EL-SUR

Lunes 13 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Nuestra salud pública

Reyes Betancourt Linares

Abril 29, 2018

En nuestro país confrontamos una disyuntiva en materia de salud: por un lado, continuar con un sistema divido, subfinanciado y costoso, que atiende con muchas limitaciones a la mayoría de la población; y por otra parte, seguir adelante en la conformación de un sistema de salud universal, caracterizado por la equidad y la eficiencia, el cual mejore el bienestar de nuestra sociedad y con ello el desarrollo económico, al cubrir ampliamente las necesidades sociales, a través de ofrecer servicios integrales de calidad. En esta perspectiva es relevante recordar que en las dos últimas décadas hemos tenido importantes pasos adelante en este tema, entre otros la Reforma a la Ley del IMSS de 1997, con la cual se aumentó su financiamiento público. Asimismo, la creación del Sistema de Protección Social en Salud, al modificarse la Ley General de Salud, que sirvió para crear el Seguro Popular en 2003. No menos importantes fueron los cambios a la Ley del ISSSTE, en 2007, que contribuyó a homologar el diseño financiero de las instituciones de salud públicas más relevantes con las cuales contamos los mexicanos.
Con la creación del Seguro Popular se mejoró la cobertura de la protección social en salud, como lo demuestran las cifras, pues el número de mexicanos con seguro público de salud pasó de 40 millones en 2002, 41 por ciento de la población total (PT), a 98 por ciento en 2015, es decir, se incrementó en 100 por ciento al cubrir al 82 por ciento de la PT del país (Encuesta Intercensal 2015 realizada por el Inegi). Un aspecto a destacar con esta ampliación de cobertura pública de salud es la reducción de la pobreza, gracias al menor gasto catastrófico por motivos de salud que realizan las familias más pobres, pasando de 2.7 por ciento en 2004 a 1.7 en 2014.
La suma de estas modificaciones ayudaron a mejorar las condiciones de salud de la población de menores recursos, permitiendo a nuestro país alcanzar, en 2015, la mayoría de las metas en salud de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, entre las que debemos destacar las vinculadas con la mortalidad en menores de cinco años, la vacunación universal, los derechos reproductivos, la disminución de enfermedades como el paludismo y la tuberculosis. No obstante tener estos avances en materia de salud pública, nuestro país sigue enfrentando grandes desafíos que se observan por la existencia de un creciente abismo que hay entre la demanda y la oferta de servicios de atención a la salud: la demanda crece rápidamente, en tanto la oferta se mantiene estancada y lo más preocupante es que se advierte su deterioro. Por eso, quienes participamos en este sector, nos proponemos analizar cuáles son los factores que la causan y así proponer opciones que ayuden ofrecer alternativas para superarla hasta edificar un sistema de salud al alcance de toda la población.
La mayoría de las ineficiencias de nuestro sistema de salud son el resultado de no contar con uno que sea de cobertura universal que incluya la seguridad social. Con la creación del IMSS en 1943, durante el gobierno del general Ávila Camacho, nace nuestro sistema moderno de salud, que se estableció con la convicción de que la población económicamente activa (PEA) fuera asalariada y, en consecuencia, se incorporaría a las instituciones de seguridad social. Esta condición no se ha cumplido, pues hasta ahora, en la segunda década del siglo XXI, aproximadamente el 60 por ciento de la PEA no forma parte de la economía formal y en consecuencia no cuenta con seguridad social.
Por eso, esta indeseable situación que limita la posibilidad de contar con seguridad social y sobre todo acceso a un servicio integral de salud, que incluya la protección financiera, contribuyó en 2003, a la creación del Sistema de Protección Social en Salud y su brazo operativo, el Seguro Popular. Así se han beneficiado, con un corte a 2017, 53.3 millones de mexicanos, conforme a la información de Comisión Nacional de Protección Social en Salud. Por otra parte, vale precisar que el Seguro Popular no impulsa a la economía informal sino a los no asalariados, entre ellos a los trabajadores por cuenta propia, desempleados y quienes no forman parte del mercado laboral, entre ellas quienes dedican tiempo completo a labores del hogar. Por eso hoy debemos dedicar nuestros esfuerzos a crear un Sistema Universal de Salud, que además de ofrecer cobertura a todos los mexicanos, también incluya ofrecer los mismos derechos a todos.