EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Nos faltan +100 mil

Tryno Maldonado

Mayo 26, 2022

Los muertos mueren una vez, los desaparecidos todos los días. Este infierno se multiplica de forma exponencial para miles de familias al despertar cada mañana. México rebasó la terrible cifra de cien mil personas desaparecidas, según los datos recabados por la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (Rnpdno). Aunque sabemos por organizaciones, colectivos y familiares de desaparecidos en lucha, sin embargo, que se calcula en realidad una cifra negra que duplicaría, al menos, el conservador reporte oficial.
La tasa de desapariciones se ha estancado en una terrible meseta de la que parece que no habrá descenso durante los tres años restantes de la presente administración federal. La escalofriante suma de historias de vida desaparecidas y recabadas en el informe de la CNB supera en mucho el terror, y guardando toda proporción, de los números históricos de países latinoamericanos durante las respectivas dictaduras que padecieron: las 30 mil víctimas que dejó la dictadura militar entre 1976 y 1983 en Argentina, o las mil 197 víctimas de la dictadura militar en Chile, por ejemplo.
El conteo de las desapariciones en México está diseminado de la siguiente forma, de acuerdo con el reporte oficial: Jalisco ocupa el primer lugar con 14 mil 951 personas; en segundo sitio Tamaulipas, con 11 mil 971; le sigue el Estado de México con 10 mil 994; el cuarto puesto Nuevo León con 6 mil 218.
Del total de las desapariciones que constan en el informe, vemos que 74.7 por ciento corresponde a hombres, y 24.7 por ciento a mujeres. Pero es importante remarcar que se señala que tan sólo en el último año las mujeres han llegado a representar 30 por ciento de la suma de desapariciones forzadas en el país.
Aunque data las desapariciones ocurridas desde 1964 a la fecha, el informe hace hincapié en que la cifra de desapariciones comenzó a elevarse notoriamente en 2007, año en que Felipe Calderón dio inicio al infierno sin fin bajo la franquicia necrocapitalista de la “guerra contra el narco”: los casos se dispararon a 838 personas desaparecidas; y alcanzaron las 5 mil 157 en 2011; 4 mil 180 en 2012 y 4 mil 118 en 2013.
“Estos datos evidencian la estrecha relación entre el incremento de las desapariciones y el inicio de la llamada guerra contra el narcotráfico, que se produjo durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), durante el que se puso en práctica una política caracterizada por el despliegue de las fuerzas armadas para cumplir funciones de seguridad pública, que se mantuvo e incluso se ha agudizado en los siguientes sexenios”, apunta el informe.
No obstante, la política de militarización de la seguridad pública exponenciada en el presente sexenio no ha hecho sino acrecentar exponencialmente el dolor y el trauma de los casos de desapariciones forzadas en todo México. Solamente en 2018, bajo el régimen de Andrés Manuel López Obrador, se contabilizó un cantidad anual de 7 mil 643 casos de personas desaparecidas; en tanto que en 2021 alcanzaron las 9 mil 732 desapariciones. Es decir: un repunte exponencial de 98 por ciento de desapariciones durante el sexenio lopezobradorista, según el citado reporte. Una herida desgarradora que no conoce fin.
Han sido las propias familias de los desaparecidos quienes a lo largo de los años en este doloroso camino han tenido que imaginar y construir protocolos de búsqueda, así como el andamiaje y bases de datos para cruzar información que incluyen sexo, edad, lugar y fecha de desaparición de cada caso. Ellas han asumido junto a organizaciones civiles las tareas de identificación forense con enfoque masivo y han creado un Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense (MEIF). Y es que la crisis de desapariciones en el país no puede entenderse sin la crisis del propio sistema forense y de justicia del Estado mexicano.
El dolor de las desapariciones forzadas es un dolor que no conocíamos como nación. Es un dolor muy otro. Es un dolor que no encuentra sentido porque el poder lo ha fracturado. La milpa abandonada. Los animales de ganado muertos. Hijos e hijas que no conocen a sus padres desaparecidos. La vida como antes la conocían las familias de los desaparecidos y las desaparecidas se ha quebrado irremediablemente. El tejido social ha quedado desgarrado por todo el país debido a esta herramienta de terror de Estado.
El dolor de las desapariciones forzadas es un dolor al que los gobiernos de Calderón, Enrique Peña Nieto y López Obrador les han negado la justicia. En definitiva no han estado a la altura de ese dolor, que es un dolor colectivo. Pero, sobre todo, no han estado a la altura de la dignidad de las familias y las madres buscadoras de los desaparecidos y las desaparecidas: para ellas, a diferencia de las madres de los narcos, las puertas del Palacio Nacional han estado tapiadas. Aunque su rabia es digna y su grito es estruendoso en cada rincón del país, el poder del Palacio ni las ve ni las oye.