EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Mónica Ojeda: la valentía de escribir mal

Adán Ramírez Serret

Julio 03, 2020

El boom latinoamericano encabezado por Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa –por citar a los escritores de los grandes reflectores–, redimensionó para siempre la literatura en español de América.
Además de una poética y un gran talento, estos autores se volvieron estrellas a nivel mundial, y aunque vinieran de países como México, Colombia o Perú, eso no significaba que no tuvieran la estatura de cualquier autor de Francia, Alemania o Inglaterra; al contrario: su condición era un privilegio junto a su gran talento y erudición.
Fueron, junto a figuras como Pablo Neruda o Jorge Luis Borges, escritores no sólo que trascendieron su zona, codeándose y enfrentándose a quien fuera; sino que también revolucionaron la literatura mundial permeando en una buena parte de los autores del siglo XX.
Ahora, sucede algo similar con un boom de mujeres: Fernanda Melchor, Samanta Schweblin y Mónica Ojeda (Guayaquil, Ecuador, 1988), por tan sólo mencionar algunas, que dejaron atrás de manera contundente el estigma de “literatura femenina” que a sus antecesoras las persiguió y les impidió ser tomadas en serio.
Dice Ojeda: “Las niñas debían escribir cosas bonitas, blancas como el mantel o la hoja de su cuaderno, cosas como las nubes, las sonrisas y las mariposas”.
Su lucha, la diferencia desde donde escriben, no va ahora contra autores de otros países, como en el boom, sino con quienes se enfrentan es contra los autores de su propio país, con los varones; lo hacen en el sentido de la literatura a secas, ya no varonil ni femenil, la más potente y novedosa está escrita por mujeres. Se acabaron la etiquetas sexistas, al menos en este terreno por ahora.
Basta con abrir las primeras páginas de Nefando para descubrir que se trata de otro tipo de literatura. Una nunca vista hasta ahora y esta novela en particular de Ojeda, escrita con un virtuosismo enorme.
Así como el boom revitalizaba la poética literaria con una visión latinoamericana, indígena, marginal; el boom femenino desprecia las buenas letras y toda afectación literaria y retoma temas tabúes como el porno, los videojuegos, la academia literaria, el cine gore y la ciencia ficción, tan sólo por citar algunos.
Todo visto y descrito desde otra visión, una novedosa y salvaje. Dice Ojeda en Nefando, “escribió las malas palabras que una niña jamás debe pronunciar pero que todos decían en la calle y en la televisión e incluso en la escuela, en voz baja, formando una concha con la mano sobre la boca o tragándose lo dicho inmediatamente después de soltarlo”.
Nefando es una novela extraña, un laberinto que incita al lector a perderse con el placer del suicida. Se trata de un grupo de jóvenes, ecuatorianos, mexicanos y catalanes que a partir de sus talentos e historias personales, crean un videojuego que suben a la red en el que se representa el momento en que fueron abusados sexualmente –los mexicanos–, por sus padres.
Dice unos de los personajes: “La pornografía infantil. Es entendible que pensara mucho en ello, pero es que decía cosas muy extrañas, tío; decía que ese era el tabú de nuestra época, que si había algo que nuestras sociedades no soportaban era la sexualización de la infancia”.
Pero todos estos temas en Mónica Ojeda no están puestos en escena a manera de denuncia, sino como un ejemplo de cómo funciona el mundo. Esta nueva forma de ver las cosas obliga a pensar de manera diferente, a no olvidar que de aquello que no se habla, existe, y enfrente de nosotros.
Nefando es un descarnado y literario análisis de nuestro presente. Es una novela en donde la autora encontró la valentía necesaria para “escribir mal”.
Mónica Ojeda, Nefando, Ciudad de México, Almadía, 2019. 197 páginas.