EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Nuevo año, nueva década y muchos retos por delante

Abelardo Martín M.

Diciembre 31, 2019

El de hoy, 31 de diciembre de 2019, es el último día de un año, pero también de la segunda década del siglo XXI. Para el gobierno que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador, el 2020 (coloquialmente ya conocido como el veinte-veinte) es un año definitivo en su periodo constitucional.
Es definitivo porque transcurrió ya el tiempo suficiente para que él y su equipo estén adentrados totalmente en la gravedad de los problemas que heredaron de sus antecesores, más allá de partidos políticos; también porque ya será difícil sólo echar la culpa hacia atrás. Definitivo también porque tendrá el control de todos los hilos del poder, no solamente del gobierno que preside.
Sus detractores, sus adversarios políticos y sus críticos mantendrán el mismo nivel de cuestionamiento y censura adoptado desde que asumió la presidencia de la república. Ciertamente los “conservadores”, como el propio AMLO los identifica cuando se refiere a ellos, pugnarán por hacer crecer su censura a esta administración de gobierno. También este año se podrá percibir si las medidas adoptadas por el gobierno para beneficiar a los más necesitados han resultado eficientes o no.
En cuanto al inicio de otra década, la tercera de esta centuria y de este milenio, la esperanza y los sueños se renuevan. Como ocurrió al inicio del siglo XIX, apenas iniciada la época independiente de México, la construcción de la nueva época auguraba muchos beneficios. Lo mismo ocurrió en la década de los años 20 del siglo XX, recién concluida la Revolución Mexicana con todos sus resultados de cambios que se originaban después de que el país contabilizó un millón de muertos por la guerra que sufrieron los mexicanos.
Hoy los años 20 del XXI son producto, también, de un baño de sangre que ha afectado al país en los últimos 19 años.
A finales del siglo pasado, entre economistas y otros expertos, el año 2020 se convirtió en una referencia emblemática.
El desarrollo de nuevas tecnologías, el avance de la ciencia médica, las mejoras en la vida de la población de todo el planeta en rubros como la salud, la educación, la alimentación, los caminos y otras vías de comunicación, el acceso a agua potable y servicios urbanos, hizo previsible que en un par de décadas o un cuarto de siglo, la humanidad habría resuelto todos los rezagos que a lo largo de su historia había arrastrado: el hambre y las enfermedades infecciosas, la pobreza y la marginación.
La fecha emblemática se calculó entonces para una cifra que aritméticamente sumaba pegajosa: el año 2020.
Aunque se equivocaron, los futurólogos tenían razón: en el año que comienza esta semana no hay razones para que nadie en el mundo tenga carencias de alimentación o deficiencias en su atención médica.
Al iniciar el presente siglo, la Organización de las Naciones Unidas se propuso diversos objetivos de avance social para el año 2015, y al aproximarse éste los renovó para constituir su agenda 2030.
En todos los casos, los obstáculos para alcanzar las metas son los intereses que hacen persistir la desigualdad social, la concentración de la riqueza en pocas manos, la fortaleza de estructuras de organización social y económica que impiden el bienestar generalizado.
Así llegamos al 2020.
En México, sólo recientemente ha habido un cambio político de fondo que permite vislumbrar otro futuro. De eso hace apenas poco más de un año. El resultado inmediato ha sido un freno a la economía, porque los capitalistas que antes invertían alegremente ahora tienen miedo del futuro y no arriesgan sus capitales.
Hay, en cambio, entre la mayoría de la población la confianza de que las cosas irán mejor y de que el país será más justo, menos desigual, más democrático.
Todavía no tenemos resueltos para toda la población adecuados niveles nutricionales, ni la atención necesaria de salud en todo el territorio, ni la infraestructura educativa necesaria. En el papel sí. Hay ya nuevas leyes cuyo espíritu es garantizar todo eso. Falta que haya los recursos y los programas que realmente lo atiendan con suficiencia.
Guerrero es uno de los estados de la Federación que tradicionalmente concentran los rezagos y carencias. Desde siempre, también, ha padecido muy altos niveles de violencia, que en el presente siglo se han agravado por la irrupción de las bandas del crimen organizado en todo el país, y porque su geografía ha sido excepcionalmente propicia para el cultivo y trasiego de amapola y mariguana.
En este aspecto, el año que concluye ha sido extraordinariamente promisorio. Aunque todavía no hay cifras definitivas, los números preliminares muestran una reducción de los delitos de alto impacto que promedia un 22.5 por ciento. Con ello, el estado ha abandonado los primeros lugares en las listas nacionales de criminalidad que tuvo a lo largo de la década.
En economía tampoco le va mal. En 2018, en que la economía del país comenzó a declinar, la entidad registró un crecimiento del 3 por ciento, y este año, que a nivel nacional ha sido de parálisis, los datos antes del cierre le auguran un incremento del 1.3 por ciento al estado, modesto, pero a fin de cuentas positivo.
En turismo, una de las grandes fortalezas de Guerrero, todo 2019 ha sido muy bueno, y los niveles de ocupación con que está cerrando el año son de pleno éxito.
En Acapulco, los turistas son atraídos por la fiesta y por la tradicional pirotecnia de estas fechas que ahora se anuncian de la mayor espectacularidad. Esperamos que además sea premonitoria de mejores tiempos.
Con todo ello, 2020 dista mucho de ser lo que vislumbraban los futurólogos de la anterior centuria. Pero sí es posible que, con una renovada participación ciudadana, con programas gubernamentales aplicados en beneficio de la población más necesitada, y sin corrupción, nos aproximemos a una sociedad más justa y democrática, mejor para todos.
México, como en los siglos XIX y XX, ahora en el XXI, necesita una etapa de recuperación de la armonía, el desarrollo y sobre todo la felicidad de sus habitantes.
Por ello, un feliz año nuevo, son nuestros mejores deseos para todos.