EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Neoliberalismo y temas sistemáticos

Jesús Mendoza Zaragoza

Septiembre 13, 2021

Hace unos 50 años, al calor de un romanticismo revolucionario que creía que la caída del capitalismo estaba a la vuelta de la esquina, leía un artículo en una revista de teología y ciencias sociales, que hacía un diagnóstico en el que resaltaba la fortaleza de ese sistema económico en ese momento, haciendo ver que había que distanciarse de las posiciones románticas de algunos movimientos guerrilleros y de quienes alentaban la revolución violenta o no violenta, para derribar ese sistema basado en la explotación de la fuerza de trabajo y apuntalado por ideologías dominantes y por sistemas políticos a su medida. Ese artículo decía que teníamos capitalismo “para un buen rato” y había que pensar en un proceso largo y muy lento de reconstrucción de la economía. Ya no recuerdo ni el autor ni el título de dicho artículo, pero se me quedó grabado su planteamiento.
Estaba, en ese momento, en apogeo la propuesta marxista de la revolución para construir una sociedad sin clases sociales, que inspiraba a movimientos revolucionarios violentos y no violentos. Entonces, la carga ideológica era tremenda para las actividades políticas, las del poder y las de la subversión. Los temas del comunismo y del socialismo eran claves para entender la política y la economía. Fue el derrumbe del muro de Berlín en el año 1979, expresión de la caída del socialismo real, lo que manifestó que el capitalismo no se derriba con un decreto o con un exorcismo, sino que requiere de un diagnóstico más riguroso y preciso, como condición para buscar los caminos necesarios que incidan en una transformación de fondo.
Un gran problema está ahora en el hecho de que los gobiernos y los movimientos sociales han perdido de vista la necesidad de una transformación de fondo del sistema económico. El capitalismo ha derivado en su forma actual denominada neoliberalismo, que se ha caracterizado en la disminución del poder de los Estados y la liberación de las economías. Es la economía neoliberal la que define el desarrollo de los pueblos y los Estados nacionales tienen escaso margen de maniobra. Y hay que reconocer que el impacto del capital globalizado sigue siendo decisivo en este momento.
Creo yo que el neoliberalismo sigue teniendo pujanza para más tiempo, por varias razones. Una es que está globalizado y marca las dinámicas de muchas economías nacionales. Tienen que darse transformaciones políticas, económicas y culturales en cada nación para ir liberándose de las tenazas de un mundo movido solo por el capital. En México no vamos a derrotar a este monstruo con declaraciones ni con recetas inmediatistas; se requiere un proceso de cambios políticos y culturales para que se den condiciones que lo permitan.
Y esto va a tardar mucho tiempo, varios años. O quizá décadas. Necesitamos ir poniendo las bases para que esto suceda. Y pienso que, además de las decisiones políticas que se den desde el poder federal, hay que ir alineando, mediante un proceso democrático a los diferentes ámbitos de poder político como en los estados, los municipios y las localidades. La educación puede cumplir un papel decisivo en la medida en que genere actitudes y proyectos de cooperativismo, de economía social y procesos solidarios de autogestión, desde abajo. Lo que quiero señalar es que el gobierno solo no tiene ni la capacidad ni la varita mágica para vencer al neoliberalismo.
La estrategia de pensar globalmente y actuar localmente permitirá sembrar donde quiera procesos educativos, productivos, financieros, comerciales y de consumo que vayan sustituyendo, paulatinamente, los dinamismos neoliberales que están emparejados a la globalización, fortaleciendo una nueva economía caracterizada por la solidaridad y la sostenibilidad. Se tejerán procesos de relaciones en el ámbito de la sociedad al mismo tiempo que se va tejiendo una nueva relación con los recursos naturales y con el medio ambiente, en general. La economía puede ser una gran oportunidad para el fortalecimiento del tejido social, de manera que se vaya desterrando el individualismo y el consumismo promovidos por la economía neoliberal.
Hay temas que están vinculados estrechamente con este modelo económico que genera desigualdad y que requieren una consideración específica para generar cambios a futuro. El neoliberalismo como modo de organizar la economía es un factor decisivo de disfunciones y de discriminaciones. Pensemos en la crisis migratoria que estamos presenciando en el país, en las condiciones discriminatorias que padecen las mujeres, en la violencia sistémica que padecemos desde hace muchos años, en el brutal abuso de los recursos naturales, en la educación a la medida del mercado neoliberal, en las deficiencias crónicas en los campos de la salud y de la alimentación, en la gran demanda de empleos bien pagados, en la discriminación de los pueblos originarios y en otros asuntos más. Hay en todos estos temas un componente económico como factor de desigualdad o de ruptura. Son temas que tienen una característica sistémica, que no se pueden resolver con medidas coyunturales o con proyectos asistenciales.
Estamos esperando aún un modelo educativo capaz de sepultar la ideología y la práctica neoliberal y capaz de reconstruir a las personas, a las familias y a las comunidades, como protagonistas de algo nuevo en donde el ser humano esté en el centro de una nueva manera de hacer política, de organizar la economía y de construir una sociedad pacífica con justicia y dignidad.