EL-SUR

Martes 10 de Diciembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Natsume Soseki: La mirada felina del narrador

Adán Ramírez Serret

Noviembre 06, 2020

Es famoso el amor que sienten por los gatos muchos escritores. Casi un lugar común. En México, Carlos Monsiváis era conocido por vivir con decenas de felinos; Elena Garro los llevaba y traía de Europa y vivía para ellos; y a mí me tocó en primera persona el amor de Emilio Carballido por los gatos. Su admiración por ellos que a veces se transformaba en una mimetización entre gatos y humanos y viceversa.
Los gatos no sólo son una mascota sino una especie de reflejo del ser humano y que además, lo juzga.
Esto lo explica de alguna forma, pero no está de más preguntarse sobre la causa de por qué los gatos causen tanta fascinación y en especial obsesionen a los escritores.
Se puede hablar de su belleza, de su soberbia e imprevisibilidad. Todas estas son razones legítimas, pero me parece que un autor japonés –el padre de la literatura moderna de este país–, Natsume Soseki (Tokio, 1867-1916), encontró la razón y escribió una maravillosa novela de 646 páginas plagada de sentido del humor, que es nada más y nada menos, contada por un gato.
La novela se llama, naturalmente, Soy un gato. Un felino sin nombre que cuenta al inicio sus humildes orígenes. La forma en la que llegó a la que ahora llama su casa; el trato hostil que sufrió al principio por la señora que trabaja en la cocina; la discriminación de las niñas y la indiferencia del dueño de la casa; del maestro, que es con quien más convive y se sienta en sus piernas.
Se trata de una novela extraña escrita hace más de cien años. Si pensamos en aquellas obras de las que es contemporánea, El Ulises o En busca del tiempo perdido es en verdad sorprendente la modernidad de esta obra. Pues es divertida, aparentemente frívola y coloquial. Si se la diéramos a cualquier lector del presente y le dijéramos que está escrita el año pasado, sin duda nos creería.
Pero Natsume Soseki –se puso como seudónimo este apellido que quiere decir “terco”, en chino–, no sólo escribió esta novela hace más de cien años sino que además, como ya dije, inauguró una de las literaturas más potentes y profundas del último siglo. Autores que van de Yasunari Kawabata y Haruki Mura-kami a Banana Yoshimoto. O aquel otro genio, Kenzaburo Oe quien dice sobre Soseki: “Los personajes de Soseki nos ofrecen una nueva definición de lo que es el Humanismo”.
¿Por qué la inaugura? Lo que abunda en las páginas de Soy un gato es la vida y los hábitos de los japoneses. Ese otro lado del mundo, con su comida exquisita y con un temperamento tan particular. Aparece Japón reflejado de una forma realista pero siempre hay algo mágico; que la historia pueda estar contada por un gato, por ejemplo.
El gato analiza su mundo, el hambre, sus necesidades, su amor y odio por los otros gatos pero sobre todo se dedica a observar a los humanos. A su dueño en específico, al maestro, que da rábanos a su bebé para reírse y a sus amigos que son embaucadores y bromistas y que viven tendiéndose tretas.
El gato al estar rodeado de libros posee una gran cultura y tiene la altura de poder analizar y sopesar las discusiones de los humanos.
También observa los chismes y las extrañas relaciones de los seres humanos con sus parejas y con sus amigos en donde todos se dedican a hablar mal de todos cuando no están.
Al leer la novela, creo que me doy cuenta de la razón por la que los escritores se sienten tan cercanos a los gatos: por la capacidad de observar todo con los ojos de plato, y, sobre todo, porque tanto un gato como un escritor, sin importar su condición, humilde o privilegiada, siempre será altivo y orgulloso.

Natsume Soseki, Soy un gato, Madrid, Impedimenta, 2020. 646 páginas.