EL-SUR

Miércoles 08 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Palo, zanahoria o creencias

Héctor Manuel Popoca Boone

Noviembre 24, 2018

John Kenneth Galbraith, finado ilustre intelectual “orgánico” (economista y político) de nuestro vecino país del norte Estados Unidos, en su análisis sobre el ejercicio del poder que aplican los seres humanos (mandatarios) para efectos de subordinación de sus semejantes (mandatados) y que lo han venido haciendo a lo largo de la historia contemporánea, distingue esencialmente tres instrumentos: la penalización, la compensación y la creencia.
No se presentan puros en su aplicación, sino generalmente son una combinación, con cierta predominancia de alguno de ellos. En nuestro tiempo y en países con democracias vulnerables, el más socorrido en su uso es el instrumento de la compensación que es aquel con el cual doblegamos la voluntad o consciencia de nuestros semejantes con una retribución material, monetaria o privilegio económico, de carácter súbito y extraordinario, destinado a acrecentar fortunas personales. Según sea el grado de resistencia u oposición a vencer, será el monto compensatorio a ofrecer.
El otro ejercicio de poder es el que acude a la vía autoritaria y vertical del gobernante; usando la fuerza institucionalizada que en su exceso genera represión, violencia e inseguridad social, además de ser conculcadora de la libertad humana. Esta modalidad punitiva y penalizadora es propia de las dictaduras, ejercida en forma unipersonal o por una oligocracia. El término de su duración es incierto e indefinido, generalmente su inicio y final acontece con derramamiento de sangre o por abdicación o muerte natural de quien lo detenta. Se presentan con mayor frecuencia en democracias incipientes donde no existe la revocación de mandato.
Escasos son los que llegan al poder por medio del pregón de sus principios, valores e ideales, en torno a la reivindicación y emancipación del ser humano en lo colectivo. Son portadores de las creencias recabadas desde lo más hondo del sentir popular. Son ejemplo de esas personalidades, según el politólogo, Juan María Aponte, los “libertadores de consciencias” como lo fueron Emiliano Zapata, Francisco Madero, Gandhi, Ernesto Che Guevara, Camilo Torres, Salvador Allende, Patricio Lumumba o Nelson Mandela, entre otros individuos emblemáticos e históricos.
En Guerrero, durante los últimos cincuenta años, hemos tenido gobernantes que han hecho uso preponderante de algunas de las modalidades anteriormente mencionadas. Con ellas, han dejado su impronta personal. Por ejemplo, Rubén Figueroa Figueroa privilegió “el garrote”. Alejandro Cervantes Delgado, “los ideales”, Francisco Ruiz Massieu, una combinación de “convicciones y palo”, René Juárez Cisneros “trabajo con excesiva compensación”, Rubén Figueroa Alcocer “palo focalizado y acciones compensatorias”, Zeferino Torreblanca “administrador con palo focalizado”, Ángel Aguirre Rivero, “sometimiento a través de procedimientos compensatorios”.
En cualesquiera de esas modalidades, el sustrato del ejercicio del poder ha sido la corrupción y la impunidad, que ha permeado el quehacer gubernamental en diversa intensidad según el gobernante en turno; dando como resultante que a Guerrero lo han gobernado mal y por eso en la actualidad estamos como estamos.
PD1. En política como en la guerra, las batallas son ganadas por los generales o dirigentes que se conocen entre sí, pero no se matan. En cambio, las derrotas son imputables a los seguidores y a las tropas que no se conocen, pero que se matan entre sí.
PD2. Para lograr la unidad entre pueblo y gobierno del estado, es necesario que se libere a los presos políticos; firmar un pacto de respeto y colaboración con la Policía comunitaria indígena de la Montaña y Costa Chica, así como con las verdaderas autodefensas ciudadanas; y erradicar la corrupción e impunidad que permea las estructuras institucionales desde los más altos puestos de gobierno.
PD3. Si el Guerrero volcánico hace erupción la lava vertida nos alcanzará a todos y nos reducirá a cenizas. Aún estamos a tiempo de enmendar el camino.