EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Normalidad fugitiva

Ana Cecilia Terrazas

Abril 18, 2020

AMERIZAJE

Repita conmigo: “no regresaremos a la normalidad, no regresaremos a la normalidad, no regresaremos a la normalidad”.
Entre las enseñanzas que deja la pandemia del coronavirus, quizá una de las más fuertes y de hondo calado es la que entraña la imposibilidad de regresar a la normalidad.
El lado luminoso de esto es que, visto desde una perspectiva singular y con calma, descubrimos lo chocante, excluyente, inequitativo y hasta poco humano que puede contenerse en eso normal, ya sea sustantivo o calificativo.
Lo normal, dice el diccionario de la Real Academia Española, “es lo dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural; es lo habitual u ordinario; es lo que sirve de norma o regla; es lo que por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano… ”.
Lo anterior significa que algo normal no alienta el cambio, el progreso ni la transformación.
La gran mayoría de las personas afectadas por la pandemia no obstante, y por quizá obvias razones, antes de reflexionarlo con calma, desean con todas sus fuerzas ver de nuevo la normalidad.
Pero la anormalidad vivida es de tal dimensión que pensar seriamente en esa devolución es, además de ficticio, probablemente indeseable.
La gran ventaja del cisma coronavirusiano es que deja tocada a la humanidad, luego de aventarle en la cara todos sus fallos para una convivencia más o menos armónica: ambiente, economía, justicia, igualdad de oportunidades, salud, recursos básicos, cultura, educación, ocio, arte, ciencia.
Con amplia claridad vemos ahora que nos equivocamos. Y lo habitual durante muchos años fue abonar en esas faltas para que eso considerado estructuralmente normal continuara, se reprodujera. Lo nuevo normal, en cambio, será distinto y ojalá para bien.
Ciudadana canadiense, la doctora en filosofía y politóloga Aisha S. Ahmad es profesora de la Universidad de Toronto y directora de la Iniciativa de Asuntos Internacionales e Islam en ese país. Ha trabajado y vivido en condiciones de guerra, conflictos violentos, pobreza extrema, zonas de desastre y situaciones de excepción y carestía en distintos lugares del mundo.
Es autora de Yihad y Cía: mercados negros y poder islámico y compartió a petición de varios de sus colegas un texto guía para académicos que buscan ser muy productivos en épocas tan críticas como la presente.
El texto en The Chronicle of Higher Education de esa universidad, de finales de marzo, puntualiza entre otras cosas que una pandemia como la del Covid-19 es semejante en sus consecuencias a una catástrofe global como puede ser una gran guerra y que éstas cambian sin lugar a dudas las formas de movimiento, construcción, aprendizaje y contacto entre las personas.
Regresar a la normalidad como se conocía o se bautizaba, dice Ahmad, además de ser inasequible es parte de una negación o un engaño y que “una sana respuesta emocional y espiritual implica estar preparados para un cambio radical” a partir de este momento, lo cual incluye, eventualmente, asimilar la nueva normalidad.
Por su parte, ocho especialistas en múltiples disciplinas, pertenecientes a la fundación inglesa Nesta, una de las más avanzadas en torno al tema de innovación sostenible –tan en boga para un progreso sostenible en este milenio–, publicaron el pasado 9 de abril un amplio estudio en el que analizan los ámbitos político, económico, sociocultural, tecnológico, legal y ambiental y previenen a cualquiera que añore regresar a una normalidad pandémica; “muchos de los sistemas, estructuras, normas y fuentes de trabajo anteriores habrán desaparecido y no regresarán jamás.
“Las crisis provocan invariablemente cambios profundos e inesperados, de tal forma que aquellos que anticipen volver a una normalidad prepandémica pueden entrar en shock al encontrar que muchos de los sistemas, estructuras, normas y fuentes de trabajo anteriores hayan desaparecido y no regresen más…”.
Por supuesto, se entiende y es encomiable querer devolver a la comunidad condiciones de bienestar o de solvencia económica (que por cierto no tenía la mayoría).
El énfasis de este aterrizaje sobre el agua, de este Amerizaje, no está en la desesperanza. Al contrario, la clave es poder estar preparados para asimilar muy pronto que la llamada normalidad se ha perdido y ni pronto ni tarde reaparecerá.

@anterrazas