EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Molde nacido de la historia y el cine de Serbia

Federico Vite

Septiembre 22, 2020

 

Bajo el techo que se desmorona (Traducción de Dubravka Sužnjevi?. Sexto, Piso, México, 2014, 170 páginas), de Goran Petrovi?, muestra una ruta bastante atractiva para quienes desean conocer la historia reciente de Serbia. El autor toma como base de su novela un hecho histórico y fabula al respecto.
Durante una tarde dominical de 1980, aproximadamente treinta personajes se reúnen en el cine Uranija, en Kraljevo, para ver una película. Se interrumpe la proyección; se encienden las luces y a trompicones una azafata anuncia la muerte del camarada Tito. En torno a este acontecimiento, Petrovi? teje una historia que representa a una sociedad convulsa.
La sala de proyección del cine Uranija se encuentra en lo que fue el Gran Hotel Jugoslavija. El techo de esa estructura majestuosa estaba cubierto por un papel tapiz que ofrecía el espejismo de un límpido cielo estrellado. Justamente bajo el cielo, los personajes se enteran de la muerte del mariscal Tito (Josip Broz), principal arquitecto de la segunda Yugoslavia, una federación socialista que existió desde la Segunda Guerra Mundial hasta 1991. Se convirtió en el único líder socialista que desafió el liderazgo de Stalin. Esta ruptura con la URSS le dio reconocimiento internacional. En 1948, entusiasmado por crear una economía fuerte, creó un plan de desarrollo independiente de Moscú; a la postre, este y otros proyectos lo hicieron ver como un insurrecto exitoso. En suma, Tito se distanció de Stalin. Tito le dijo que no al poderoso. Los personajes de esta novela refieren la conversación entre Tito y Stalin; enfatizan el no rotundo del mariscal y a partir de ese recuerdo generacional se desprenden los correlatos de este libro en el que la geografía (una forma de amueblar la memoria) de un pueblito de Serbia sirve muy bien para ilustrar la historia convulsa de los Balcanes.
Dicho lo anterior, volvemos al redil. Durante la Segunda Guerra Mundial, tras el arribo del comunismo, el Gran Hotel Jugoslavija fue nacionalizado. Perdió glamour, elegancia y su aura aristocrática. Se convirtió en el cine Uranija, donde se proyectaban únicamente películas soviéticas yugoslavas. La ideología en el cine fue total.
Goran tiene como punto de encuentro el cine y la historia. Muestra los rumbos extravagantes de la militarización y cierra la pinza que se abrió con la negativa de Tito a Stalin al enunciar la muerte del mariscal.
Bajo el techo que se desmorona sigue la estructura clásica de una novela (inicio, desarrollo, conflicto, desenlace y final), aunque la complejidad en el enramado de la trama está justamente en el desarrollo, no siempre exhaustivo, de las subtramas protagonizadas por los cinéfilos, quienes se ven afectados por la muerte de Tito. ¿Cómo deteriora ese hito a los parroquianos del cine Uranija? Este hecho se consuma por sutilezas que poco a poco se transforman en una fisura existencial.
Más que hablar de personajes, el autor refiere caracteres que frecuentaban el cine. Desde la perspectiva del señor Svabi?, amo y señor del cuarto de proyección, describe a los actantes: el portero, el taquillero, la gente de limpieza, los cinéfilos. Refiere brutalidades militares y sutiles afectos entre vecinos. Une los trozos de varias cintas para crear su propia película. Ese filme medía catorce kilómetros y narraba, de manera alegórica, fragmentos de la historia reciente de Kraljevo. Pero mientras se hace la reconstrucción del fin de una época, el autor fragua otra guerra, aunque esa historia ya no corresponde al libro que hoy comento, pero Goran sugiere perfectamente el porvenir catastrófico de lo que se conoce como balcanización (término geopolítico que se usa para describir el proceso de fragmentación de una región o estado en partes o estados más pequeños que son, por lo general, mutuamente hostiles; no cooperan entre sí).
Destaco, en especial, el sentido del humor que usa Petrovi? para referir estos hechos trascendentales. No ahonda sicológicamente en los personajes, pero revela el impacto de la historia de Serbia en la treintena de caracteres que habitan Bajo el techo que se desmorona.
Ejemplifico con una escena el tono jocoso al que recurre Goran para refrescar la historia. Se cuentan varias andanzas de un ridículo, pero fervoroso comunista al que se le levanta el brazo automáticamente, dispuesto siempre a votar a favor de su partido. No es un tic sino una forma de encarar la existencia. Dice sí a todo lo que venga de su estirpe política. Dice sí a todo sin analizarlo. Este tipo de personajes modula la tragedia de un país, pero no la diluye. Petrovi? conserva el desencanto, pero en un tono sumamente coloquial, aspecto que se agradece, porque eso permite al lector explorar desde varios registros el caos en Serbia.
Por encima de las lecciones de historia, este libro obedece a una estética atractiva. Hablo del cine-relato. Es decir: una narración basada en una película e ilustrada con ciertas escenas de ese filme. Aunque la innovación de Petrovi? en este subgénero radica en crear un relato basado en un cine y detalla, por escenas de los filmes ahí vistos, aspectos esenciales de los personajes que frecuentaban esa sala de proyecciones. Goran no sólo usa las escenas de algunas películas sino que crea una película (proyecto del señor Svabi?) para ilustrar mediante símiles la historia de un país.
Este proyecto apunta hacia la metaficción, aunque se deslinda de ese corsé para ingresar a un ejercicio narrativo que aprehende la historia reciente de la Península Balcánica.
Petrovi? narra la historia del auge y la caída del cine como un símil de Serbia. Resta decir que la fusión entre cine y realidad deriva en un artefacto afortunado que llaman cine-nouvelle. Este es un buen ejemplo.