EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

No se hagan bolas… ¡es la comunicación!

Abelardo Martín M.

Junio 07, 2016

Ninguno puede darse por sorprendido: el mismo procedimiento da el mismo resultado. En la aritmética la fórmula se aprende siendo niño: el orden de los factores no altera el producto. Todos lo negarán, pero el único gran perdedor de estas elecciones es el gobierno, aunque sus responsables no lo comprendan y menos lo acepten. Con declaraciones no se gana una elección y menos se gobierna. Los hechos son los que expresan el auténtico ánimo del pueblo, ya sea de gusto o disgusto, así de emotivo pero también así de real.
La mayor parte de los gobernadores priistas que perdieron sus estados aducen que fue “el efecto Peña”, o sea la baja calificación que los sondeos y encuestas dan a la gestión del gobierno federal. La realidad es más compleja que esa ingenua justificación de los propios errores de la inocultable debilidad, del creciente desprestigio del gobierno y de la política.
Al término del proceso electoral en 14 estados los candidatos se dedicaron a gritar su triunfo, como si fuera válido que con un madruguete pudiera cambiarse –como pudo ocurrir en alguna ocasión– la voluntad popular. Yo gané, gritaban como niños los candidatos perdedores que, seguramente, como tales, lloran en este momento sus derrotas.
No hubo comicios el pasado fin de semana en Guerrero, aunque la atención de los ciudadanos de aquí y de todo el país está centrada en la conclusión del proceso electoral en catorce entidades federativas de la república y en sus sorpresivos resultados que apenas se están conociendo en sus detalles.
Sorpresivos pero no sorprendentes; más bien una interrogante generalizada entre expertos y analistas era cómo pese a los malos resultados económicos, a la pobreza que no cede, a la violencia criminal que repunta y al “mal humor social”, como ahora se le llama al descontento generalizado, el PRI parecía no sufrir mella en encuestas y pronósticos antes del 5 de junio.
Como siempre, la ley de la gravedad se manifestó cuando se cayó el tinglado y luego de la polvareda el desastre empieza a apreciarse en toda su magnitud.
En Guerrero, decíamos, no hubo elecciones, pero todos los componentes del escenario nacional se pueden observar aquí con mayor crudeza y dramatismo.
En las calles de la capital estatal y en la autopista que la comunica con Acapulco, las manifestaciones de la CETEG vuelven a desplegarse un día sí y otro también, acompañadas del espectáculo de destrozos en edificios públicos, cierre de escuelas y suspensión de clases, todo ello en nombre de la defensa de la educación.
En medio de todo ello, la promulgación de la Ley Federal de Zonas Económicas Especiales ha sido prácticamente ignorada, en parte porque no se advierten sus dimensiones a cabalidad ya que se trata de un proyecto hasta hoy desconocido en México, y también porque sus beneficios podrán notarse en su caso a mediano plazo, dentro de algunos años.
Pero en la ceremonia de anuncio del proyecto, realizada en el vecino puerto de Lázaro Cárdenas, donde se establecerá una de esas zonas con influencia en Michoacán y Guerrero, quedó claro que la clave del descontento o mal humor social es la economía, como decía Bill Clinton, el ex presidente estadunidense que gobernó aquella nación a finales del siglo pasado y que ahora está a punto de retornar a la Casa Blanca en calidad de “primer caballero” si Donald Trump no logra su objetivo.
Mientras en el último tercio de siglo, es decir, un lapso en que se agota la memoria de las generaciones jóvenes, el país ha tenido un incremento acumulado de su Producto Interno Bruto de 50 por ciento, un número que de pronto parece alto pero que si se considera el largo periodo, habla de un desempeño bastante mediocre, en el sur del territorio la producción sólo ha aumentado en un escaso 9 por ciento.
Esta cifra regional, comparada con el promedio nacional, es cinco veces menor, dividida entre los 34 años considerados se vuelve casi cero, y si se toma en cuenta el crecimiento demográfico, entonces tenemos que estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas siguen produciendo casi lo mismo que en 1980, pero con una población mucho mayor.
En consecuencia, en Guerrero y en todo el sur la gente se ha empobrecido de manera constante por varios decenios, las oportunidades de progreso personal son prácticamente inexistentes, y por ello los jóvenes y los no tan jóvenes sólo tienen hacia el futuro salidas desesperadas: enrolarse en las actividades de la droga y el crimen organizado, emigrar o, como hacen los maestros, defender a toda costa sus pequeños privilegios porque no tienen otra forma de ver y afrontar la vida.
No hay respuestas frente a la emergencia en el corto plazo. El proyecto de Lázaro Cárdenas, y los otros que se echarán a andar en Oaxaca y en Chiapas, son estrategias que en el papel pueden verse muy bien, pero como ya dijimos sus resultados se verán en años.
A ver si el mal humor resiste tanto.
Entretanto es urgente reconocer que si se hace lo mismo el resultado nunca será distinto. El problema real es la comunicación, en su genuino sentido, amplio y diverso, esa que permite no sólo conocer sino sentir lo que el pueblo piensa y quiere, pero más aún lo que necesita y dejar de concebirla como la bocina de resonancia para que los funcionarios luzcan guapos, inteligentes, honestos y trabajadores, lo que dista mucho de la verdad.
Quien no quiera seguir haciendo el tonto, lo sabe: ¡es la comunicación!