EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Mujeres líderes

Margarita Warnholtz

Julio 08, 2016

Hace poco tuve el privilegio de convivir por varios días con un grupo de mujeres indígenas excepcionales. Todas ellas se dedican a trabajar por sus comunidades y su gente en diversos campos. Tienen historias similares, han sido víctimas de discriminación por ser indígenas, por ser mujeres y por ser pobres; y muchas de ellas han sufrido distintos tipos de violencia. Todas recorrieron un largo camino, superando toda clase de obstáculos, para poder estudiar y después dedicarse a apoyar a la gente de su pueblo, a sus semejantes.
Eran mujeres de diversos estados del país y de otros países de América Latina, reunidas en el VII Diplomado para Fortalecer el Liderazgo de Mujeres Indígenas, organizado por el Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC) de la UNAM.
Conocí a Verónica, mujer rapanui de la Isla de Pascua, que vino desde allá, acompañada por los espíritus de sus ancestros, buscando información para poder proteger la propiedad intelectual de las creaciones artísticas de su pueblo. A Ana Laura, triqui de Oaxaca que trabaja con niños indígenas migrantes en la Ciudad de México; y a Carolina, mazahua del Estado de México que con mucho esfuerzo salió de su comunidad para estudiar y ahora es consejera indígena de la comisión de derechos humanos de su estado. Conocí también a mujeres de Guatemala y de El Salvador que vivieron la violencia de la guerra cuando eran niñas, y ahora luchan por mejorar las condiciones de vida en sus comunidades. Y así como ellas, a muchas otras.
En total, eran 36 alumnas del diplomado, que llegaron cada una con una propuesta específica para incidir en sus comunidades. Algunas para rescatar y fortalecer su idioma materno, otras para enseñar a las mujeres indígenas sus derechos, o para apoyar a las que son víctimas de violencia. Unas más, con propuestas para mejorar los servicios de salud de su pueblo, o para luchar contra el uso excesivo de agroquímicos que dañan la salud, o para trabajar con adultos mayores, o con jóvenes migrantes, entre otros temas.
Las principales maestras del diplomado, fueron tres grandes luchadoras: Mirna Cunningham, miskita de Nicaragua; Otilia Lux de Cotí, maya k´iché de Guatemala; y Nina Pacari, kichwa de Ecuador. Cunningham fue la primera mujer miskita que estudió medicina, trabajó como funcionaria del ministerio de salud de Nicaragua en diversos cargos, fue gobernadora de su región y fundadora y rectora de la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense. Otilia Lux formó parte de la Comisión del Esclarecimiento Histórico sobre la violación de los Derechos Humanos y hechos de violencia en Guatemala, fue ministra de Cultura y Deportes de su país y representante ante el Consejo Ejecutivo de la UNESCO. La abogada Nina Pacari participó en la elaboración de la Constitución de 1997 de Ecuador, fue congresista, ministra del Exterior y jueza de la Corte Constitucional de su país. Las tres han sido expertas integrantes del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de Naciones Unidas.
Asistieron también como docentes reconocidas líderes indígenas mexicanas, como Martha Sánchez Néstor, Margarita Gutiérrez, Sofía Robles y la poeta Irma Pineda, quienes también compartieron sus conocimientos y experiencias con las alumnas.
En la organización del diplomado participó también la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México y se contó con financiamiento del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe y de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Se abordaron temas como derechos indígenas, derechos de las mujeres, acceso a la justicia, el buen vivir, la historia de los movimientos indígenas de América Latina, el derecho al territorio, saberes ancestrales e interculturalidad, entre otros. Se trató además de manera particular la espiritualidad.
Las asistentes al diplomado, además de aprender sobre los diversos temas que se expusieron, compartieron entre ellas sus historias y experiencias, de vida y de lucha; y se dieron cuenta de que no están solas, de que en toda América Latina la situación de los pueblos indígenas es similar y de que hay muchas mujeres como ellas. Salieron del curso fortalecidas, con nuevas aliadas y con más ganas de seguir luchando por sus pueblos. Eventos así, valen la pena.