Ana Cecilia Terrazas
Diciembre 16, 2023
AMERIZAJE
Hace unos tres años, la población mexicana estaba preocupada por el cambio climático en niveles superiores a los de la media mundial; 77.9 por ciento se decía con temor, sólo superado por Italia, en donde había más conciencia al respecto. Esto, según datos del sitio business.yougov.com. De entonces a la fecha, la angustia por el tema, de mexicanas y mexicanos, según la misma fuente, ha decaído: “la evolución histórica muestra una tendencia a la baja en torno a qué tan en serio se toman los mexicanos el calentamiento global”.
Como ocurre con ciertos temas de índole científico, a pesar de que la complejidad y la complejización postmodernas ameritan se convoque a la transdisciplina para la comprensión integral de los fenómenos que nos atañen, el calentamiento global se viene acomodando en los terrenos equivocados. Sin embargo, este asunto no puede colocarse en el ánimo de la fe o el optimismo sino que pertenece a los hechos, los datos y la información verificable.
En el mundo, cuando no tenemos una solución racional o espiritual para algo se le denomina “misterio”; en cambio, filosóficamente hablando, cuando se trata de nudos o atorones con vías de salida se les llama “problemas”.
En el caso del cambio climático, que es un hecho comprobado y comprobable a pesar de tener aristas de misterio, aceptadas por la gran mayoría de la gente –como la velocidad exponencial en la que avanza–, se piensa en lo general que estamos frente a un problema, a algo resoluble, lo cual, dicho sea de paso, aún no está claro que así lo sea. De hecho, es posible, dicen los científicos, que ya no haya vuelta atrás, puesto que el calentamiento ya comenzó y no podemos frenar los fenómenos climatológicos y sistémicos de la Tierra una vez que están en marcha.
Existen, por otro lado, personas que consideran que para cuando se pongan las cosas más difíciles en la Tierra habrá soluciones ya viables para capotear las circunstancias. Eso está por verse y es respetable que no se pierda la esperanza, aunque a ésta habrá que sumarle otros esfuerzos concretos para hacernos parte de la posible solución o ralentización del proceso terminal.
Hace pocos días culminó la paradójica y controvertida COP 28 (Conferencia de las partes, de los países integrantes de las Naciones Unidas), efectuada en Dubai con más de 120 mil asistentes, de la que resalta la siguiente premisa, de acuerdo con el sitio de Brief de Carbono, asociación civil:
“Casi todo país en el mundo ha aceptado a comenzar la transición para alejarse de los combustibles basados en fósiles (esto es, por supuesto, el petróleo y sus derivados) ya que le atribuyen ser el principal conductor del cambio climático. Esta es la primera ocasión en la que estos acuerdos se toman después de 28 años de negociaciones”.
Las personas especialistas y profesionales de la sostenibilidad han sugerido para sumergir en el tema del cambio climático a la tercera parte de la población mundial –la que no cree o duda sobre el cambio climático, como ocurre con la teoría de la evolución o con la existencia de la Covid-19 como virus producto de mutaciones no hechas en laboratorio– seguir las siguientes acciones: conversar sobre el asunto, discutirlo, escuchar, reflexionarlo, buscar fuentes fidedignas y confiables. Entender bien de qué se trata y comprender sus consecuencias mediante ejemplos concretos (Acapulco y el huracán Otis sería un caso). Una vez involucrados con conciencia en el asunto, encontrar la manera de disminuir la llamada huella de carbono en lo individual y en la familia. (Es decir contaminar menos: ser menos parte de la cultura del desperdicio y el consumo que abona en los principales indicadores del calentamiento que son las tradicionales y actuales fuentes de energía, transporte, alimentación-agricultura, producción de basura, industria del vestido, deforestación, sobrepesca, fracking en la industria de la extracción, etcétera).
A lo anterior, deben sumarse dos premisas fundamentales: aceptar que el cambio climático sí es provocado por los seres humanos, esto es, por todas y todos nosotros, y saber que el cambio climático efectivamente está causando la extinción de la especie humana. Baste con saber esto sobre el cambio climático, por lo menos este fin de año, para extraer el tema del ámbito del optimismo o de la incredulidad.