EL-SUR

Jueves 02 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Notas fugitivas

Andrés Juárez

Mayo 04, 2018

I.

Con la falta que hacen las miradas desde el sur. En un estado que se bate entre pobreza y violencias, en tiempos donde noticiarios de gran presupuesto van y vienen, en un contexto donde se lee cada vez menos en papel, en el que las noticias se consumen un día antes de que sucedan, mantener a flote un periódico que ha construido un perfil independiente, plural y abierto es un logro que merece un sincero reconocimiento. El Sur cumple 25 años y desde aquí les felicito efusivamente, además de agradecer por el espacio para comunicar ideas en un ambiente de libertad.

II.

Cualquiera desea hacer ejercicio, ser más sano desde dentro. Pero dónde y a qué hora. Cada vez abundan más los clubes que abren las 24 horas, para que personas ocupadas durante el día puedan asistir de madrugada. La apertura perpetua, los servicios incluidos, la diversidad de opciones –aunque uno termine haciendo siempre la misma actividad del catálogo–, aumenta considerablemente el precio de la membresía en un gimnasio. Pero el costo no es sólo económico. Como contracultura, existe una tendencia al ejercicio al aire libre que incluye dietas libres de productos químicos. ¿Es un reflejo de la consciencia colectiva o es simplemente una moda pasajera?
El fitness de gimnasio demanda una gran cantidad de energía per cápita. El costo, lógicamente es elevado para el planeta. En principio, por la energía eléctrica que se requiere para el funcionamiento del establecimiento: luces, música, aire acondicionado, calderas, aparatos eléctricos. Luego, por la fuerza física como trabajo estéril, que al final es una fuga de energía. Todavía hay trabajadores de fábrica o de granja que usan la energía que obtienen de su alimentación para producir o construir, pero eso se va dejando. Cada vez más, en lugar de sacar agua de un pozo se jalan poleas con peso, en vez de levantar una carga de pastura se levanta una llanta de tractor dentro de un salón. Y enseguida se consume un exceso de kilocalorías para aumentar masa muscular a cambio de no producir nada. Esto que parece un absurdo, tiene implicaciones profundas en el costo energético y el metabolismo social. Cada quien deberá pensar en esta parte de salud personal y externalidades hacia el medio ambiente.

III.

¿A dónde vamos a reencontrarnos cuando las votaciones terminen? Parece complicado prever objetivos comunes. Un grupo diverso de organizaciones ambientales propone una agenda de 10 puntos en materia de conservación y aprovechamiento sustentable de recursos naturales. No son los únicos objetivos para una agenda ambiental, aseguran, pero sí los que en su experiencia les competen. Agua, manejo de bosques y selvas, océanos, biodiversidad, son algunos tópicos que plantean en la agenda.
En el siglo XIX los enemigos políticos y económicos se encontraban en el arte, en el gusto por cierto tipo de cultura que poco a poco pasó de ser eurocentrista a nacionalista y mucho después a algo que se puede definir como mexicano. No puedo evitar la tentación del paralelismo. El medio ambiente es ahora uno de esos pocos temas donde parece haber consenso, aunque seguimos colmados de referencias de Europa y Estados Unidos: desde el modelo –cuando no franca aspiración– del campo empresarial, del consumo tanto en masa como localista, hasta el modelo de parques naturales o de tierras públicas para la conservación, todo nos viene del exterior.
Es verdad que en el país existen alternativas al desarrollo, campesinistas, adecuadas a la diversidad biológica, cultural y geográfica que nos caracteriza. Sin embargo, no logramos que vayan más allá de los intentos locales.
En tiempos de construcción nacional, mucho valdría que las agendas incluyeran el debate para que los modelos de ruralismo y ambientalismo definieran lo que es propio para nosotros con los antecedentes, la economía, la condición tan peculiar de propiedad de la tierra, el ansia de paz, los flujos migratorios, en fin, todo aquello que define al México del siglo XXI. Las ciudades mexicanas no podrán seguir aspirando a ser ciudades italianas o noruegas, por más que ellas nos encanten. Las nuestras también tienen sus encantos. El campo mexicano no puede ser el cinturón de granos de Estados Unidos ni tampoco las terrazas agrobiodiversas de China. Las áreas naturales protegidas no pueden ser los parques norteamericanos ni las áreas protegidas africanas. En tiempos de construcción nacional vale llevar materiales de todos para la casa común.