EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

OSC, en pañales

Florencio Salazar

Marzo 05, 2019

Empezaré por lo obvio: la política, los partidos políticos y los políticos están desprestigiados. Además, la democracia empieza a sufrir estragos de quienes le exigen más de lo que puede dar. Y en estas condiciones se dan dos debates en el país: el más intenso, sobre el populismo; y otro reciente, que aun no cala lo suficiente, sobre la sociedad civil.
Los políticos profesionales enfrentan el desafío sobre qué hacer con los partidos. Después de la arrolladora morenista, en rigor, México se quedó sin partidos. El sistema de partidos, construido gradualmente desde 1976, ha perecido como los adultos de la antigüedad, rozando los 30 años.
PAN, PRI y PRD sufren severas crisis y los mini partidos son rémoras alimentadas de los desperdicios de las otroras grandes militancias. Respecto a Morena, ya lo hemos comentado, es un movimiento, aún no es partido. No soy optimista sobre las asociaciones políticas que buscarán el registro partidista, bien por liderazgos que hacen más repugnable la política a los ojos ciudadanos, por su clara vocación por el medro. La única opción en estas aguas turbias, está condenada –con razón o sin ella– por la violencia que se vive.
En estas condiciones, se plantea la falta de contrapesos frente al enorme poder del Ejecutivo federal. Este fenómeno habría sido, desde el punto de vista académico, la delicia de Jorge Carpizo. Recrear las facultades meta constitucionales del presidente de la República en condiciones distintas, pero más visibles y elocuentes, que las tenidas por los presidentes del régimen de la Revolución.
Y la recreación de estas facultades meta constitucionales es lo que ha originado el debate sobre el populismo. Analistas nacionales y extranjeros dejan en claro que el populismo puede ser de izquierda (Venezuela) o de derecha (Brasil). En el caso de nuestro país se sigue la pista de las decisiones de AMLO, estableciendo las que pudieran ser coincidencias con el régimen chavista. Sobre el populismo es amplia la bibliografía publicada en México, además de artículos y ensayos en publicaciones diversas. El debate sigue.
El presidente de la República no debe negar la utilidad y hasta la existencia de la sociedad civil. Creo que en el fondo se trata de un problema de claridad, pues se califica a las Organizaciones de la Sociedad Civil como grupos de interés, de los que seguramente se aprovechan del presupuesto público.
La sociedad civil es la parte organizada del pueblo, que al margen de partidos políticos, de dependencias gubernamentales y de actividades lucrativas, realiza actividades temporales o permanentes a favor de la misma sociedad. Y no todas las OSC se especializan en estudios de tipo político (calidad de la democracia, contrapesos constitucionales, etc.), pues muchas son de derechos humanos, ambientalistas, de equidad de género, derechos de la infancia o sobre interculturalidad, entre la variada gama de sus fines.
El antecedente nominativo de las OSC son las Organizaciones No Gubernamentales (ONG). Es decir, la sociedad civil tiene en su esencia actuar por fuera del gobierno, de los partidos y de los grupos de presión, ya que en el caso de pertenecer a partidos, gobiernos o empresas y sindicatos, esa relación ipso facto las descalifica. En ese sentido, el nombre de Organizaciones No Gubernamentales no deja lugar a dudas sobre su naturaleza.
La inconveniencia que advierto en el cambio de ONG a OSC, es que desdibuja la figura de los grupos de presión, pues éstos tienen como objetivo esencial precisamente presionar para obtener beneficios económicos, como ocurre con organismos empresariales (menos impuestos) y los sindicatos (más prestaciones). De ahí la importancia de no confundir a OSC, que por definición no son lucrativas, con los grupos de presión que sí lo son.
Un kilo de palabras del presidente López Obrador pesa más que un kilo de acero. Por eso no conviene que agarre parejo. Además, como lo refiere Saskia Niño de Rivera Cover: “En Brasil hay más de 200 mil organizaciones; en Colombia, más 150 mil; unas 300 mil en Rusia; y millón y medio en Estados Unidos. En México, no llegamos a 40 mil”. Y en Guerrero, tercer estado más pobre del país, 279. En otras palabras, las OSC están en pañales.
Una democracia sana, una sociedad fuerte, un gobierno poderoso, necesitan a una sociedad organizada, que aporte talento, esfuerzo y recursos, lo mismo en el cuidado del pequeño parque del barrio, que en la vigilancia del ejercicio público o contribuyendo a crear ciudadanía.
Una más amplia expresión de OSC –antes ONG–, sería una gran transformación en México y para bien de todos.