EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Para conmemorar el Día de la Mujer

Silvestre Pacheco León

Marzo 06, 2023

La maestra Y de 20 años de casada llevaba una mala vida junto a su marido X quien bajo la cultura del machismo sometía a su mujer a una serie de vejaciones, humillaciones y maltratos verbales, acusándola de ser una buena para nada.
En sus largos años de casados el marido, también maestro de secundaria, nunca modificó el trato hacia su compañera, como si hubiera pasado de noche en su formación profesional el tema de la igualdad de género y el respeto entre las personas como atributos de los derechos humanos que todos tenemos.
Los maltratos a su mujer eran cotidianos y en ese ambiente de agresión tuvieron y crearon a dos hijas quienes no se resignaron a reproducir esa vida que anula a la mujer y la condena a ser objeto de maltrato.
Pero como la violencia intrafamiliar tiende a crecer si no se le detiene a tiempo, un día cualquiera el hombre en estado alcoholizado se puso más violento de lo acostumbrado agrediendo con insultos a su mujer sin ningún motivo, y cuando ella prudentemente quiso con su silencio calmar la tempestad, lo que provocó fue el mayor enojo del hombre borracho que reaccionó al silencio con más violencia, y de la agresión verbal iba a pasar a la física pero alivió el momento la intervención de las hijas ya adolescentes quienes se interpusieron en defensa de su madre para evitar la agresión.
El hombre no quedó contento con su frustración de golpear a su mujer y la agresión verbal subió de tono hasta convertirse en una advertencia delante de las hijas de que la mataría.
La amenaza provocó en la esposa el terror de que su marido pasara a los hechos y sólo pensó en huir con el ánimo de salvar su vida escapando de la casa auxiliada por sus hijas para refugiarse con una de sus amigas que ya en otras ocasiones la había salvado de la agresividad del sujeto.
Lo diferente ahora fue que la maestra por fin se decidió a denunciar el maltrato de su marido, antes de que otra cosa sucediera, y con la ayuda de su vecina llegó hasta el Ministerio Público para acusarlo de violencia intrafamiliar y amenazas de homicidio.
La autoridad respondió a la denuncia encontrando elementos suficientes para la detención del agresor llevándolo a la cárcel.
Cuando el juicio oral se abrió y la juzgadora conoció los hechos, la defensa del acusado sorprendió a la jueza porque en vez de desvirtuar con pruebas o argumentos la acusación de la agredida, recurrió a la artimaña de contra acusar a la víctima de mentir en su dicho con el propósito de hacer daño a su defendido; su argumento fue que en la denuncia la declarante mostraba contradicción del lugar, fecha y hora donde ocurrieron los hechos denunciados, dándole la juzgadora más peso a esos hechos nimios que parecen descuido en el quehacer de la Fiscalía que a las declaraciones de las testigas, las hijas que defendieron a su madre y la amiga que la protegió.
En el colmo del desaseo en el proceso el acusado quedó libre y más prepotente por sentirse impune, protegido por la ley para seguir delinquiendo y haciendo más daño a su familia, mientras la esposa más desvalida, vulnerable y confundida no daba crédito a la conducta de las autoridades que ignoraban su queja y absolvían a su agresor con todos los riesgos que eso significa para su propia familia y también para la sociedad.
Ya no creyó en más opciones legales y se sintió vencida y sin dudas sobre el futuro de infierno que le esperaba. Pero gracias a la apelación de la Fiscalía y de la asesoría de la organización que defiende a las víctimas, el caso llegó a la revisión en segunda instancia donde para sorpresa de la esposa agredida se corrigió la decisión de la jueza que se puso del lado del agresor justificando el delito de la violencia intrafamiliar inculpando a la víctima.
La rectificación del caso que nos ocupa pudo ocurrir en la segunda instancia del Tribunal Superior de Justicia cuya revisión bajo la lupa de la transversalidad de género la realizó una magistrada que conoce, domina y aplica la transversalidad y perspectiva de género, el nuevo concepto que se considera como paradigma respecto a la defensa de los derechos de la mujer. Resolvió a favor de la agredida a pesar de que ella no apeló el fallo de la jueza, desconfiada de la verticalidad de su conducta.
Sin embargo, la agredida recibió protección desde el momento de la apelación ante el riesgo de que el marido agresor ejecutara su amenaza.
La magistrada responsable de la revisión del caso le dio valor al dicho de la víctima porque dijo que es el preponderante porque generalmente la violencia ejercida contra la mujeres se realiza en lo privado, donde no hay testigos o habiéndolos son los hijos los testigos. Eso ha quedado establecido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y su cumplimiento es obligado para las autoridades mexicanas
El nuevo paradigma para juzgar los casos de violencia contra las mujeres es un logro del activismo feminista en Guerrero para que las mujeres de todos los ámbitos sean reconocidas como personas con derechos para vivir una vida ajena de violencia, pero no olvidemos que el enfoque de gé-nero en los juzgados sigue siendo una aspiración porque no todos los juzgadores y juzgadoras están comprometidos y capacitados para ello. La mayoría prefiere mantener el estado de cosas aunque a menudo también resulten víctimas del patriarcado.
Y en el caso de la ley y la justicia, cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer pugnemos porque los juzgados eleven la calidad de la justicia, que el personal se capacite y sea confiable, que el Poder Judicial transparente y difunda el quehacer de los juzgados y del Tribunal, abonando a la cultura de la justicia que debe adquirir la sociedad que así podrá ser su mejor aliada para obtener mayores recursos del Legislativo que le permitan dejar atrás el lastre de que la justicia se vende y que solamente quienes pueden pagarla tienen acceso a sus beneficios.
Que ni los jueces ni la Fiscalía pongan como pretexto para su falta de profesionalización y eficiencia el argumento de que carecen de recursos hasta para una hoja de papel, y ni se diga para los gastos de gasolina, viáticos y medios para las famosas cadenas de custodia de las evidencias que se deben recoger en un hecho delictivo para la investigación profesional, sin chivos expiatorios.
Mientras escribo esta experiencia que por desgracia se repite todos los días en la mayoría de los juzgados, escucho al pequeño hijo de la trabajadora doméstica que labora en la casa vecina dando órdenes a su madre con dureza, como sin duda escucha que lo hace el papá, lo cual me lleva a pensar que la equidad de género es una conquista a la que debe aspirarse porque el único futuro seguro para las familias es un compromiso de respeto y solidaridad de las parejas que se proponen vivir un proyecto común de vida para beneficio de sus miembros.