero salvando momentáneamente el escollo que deja la muerte, me queda claro que Eugenides domina su oficio; el tema que ha elegido, quizá, sea el asunto que mantiene a este autor anclado a un continente de escritores de segunda fila, aunque su solvencia narrativa sea de primer nivel. Siempre será necesario considerar un buen tema para aspirar a las grandes ligas literarias, aunque esas grandes ligas no siempre tengan mucho que ofrecer en materia narrativa. Aunque eso es otra historia. Que tengan un saludable martes.