Las elecciones de este domingo pasado 5 de junio del 2016 reflejan lo que es el sistema político y electoral en México, que tiene reglas a modo para que los partidos tradicionales y sus aliados que firmaron el Pacto por México mantengan sus posiciones de poder, confirma el descrédito de la política mediante campañas de guerra sucia en donde prevalecen los denuestos, agresiones verbales y a veces físicas en vez de proyectos de renovación, pero por otra parte, a pesar de las prácticas nocivas que tiene enraizado el régimen, se acrecienta una tendencia de la reivindicación de la política como medio de transformación y una ciudadanía cada vez más participativa en los asuntos públicos que expresa mediante el voto, por la vía pacífica su rechazo a las políticas del actual gobierno federal y a los gobernantes en los estados.
1.- El balance general de los resultados electorales refleja un descontento de los ciudadanos y un voto de castigo al gobierno de Peña Nieto, a los gobernadores de los estados y al jefe de gobierno del Distrito Federal, quienes fueron los grandes perdedores de esta contienda electoral. La corrupción, la inseguridad, la pobreza, la disminución del poder adquisitivo del pueblo, son los factores fundamentales que explican las causas de la debacle de un régimen político autoritario que regresó al poder en el 2012 con las viejas prácticas de compra del voto, pero que ahora, ante el incumplimiento de sus promesas, ante la demagogia esparcida en las campañas electorales, recibe el rechazo de los electores.
2.- En este reacomodo político electoral, el modelo tradicional de partidos políticos en México se trastoca, agarra por sorpresa a la clase política en el poder público, sorprende sus escenarios de normalidad, y es aquí cuando aparece la nueva fuerza popular aglutinada en Morena bajo la conducción de Andrés Manuel López Obrador, que con apenas dos años de registro legal incursiona en el espectro social y político del país, sin recursos financieros, contra las estructuras gubernamentales que controlan programas de beneficencia, recursos financieros y humanos, contra el derroche de dinero de procedencia ilícita, con propuestas de programas sociales de apoyo a los grupos vulnerables, a los más pobres y necesitados de la sociedad, con un proyecto de una distribución justa de la riqueza, de bienestar social, y combate a la corrupción e inseguridad que atrae a las grandes capas de la población.
3.- A la ciudad de México, el epicentro político, social, cultural y económico del país, el PRI, PAN, PRD, y todos sus aliados, la convirtieron en un ensayo autoritario, contra-democrático, puesto que aprobaron un constituyente de origen ilegítimo en donde el 40 por ciento de sus integrantes no lo eligió el pueblo, sino el dedazo del Pacto por México; estos partidos se auto asignaron sin el voto popular 28 constituyentes y le conceden la gracia a los autócratas Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera, que a su capricho designarán cada uno seis constituyentes sin pasar por las urnas ciudadanas. Es por ello que el PRI, con un 8.9 por ciento de la votación obtiene 21 constituyentes con lo cual recibe ilegítimamente una sobrerrepresentación de más 12.71 por ciento; el PRD se adjudica 29 constituyentes –una mayoría ficticia– con lo cual se sobrerrepresenta con el 10.03 por ciento; y el PAN con el 10.37 por ciento de la votación logra 14 constituyentes con una sobrerrepresentación del 3.63 por ciento. Ésta es la simulación democrática de México.
4.- Pero dentro de todo este alud de autoritarismo y antidemocracia, del derroche del dinero, de las campañas negras, de la injerencia de la delincuencia organizada, de la compra del voto, la nueva fuerza política emergente, la única oposición en México que es el partido Morena, irrumpe en el escenario político nacional, a pesar de todo el aparato del Estado, de los factores reales de poder, Morena, con campañas honestas y cercanas a los electores logra votos del pueblo muy importantes en Oaxaca, Veracruz, Zacatecas, y vuelve a ganar la mayoría de la Ciudad de México, con lo cual, bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, se enfila a ganar la presidencia de la República en el 2018.

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