EL-SUR

Miércoles 12 de Febrero de 2025

Guerrero, México

Opinión

LA POLÍTICA ES ASÍ

Nuestra riqueza histórica y cultural

Ángel Aguirre Rivero

Diciembre 27, 2019

Hace poco visité la ciudad de Mazatlán a invitación de un amigo. Como parte del recorrido me llevaron a conocer uno de los teatros más bellos del país. El Teatro Ángela Peralta, erigido en la era Porfiriana bajo el nombre de Teatro Rubio.
Me narraron una de las historias fascinantes que jamás haya conocido: cuando la cantante de ópera Ángela Peralta empezaba a destacar en su carrera, tuvo que emigrar a Europa ante la negativa a reconocer su talento.
Con el paso de los años, decidieron invitar a esta mexicana excepcional (también conocida como El Ruiseñor mexicano o El Cenzontle mexicano), para que ofreciera el primer concierto en el nuevo teatro, como una muestra de reconocimiento a su trayectoria triunfal.
Ángela Peralta llegó acompañada de músicos italianos tras una larga travesía intercontinental. Para su mala fortuna, durante el viaje surgió un brote de fiebre amarilla que acabó con varios de sus acompañantes.
La soprano llegó a Mazatlán con síntomas de la misma enfermedad y haciendo un esfuerzo sobrehumano acudió a algunos de los ensayos, y pese a la gravedad de su enfermedad logró dar un concierto. Lamentablemente falleció poco tiempo después, el 30 de agosto de 1883, a la edad de 38 años.
Narra la leyenda que a los pocos meses el teatro se vino abajo y quedó totalmente destruido, lo que llevó a las autoridades a construir un nuevo teatro de los más bellos del país que hoy lleva su nombre, declarado Patrimonio Histórico de la Nación en 1990.
Sin embargo la leyenda de Ángela Peralta sigue vigente, pues cuando alguien toma una fotografía en el interior del teatro, aparece un halo en la fotografía que se dice, es su espíritu.
Cuántas historias de este tipo podrían ser narradas en nuestro querido Acapulco, como los fusilamientos de las vírgenes de Guadalupe y de La Soledad durante las batallas por la Independencia.
O el cerco que el general José María Morelos y Pavón realizó desde el cerro de El Veladero. Incluso hay un poblado con ese nombre donde guardan vestigios de esa época.
¿O por qué no rescatar la presencia de personajes importantes de la política y el cine nacional y mundial?
Por ejemplo las imágenes de la luna de miel en Acapulco del senador John F. Kennedy y su esposa Jackie en 1953.
Recordar a un personaje emblemático para Acapulco y el cine mundial, quien vivió durante años en el puerto y cuyos restos descansan en un panteón local, Johnny Weismuller, quien tuvo como residencia el hotel Flamingos, en el Acapulco Tradicional.
Asimismo, el hotel El Mirador guarda testimonios fotográficos de incalculable valor.
El milonario excéntrico Howard Huges también vivió su última época en el hotel Princes.
El texto que Esther Aduna publicó en el diario Milenio, La época de oro: El Acapulco de Bill y Hillary Clinton, narra aspectos de la luna de miel que disfrutaron ambos en el hotel Las Brisas en 1975, así como el posterior regreso de Chelsea y su padre.
Y son sólo algunos personajes.
En Taxco de Alarcón, la narrativa de la explotación de las minas por parte de los chontales es fascinante, y se preserva en el Hotel Posada de la Misión, que fue descubierta en 2013 durante una remodelación.
La historia de don Juan de la Borda, su intervención en la edificación de Santa Prisca y el origen mismo del bellísimo Taxco, todos forman parte de nuestro patrimonio histórico y cultural.
Chilpancingo con su variada gastronomía, con sus danzas tradicionales y con la catedral de la Asunción y el museo regional de Guerrero, posee un gran potencial turístico.
Así como Mazatlán nos cuenta la historia de Ángela Peralta; Mérida recibe turismo europeo interesado en los vestigios de la cultura maya, y Veracruz ofrece un exposición fotográfica de la defensa del puerto y otros episodios.
Estoy convencido que Guerrero puede diversificar su oferta turística desarrollando un recorrido histórico que incluya Acapulco, Chilpancingo y Taxco.
Es necesario un arduo trabajo de documentación para elaborar un espectáculo multimedia como ya se hacía en el Fuerte de San Diego, pero que retome los diversos episodios de gloria de Acapulco, Chilpancingo y Taxco.
La riqueza histórica y cultural de nuestros destinos es una fortaleza que puede ser aprovechada para dar la batalla ante la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México, las disminuciones presupuestales al ramo, así como la orientación de los recursos prespuestales del gobierno federal hacia el megaproyecto del Tren Maya.
Si se quiere, se puede. Empecemos a tocar puertas.

Del anecdotario

Los días 26 al 30 de diciembre se celebraba en la Costa Chica uno de los eventos más importantes del básquetbol, a éste acudían representantes de diversos municipios del estado, lo cual convertía a la sede en una verdadera fiesta deportiva.
El Campeonato Regional de la Costa Chica alcanzó tal importancia que incluso acudían jugadores de talla nacional.
Tengo muy presente la participación de los hermanos Tejada de Juchitán; alguno de ellos llegó a representar a México en uno de los Juegos Olímpicos para orgullo nuestro.
El equipo de Ometepec (que logró varias veces ser campeón en esta justa deportiva), estaba representado por grandes deportistas, en especial: Pepe Velázquez, quien era un verdadero fenómeno por su brillantez en este deporte no obstante no contar con una gran estatura; su hermano Chuy Velázquez, él siempre fue un ejemplo de constancia y disciplina; Cheo z, una de las mejores alas que ha tenido Guerrero. Y desde luego mi maestro muy querido Joncho Carmona, con su estilo muy peculiar para lanzar la bola, era excepcional.
Desde aquí les rendimos testimonio de gratitud por todos los momentos inolvidables que nos hicieron pasar.
En alguno de esos años me tocó presidir el comité organizador, por lo que acudí a visitar al entonces presidente municipal de mi tierra, don Ulises Estrada Vázquez (QUEPD).
Hombre muy apreciado por su raigambre campesina, quien de inmediato me brindó toda la solidaridad del evento.
Lo invité a que inaugurara el evento. Ya en plena ceremonia me preguntó: “¿Oiga licenciado y qué debo decir?”.
Le contesté: “Pues simplemente diga que declara solemnemente inaugurados los juegos del Campeonato Regional de la Costa Chica”.
Don Ulises miró el reloj y con gran enjundia dijo: “Declaro solemnemente inaugurados los juegos olímpicos de la Costa Chica”.
Sencillamente excepcional.
La vida es así…