EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

No acostumbrarse

Héctor Manuel Popoca Boone

Julio 14, 2005

Ciertamente en la actualidad corremos el peligro de convertirnos en autómatas o marionetas sociales. Querámoslo o no. Sucede cuando nos dejamos envolver o aceptamos, pasivamente, las circunstancias que nos rodean; sin haber desarrollado y ejercitado, previamente, un sentido analítico y crítico del porqué de las cosas y de los hechos.

Resistamos a quienes quieran quitarnos nuestra capacidad de pasmo o de entusiasmo. Lo intentan a golpes de publicidad o de la reiteración falsa del carácter supuestamente anodino de los eventos y sucesos. No es conveniente que abdiquemos de nuestra posibilidad de discernimiento e indagación sobre la causalidad del acontecer diario. So pena de desbrozarles el sendero a los que de siempre se benefician con el status quo.

Los poderosos, cuyo poder deviene de simulaciones, corrupciones e impunidades le apuestan siempre a la amnesia popular. En ello estriba la posibilidad de poder seguir cometiendo sus tropelías cínica, hipócrita e impunemente. Un pueblo con memoria y con conciencia les imposibilita subsistir y expandir su dominio y entramado perverso. Hasta se atreven a sugerir que no se vea, lea o escuche a los medios de comunicación masiva.

Minimizar, banalizar y trivializar los hechos y dichos cuestionadores y no laudatorios del poder, por el poder mismo, son prácticas de antiguo. Con ello pretenden cancelar la posibilidad popular de ponderarlos, calificarlos y adjetivarlos en su justa dimensión. En términos generales, nada le aterra e irrita más al gobernante, de la ideología u origen que sea, que la capacidad de crítica desarrollada y expresada por los gobernados. Esto es así, desde que el poder es el predominio sobre los demás. Para bien o para mal.

Las noticias nacionales de hoy en día están plagadas y dan cuenta de corruptelas de los gobernantes y políticos. De sus transacciones inconfesables con la obra pública, con las adquisiciones o con las concesiones gubernamentales. Todo en un marco de impunidad total; siempre y cuando se cubran las formas en el saqueo de las arcas públicas. A fuerza de su repetición, casi se nos hace creer que son actos naturales, comunes y corrientes.

Ya no es sorpresa del cómo los políticos suplantan, una y otra vez, el análisis de los problemas más graves que como nación tenemos, por las rivalidades insulsas que como políticos tienen con otros de su semejanza, en la lucha por el poder o por su preservación.

A diario los gobernantes nacionales bombardean a la ciudadanía con notas que tratan de dar constancia que vivimos en el mejor de los mundos posibles; cuando con contundencia la realidad marca que no crecemos económicamente, que hay mucho desempleo y pobreza expansiva. En otras palabras, nos tratan de convencer que vivimos como Alicia en el país de las maravillas; cuando lo cierto es que sobrevivimos como Lola en la tierra de las zozobras.

Otra anormalidad son las cuantiosas sumas de dinero, público y oscuro, destinadas al pago de espacios televisivos para el proselitismo personal de algunos políticos. De las que se resisten a informar su origen. Tan generalizados y repetitivos se han vuelto estos hábitos que intentan que los concibamos como actos y actitudes de lo más normales.

No hay día que pase que la delincuencia organizada y desorganizada, junto con su máxima expresión: el narcotráfico, no hagan de las suyas en cualesquier parte del país. Pero se nos informa que todo está bajo control, que no pasa mayor cosa como para alarmarse. Así, sin querer queriendo, varias ciudades principales de la República caen bajo el dominio de los malhechores y los narcos al más puro estilo que fincara el tristemente célebre, Al Capone, en Chicago.

Los anteriores ejemplos, son botones de muestra del porqué no debemos acostumbrarnos a una conformidad pasiva. El sentido, medida y trascendencia de nuestros actos cotidianos está dada por el grado de conciencia que tengamos de nuestro acontecer diario, individual y colectivo. Tenemos que resistirnos siempre a la normalidad en la uniformidad que los poderosos tratan de imponernos. No ser tan complacientes por deformidades envueltas con naturalidad, que nos volvamos involuntariamente cómplices pasivos de una visión del mundo unilateral, ajena y socialmente adversa.

Por eso también, los practicantes de la comunicación social debemos ser perturbadores constantes de la concepción rutinaria del mundo establecido. Al pensar y repensar lo que determina y sobre determina los comportamientos existenciales tanto individuales como colectivos. Al no sólo buscar las respuestas adecuadas, sino en mantener vivas las preguntas, a pesar de las respuestas que nos dan. Al tratar que nuestras reflexiones conciten mayores reflexiones de los otros; que vayan más allá de nuestro pensamiento y que exploren senderos inéditos,                           semiocultos o de plano vedados para el bien interpretar y el mejor conocer las circunstancias imperantes.

 

  1. Si de popularidad entre la tropa se tratara nada más, Erasmo Catarino bien pudiera contender para presidente municipal de Acapulco. Pero como dice la canción, para ser gobernante del puerto, se necesita un poquito de gracia y otra cosita. Para qué le buscamos más y corremos riesgos innecesarios. Luis Walton tiene el perfil, la experiencia y la capacidad requerida para gobernar la ciudad y el municipio más importante del estado de Guerrero.