Abelardo Martín M.
Julio 11, 2023
A partir de la terminación de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, el mundo entero inició una dinámica de cambios caracterizados por los relativos a la tecnología, con énfasis en las telecomunicaciones, que a su vez detonaron transformaciones nunca imaginadas en la ciencia y, en general, en la forma de vivir de las últimas tres generaciones.
La segunda mitad del Siglo XX modificó usos y costumbres en el mundo, empezando desde la intensidad de las relaciones internacionales entre pueblos y gobiernos, incluyendo una movilidad jamás experimentada a partir del avance en la velocidad y frecuencia de los medios de comunicación, sin considerar la instantaneidad que dieron las telecomunicaciones y permitieron que todo lo que ocurre en los rincones más remotos del mundo, sea susceptible de ser difundido y conocido en toda la tierra.
A nivel mundial, por primera vez en la historia hubo personajes cuya participación en sus respectivos países o en las relaciones internacionales tuvo repercusiones inmediatas, entre otros Nelson Mandela, en Sudáfrica; Mao Tse Tung, en China; Vladimir Putin en Rusia, antigua Unión Soviética; Felipe González, en España; Henry Kissinger, en los Estados Unidos, por mencionar sólo a unos cuantos.
En México, por supuesto que los presidentes de los últimos 50 años vivieron los vertiginosos cambios mundiales y fueron testigos y protagonistas de cómo México sufrió un rezago en comparación con muchas otras naciones que en este periodo crecieron y cambiaron la vida de su población.
Sin duda alguna, uno de los personajes más relevantes de este periodo de la historia del país es Porfirio Muñoz Ledo, cuyos inicios políticos se remontan a los gobiernos de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, aunque ya en el primer plano del gobierno y de la política ocurre con el mandato presidencial de Luis Echeverría Álvarez.
Porfirio Muñoz Ledo fue una figura de gran relevancia en la historia del país en el último medio siglo; en particular, es inapreciable su aportación a la lucha democrática y su esfuerzo por crear y fortalecer instituciones para garantizar un ejercicio ciudadano libre y consciente; su desaparición es una grave pérdida para el pensamiento crítico y el debate de altura en México.
Ligado siempre al pensamiento de izquierda, su presencia en la vida nacional, notable en la década de los setenta, se volvió relevante cuando un grupo de personalidades se rebeló contra el verticalismo y la falta de democracia en el entonces partido dominante.
La formación de la Corriente Democrática, primero, y su salida del PRI y la fundación del PRD, luego de no ser escuchados, marcó la decadencia del partido de Estado, hasta ser derrotado por primera vez en la historia en el año 2000 por el fenómeno foxista, al que él apoyó cuando sintió que no había manera de contenerlo.
Luego se sumó a la primera candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, a quien siguió unido y acompañó en la victoria de 2018. Fue él quien como presidente de la Cámara de Diputados le entregó la banda ceremonial al Primer Mandatario.
Sin embargo, a lo largo de los siguientes años, Muñoz Ledo fue expresando diferencias con la llamada Cuarta Transformación; diferencias que al profundizarse, le impidieron reelegirse como legislador y finalmente produjeron un rompimiento con Morena y la búsqueda de nuevos horizontes políticos.
La vida, aunque larga en su caso, ya no le alcanzó. Se ha ido justo cuando en la práctica se ha iniciado el proceso de sucesión presidencial, a menos de un año de que las elecciones tengan lugar.
Simbólicamente, su fallecimiento ocurrió pocas horas antes del registro ante el Instituto Nacional Electoral del Frente Amplio por México, la principal estrategia de la oposición para contender y buscar el triunfo en la próxima contienda.
La vida inexorablemente sigue. En la actual etapa en el ámbito nacional, todo se enfoca ya en la perspectiva electoral. Del lado de Morena, las “corcholatas” llevan a cabo sus actividades con miras a su próxima encuesta interna que definirá quién es la o el ganador. Desde la oposición también, pues ya ha desencadenado su proceso para definir a su abanderado.
En ese ambiente el presidente encabezó en el Zócalo la celebración del quinto aniversario de su triunfo electoral, en 2018, la última que realiza sin que haya otra figura política que le haga sombra.
Luego veremos cómo se da esta vez el fenómeno recurrente en la política mexicana, una vez que hay un candidato definido, destapado se decía antes, y que el poder presidencial normalmente tiende a menguar.
Por lo pronto, son días de homenajes y recuerdos de Porfirio, un hombre nacido para la política que tuvo una vida plena y fructífera, a quien le debemos su lucha durante decenios para irrumpir en el régimen monolítico y transitar a la vida democrática.
Que descanse en paz.