EL-SUR

Viernes 01 de Diciembre de 2023

Guerrero, México

Opinión

 Opacidad y corrupción en Guerrero

Abelardo Martín M.

Junio 20, 2017

Hay algunos rubros en los que México destaca y compite por los primeros lugares. Se mantiene en las primeras posiciones casi sin despeinarse, lo que no ocurre frecuentemente en los deportes, la ciencia o el desarrollo.
En todo el mundo, nuestro país no obtiene las mejores calificaciones cuando de transparencia y combate a la corrupción se trata; son asignaturas que a los mexicanos les cuestan mucho trabajo.
Muy pocos son capaces de convertir sus debilidades en fortalezas y el país no escapa a esta premisa. Da pena ser muy competitivos en corrupción, opacidad en el desempeño público o que la mentira forme parte de los rasgos de personalidad en el país, cuando que en otras naciones decir la verdad se convierte en característica indispensable.
El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, ha recibido constantes críticas por afirmar que la corrupción es un problema cultural.
Los medios de comunicación han documentado la evidencia: como en ninguna otra época varios ex gobernadores están indiciados por delitos de corrupción durante su administración, unos en la cárcel, otros detenidos en el extranjero en proceso de extradición, otros más simplemente prófugos o amparados.
Unos lo ven como muestra del desastre en que vivimos, otros intentan presentarlo como un avance, pues corrupción y delitos desde el poder siempre ha habido, pero antes de plano no tenían ninguna consecuencia.
En esa tesitura parece vivir todavía el estado de Guerrero, pues a los ojos de todos, la mayoría de los ex gobernadores han amasado enormes riquezas durante sus mandatos, pero sin excepción conocida aprovechan su retiro para el disfrute de lo obtenido sin que sufran ninguna sanción o algún intento de juicio, ni siquiera se habla del tema en los medios.
Así que en ese sentido Guerrero está por atrás de Veracruz, Quintana Roo, Sonora o Coahuila, por citar a alguna de las entidades que en estos asuntos han dado noticias en los meses y años pasados. Algunos de sus ex mandatarios sufren si no la persecución por lo menos el escarnio y la crítica por los abusos cometidos durante sus administraciones de gobierno. La sensación ciudadana es de que la impunidad campea e impera y la nula responsabilidad por abusos o abiertos despojos no cuentan.
En los días recientes datos dados a conocer por la consultoría ARegional nos muestran que Guerrero ocupa la peor posición en el índice de transparencia y disponibilidad de información fiscal, compuesto a partir del análisis que cada gobierno estatal pone a disposición de la ciudadanía en sus páginas de internet.
En una escala de 100 puntos, Guerrero se ubica en el último lugar con un puntaje de 36.45, muy lejos de la siguiente posición que ocupa Zacatecas con 44.86, y de los 51.66 que suma Veracruz, todos ellos muy por debajo de la media nacional de casi 78 puntos.
La opacidad se convierte en un escenario ideal para que todo tipo de trapacerías florezcan; mientras no se logre transparentar la información de gobierno y hacerla accesible para todos, abatir la corrupción y la impunidad será imposible.
Tienen razón los analistas de ARegional cuando advierten que la transparencia no equivale a la eliminación de la corrupción, pero sí es evidente que alcanzar la primera es un paso indispensable, una condición necesaria aunque no suficiente.
En los tiempos actuales de acceso universal a los medios cibernéticos y de información y comunicación que fluye prácticamente sin trabas técnicas por todo el planeta, es inadmisible que un gobierno estatal no se aplique a publicar toda la información de su actuación, salvo en aquellas muy específicas áreas en que deba mantenerse secrecía por motivos de seguridad o razones similares.
La idea de gobiernos abiertos y completamente transparentes se hizo viable en el planeta con el avance y generalización de los medios computacionales desde fines del siglo pasado. Ya ni siquiera se precisa la inversión de recursos cuantiosos en la materia. Es un problema de voluntad política y de real intención de gobernar con honestidad y para el beneficio de la gente.
El gobernador Héctor Astudillo podría convertir este problema en un área de oportunidad con muy amplias ventajas en términos de transparencia y rendición de cuentas, y brillaría en medio de la opacidad imperante en municipios y en la administración estatal. Podrá afirmarse que se ha avanzado mucho en esta materia, como antes no se había hecho, lo que es común de todo gobierno, rechazar la realidad o tratar de maquillarla de acuerdo con las conveniencias de coyuntura o de interés del grupo a cargo del gobierno.
Pero lo que prevalece en Guerrero y en otros estados del país donde no se avanza en el acceso a la información y la transparencia, son los intereses de quienes lucran y mantienen cotos de poder y de beneficio económico a los que no renunciarán fácilmente.
Lo cierto es que el mundo cambia a una gran velocidad y no queda mucho tiempo para intentar seguir en lo oscurito. La nación entera está viendo…. y el mundo también.