EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Oposición y contrapesos

Jorge Camacho Peñaloza

Mayo 02, 2020

 

Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento.
Nicolas Maquiavelo.

La democracia es un sistema de gobierno inventado para evitar la concentración del poder.
En La Odisea, Homero ilustra cómo Agamenón dialoga con sus generales para definir la estrategia para entrar a Troya y recuperar a Helena, esposa de su hermano Menelao, del rapto de Paris, toma decisiones consensuadas, no centraliza el poder, los griegos así definieron la democracia como un sistema para evitar que los poderes personalizados afectaran la vida colectiva de la sociedad, la democracia entonces se consideró como un mecanismo de defensa contra esos poderes centralizados y acabaron definiéndola como el poder del pueblo.
Históricamente el poder centralizado ha sido uno de los más importantes incentivos para los movimientos promoventes de la democracia, así emergió en las revoluciones burguesas contra los poderes aristocráticos absolutistas que relegaban a la sociedad en las decisiones que tenían que ver con el pueblo, la Francia liberal de Juan Jacobo Russeau propuso la democracia como sistema de gobierno en el que el poder político estuviera dividido en ejecutivo, legislativo y judicial, y que sus gobernantes fueran elegidos democráticamente por los ciudadanos y no por la iglesia coronados como emperadores o reyes, surgiendo así los partidos políticos originalmente organizados por los intereses económicos y aristocráticos predominantes y después por quienes quedaron excluidos por los primeros gobiernos democráticos surgidos de estas revoluciones, es decir los partidos de oposición.
Históricamente la división de poderes y la oposición son condiciones consustanciales de la democracia como sistema de pesos y contrapesos que garantiza la imposibilidad de centralizar el poder, la cual con la llegada de Andrés Manuel López Obrador, está corriendo riesgo de ser secuestrada por su ambición de centralizar el poder de la República, aunque insista en que hoy sí existe una real división de poderes y libertad para la oposición.
Esta última, en su forma de partidos políticos, quedó vapuleada el 1 de julio de 2018, desde entonces no resuenan sus voces en el Congreso de la Unión, en los poderes legislativos locales y menos en las dirigencias de sus partidos, ya van a ser dos años y no aciertan en una estrategia para oponerse o contrarrestar la voz de López Obrador en sus mañaneras.
Quienes sabemos de la necesidad de los contrapesos y de la oposición en la democracia volteamos a ver a los empresarios y los gobernadores como únicos poderes que podrán hacerle contrapeso a López Obrador, pero durante todo el 2019 optaron por intentar con él una relación de terciopelo. Sin embargo, ante la decisión de ejercer el poder en solitario desde las mañaneras en el Palacio Nacional y ante la necesidad de un jefe de Estado frente a la crisis del coronavirus y de la economía mundial –papel que no ha querido asumir– dejando solos a los estados y al sector empresarial formal en condiciones fiscales y presupuestales como si estuviéramos en una situación normal, los gobernadores y empresarios están empezando obligada y acertadamente a comportarse como los poderes de contrapeso y oposición ante López Obrador.
Los empresarios producen la mayor parte de lo que se produce en el país. Generan el empleo, mueven el consumo y la inversión y los gobiernos de los estados son el fundamento de la República, de ese tamaño es la estatura de los empresarios y de los gobernadores para hacerle contrapeso a López Obrador en sus intenciones imperiales o visiones equivocadas de creer que la República es una cosa y los estados otra, y que los empresarios por no haber votado por él no forman parte de la República popular obradorista.
Es correcto que los gobernadores llamen a revisar el pacto federal, ya es hora de que se revise, tiene que hacerse si hay verdaderamente democracia, como dice López Obrador, y los empresarios tienen que hacer valer políticamente la democracia ante el poder absoluto, no llamando a la disgregación de la República pero sí llamando a la sociedad para alzar la voz que se escuche en Palacio Nacional.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A toda la paisanada que ora sí que se pongan el bozal y que mejor se queden guardaditos, no sea que se nos meta el mentado Covid-19 y no lleguemos ni a las nueve.