Abelardo Martín M.
Octubre 09, 2018
Cuando la cabeza se descompone, el resto de los órganos del cuerpo siguen ese camino hasta producirse un desorden difícil de prever y mucho menos resolver. Por eso la propuesta de Andrés Manuel López Obrador es modificar la realidad de los estratos superiores del gobierno para que el mal ejemplo deje de cundir y las conductas torpes e irresponsables se detengan. Las campañas electorales dejaron un resultado abrumador para quienes apoyan el inaplazable e inminente cambio, pero las secuelas de irresponsabilidad, de abuso y de posibles delitos, continúan sus nefastas consecuencias. Una de las víctimas del último proceso electoral ha sido, precisamente, nuestro medio de información.
Llegó un momento crítico para nuestro periódico, El Sur, agobiado como todos los medios impresos por el desplazamiento de la información y la comunicación hacia las nuevas tecnologías, por la disminución de las entradas de publicidad, antes particularmente crecidas en épocas de campañas electorales, lo cual ya no ocurrió esta vez por la misma dinámica descrita, pero sobre todo asfixiado por la deuda que dejó impagada el ex alcalde acapulqueño Evodio Velázquez, en su desastrosa administración.
Hace apenas pocas semanas Evodio presumía que dejaría el ayuntamiento que encabezó sin deudas contraídas durante su gestión y con cuentas claras. Mentía. Conforme pasan los días se acumulan las quejas y reclamos por todos los compromisos incumplidos: 200 millones en pensiones a jubilados, 50 millones a constructores por diversas obras en el puerto, entre las más notables.
Como resultado de ese pasivo, El Sur se ve obligado a “achicarse” y a emprender una recomposición para mantener la vigencia de este medio “contra viento y marea”, según informó detalladamente nuestro director general, Juan Angulo.
Así es como transcurre la vida pública en Guerrero y en el puerto, entre otros factores por gobiernos municipales y estatales que han hecho del desastre una norma administrativa. No es casual que la alcaldesa Adela Román, al tomar posesión de su cargo, se haya referido al momento actual como una emergencia. Gobiernos erráticos y políticas públicas equivocadas han conducido a la ruptura del orden social y de la convivencia pacífica. No sólo de dinero es la deuda que heredó la primera mujer que despachará en la Presidencia Municipal de Acapulco.
Lo bueno es que tendrá apoyo al más alto nivel. Al término de su reunión privada con el gobernador y la recién instalada alcaldesa del puerto, a la que asistieron legisladores federales y locales así como representantes del Poder Judicial el miércoles pasado, el presidente electo ubicó como uno de los principales problemas de Guerrero el de la inseguridad y la violencia.
Ahí, López Obrador anunció que apoyará el esquema de mando único, con el apoyo y la coordinación de la Policía Federal, el Ejército y la Armada, además de construir algo que llamó “guardia de paz”.
No fue la única visita relevante reciente en el estado. Un par de días después, en Teloloapan, donde el secretario de la Defensa acudió para inaugurar la sede del 41 batallón, compuesto por 559 elementos de tropa, el general Cienfuegos consideró que la legalización del cultivo de amapola puede ser una salida a la problemática de violencia que vive la región.
Como se recuerda, esta idea lleva años rondando el escenario guerrerense; retomada por el gobernador Astudillo al inicio de su gobierno, hace unos meses se convirtió en una petición aprobada por el Congreso local para que a nivel federal se considere su viabilidad.
El domingo, en seguimiento del tema, la futura secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, reiteró que el gobierno de López Obrador tendrá una nueva política hacia las drogas, pues se pretende legalizar la mariguana para usos lúdicos y medicinales, y la amapola sólo para usos médicos.
Mientras ello ocurre, para lo cual seguramente falta un largo camino, el cultivo y el comercio de estupefacientes sigue siendo la causa de la incontrolable violencia en vastas zonas del país, señaladamente en las montañas sureñas.
La instalación del batallón 41 es por sí misma muestra de una escalada militar que desde hace dos sexenios ha sido el único tratamiento ante una problemática compleja. Pero ni militares ni policías han podido erradicar al crimen organizado.
La receta se repite una y otra vez sin que la situación mejore, por el contrario, cada vez hay más muertos, más sangre, más violencia.
En ese contexto fue que hace diez días un operativo de fuerzas policiacas y militares federales junto con la Policía y la Fiscalía estatales, intervinieron y desarmaron a toda la policía municipal de Acapulco, ante la sospecha de que tiene nexos con los grupos criminales.
Pero ya ni eso inhibe a los delincuentes. El pasado viernes, nada menos, fueron atacados dos sitios de taxis en territorio acapulqueño; hubo camionetas quemadas, un taxista muerto y varios heridos.
Y mientras el frente de la seguridad sigue en ebullición, en las cuestiones sociales también está caliente el ambiente.
Luego de que el presidente electo decidiera cancelar los cinco foros regionales por la paz aún pendientes, lo cual “obedece a la necesidad ya urgente de sistematizar las propuestas recibidas” a lo largo de dos meses, un encuentro que sí estaba programado, el foro de educación en Acapulco, hubo de suspenderse ante la irrupción violenta de la CETEG en el Centro de Convenciones de Acapulco.
Después, todo fueron lamentaciones: de la propia CETEG, que calificó a la reunión como “una farsa” y criticó la falta de tacto político del gobierno que está por llegar; del próximo secretario de Educación federal, Esteban Moctezuma, quien hizo el recuento de 17 foros similares ya realizados en otros tantos estados, “de forma abierta, democrática, y con un diálogo incluyente”, y aseguró que estos hechos no impedirán que se lleven a cabo los foros que faltan; de los organizadores, que sin embargo dieron a conocer que sí pudieron aplicar la encuesta “Por un Diálogo Educativo”, y recibieron más de mil 300 ponencias que serán analizadas para su sistematización, y del gobernador Héctor Astudillo, quien reprobó los hechos violentos “que impidieron el diálogo”.
Lo evidente es que no será fácil lograr la reconciliación y la paz que se han fijado como objetivos para el gobierno próximo. Ni en el país ni en Guerrero. En el estado hay demasiadas heridas abiertas, y ánimos de enfrentamiento que deben ser atendidos si se quiere trazar un nuevo rumbo y avanzar sin los lastres que hoy se advierten en cada asunto.
Así seguirán las cosas mientras no haya una mejor estrategia. Veremos a partir de diciembre. Y veremos también, el fortalecimiento del proyecto periodístico de El Sur.
Esta no es la primera ni la última crisis que ha vivido nuestro periódico. Su compromiso con quienes no tienen voz se mantiene inalterable, la disminución de recursos económicos nos fortalece porque nos obliga a nunca perder el objetivo de ser fiel reflejo de los problemas de la sociedad y nunca ser reproductor de lo que quieren o desean los gobernantes. La gobernabilidad se construye de la base a la cúspide y nuestro periódico, El Sur, aclara sus objetivos, sus miras, sus tareas diarias con quienes nunca lo defraudarán, sus lectores.