EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Para recuperar el gobierno, la confianza es lo primero

Jesús Mendoza Zaragoza

Octubre 31, 2016

El gobierno requiere de la colaboración de la sociedad para poder gobernar. Y no la tiene porque no es confiable. No tiene la confianza de la sociedad para que se convierta en aliada de sus actos de gobierno. Es más, las buenas intenciones no son suficientes si no tienen además la confianza de los ciudadanos. El actual gobierno puede tener buenas intenciones pero no son creíbles por la larga historia de abusos, engaños y corruptelas.

El mensaje que el gobernador Héctor Astudillo dirigió al Congreso del Estado de Guerrero con motivo de su Primer Informe de Gobierno se centró en una afirmación central: “Hemos logrado recuperar el gobierno”. Esta afirmación implica un reconocimiento de que el gobierno formal no tenía en sus manos los hilos del poder necesario para cumplir con sus responsabilidades y que han sido otros los que han “gobernado” en Guerrero. El gobernador cree que ahora sí ya tiene el poder en sus manos y ya tiene condiciones para tomar decisiones y para actuar a favor de los guerrerenses. Al menos, eso intenta decir.
En Guerrero tenemos una larga historia de gobiernos que han ejercido el poder público al margen de la ley y al margen del bien común. Desde los autoritarismos salvajes de los caciques hasta el poder compartido con la delincuencia organizada hemos soportado. Lo cierto es que los gobiernos no han funcionado para el bien público sino para favorecer a caciques, a facciones políticas y a organizaciones criminales. Gobernar Guerrero ha significado, en muchos casos, administrar la corrupción y, en los últimos años, administrar la violencia.
Ojalá fuera cierta la afirmación del gobernador Astudillo, que al fin de cuentas, el Estado de derecho sea una realidad para que el gobierno pueda cumplir con sus obligaciones y se avizore, aunque sea a lo lejos, una mejoría en la situación de Guerrero. Al respecto, soy muy escéptico y no creo que haya condiciones para gobernar, lo que es gobernar, al amparo de la ley para el bien público. No creo que el gobierno tenga ya condiciones para parar la violencia y la inseguridad en las diferentes regiones del estado, ni para disminuir la situación de pobreza de la mayoría de los guerrerenses. Y no lo creo por dos razones principales.
La primera razón tiene que ver con la corrupción sistémica e institucional que se padece en el gobierno en Guerrero, que ha permitido que la delincuencia organizada meta las manos en muchas áreas del gobierno, impidiendo la posibilidad de gobernar a favor del pueblo. La corrupción mueve la maquinaria gubernamental por todos lados, incluyendo los poderes legislativo y judicial. Esta dinámica corrupta determina la gobernabilidad y el ejercicio del poder. Un Estado corrupto no puede gobernar a favor del pueblo.
La segunda razón es que el gobierno requiere de la colaboración de la sociedad para poder gobernar. Y no la tiene porque no es confiable. No tiene la confianza de la sociedad para que se convierta en aliada de sus actos de gobierno. Es más, las buenas intenciones de cualquier gobierno no son suficientes si no tienen además la confianza de los ciudadanos. El actual gobierno puede tener buenas intenciones pero no son creíbles por la larga historia de abusos, engaños y corruptelas. Vamos, ya no les creemos ni cuando dicen la verdad. Y esto es grave.
Sin confianza no se puede gobernar, ni ahora ni nunca. Se simula, pero no se gobierna. Por la sencilla razón de que no se puede gobernar sin la participación ciudadana, al menos desde una propuesta democrática. Un gobierno medianamente democrático no puede gobernar solo, prescindiendo de la colaboración activa de los ciudadanos, en cuanto tales. Esto lo vemos en el problema de la violencia. Por más llamados que se hacen para que los ciudadanos denunciemos a los delincuentes, sencillamente no hay denuncias porque no aceptamos colaborar con un gobierno sordo y, en último término, porque no le tenemos confianza.
Por eso, este gobierno debiera dar señales claras de que ha “logrado recuperar el gobierno”, asumiendo esas dos líneas ya sugeridas: que tome medidas estructurales e institucionales para reducir la corrupción, permitiendo que la sociedad tenga en sus manos la vigilancia de estas medidas y, que se gane, a pulso, la confianza de la sociedad, empresa no tan fácil. De otra manera, mostrará que quienes siguen gobernando son los viejos caciques y las organizaciones criminales.
Qué más quisiéramos que nuestros gobiernos gobernaran, porque para eso fueron puestos. Nos convendría a los guerrerenses y colaboraríamos con entusiasmo. Pero si en la vida cotidiana nos damos cuenta de que los grandes beneficiados de las acciones de gobierno siguen siendo las pandillas políticas y los grupos criminales, entendemos que eso no es gobernar.