EL-SUR

Sábado 11 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Paralelismos de la Transición (I)

Eduardo Pérez Haro

Marzo 20, 2018

Para Ignacio Lastra Marín

La transición en la economía del mundo es incierta, y en el descontrol las poblaciones se mueven, en forma recurrente, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, buscando una salida al marasmo del crecimiento y el desarrollo. Economía y política se entrelazan construyendo un singular momento de transición de la era glob@l que desafía y emplaza los procesos de desempeño y desarrollo nacional-global porque al no desplegarse el segundo los primeros, los desarrollos nacionales, quedan atrapados y viceversa, haciendo de la política un conflicto temerario entre las potencias en el orbe y, en los más de los países, un sucio conflicto intestino al amparo de las democracias que se traslucen como artificios teatrales por el poder, donde los diversos integrantes de la población, con la emisión del voto, son reducidos a la condición de efímeros avales.
Las economías desarrolladas sin poder destrabar el estancamiento (Japón), asomando tímidamente la cabeza hacia el crecimiento (Unión Europea) o sin poder descollar (Estados Unidos) con el agravante de perder velocidad y tiempo frente a la emergencia asiática (China, India Rusia e incluso con los tigres –Coreas, Hong Kong, Taiwan, Singapur– ante la encrucijada).
El Medio Oriente buscando su manera y su mejor inserción, literalmente en medio de la implícita tensión entre occidente y oriente, mientras América Latina sufre regresiones ante el embate de los grupos de poder político con la fuerza de grandes capitales trasnacionales y nacionales (Brasil, Argentina, Chile, Ecuador…) en tanto que África construye su circunstancia con elevados contrastes regionales-nacionales entre el fuego cruzado del mercado de petrolero, minerales y, para algunos casos, su integración a las manufacturas .
Podríamos decir que este somero enunciado sobre eventos y circunstancias visibles de países y regiones, es una historia reiterada por la supremacía en el mundo que habría de tomarse con y como normalidad y sin sobresaltos. En política los juicios y prejuicios, de los presumibles analistas, se inclinan por suponer que la historia es cosa de listos y malhechores a la manera de un thriller, melodrama o tragedia que para su validación es suficiente con vestirle con alguna referencia de Maquiavelo, una teoría del complot o la socorrida recurrencia al imperialismo (yanqui para mayor utilidad). Y no es que no exista la validez de sendos referentes, pero su uso y recurso se práctica en relevo del análisis y más aún, sin considerar la particular economía que subyace a la lucha por el poder.
La economía política sugirió que el trabajo y el valor emanado quedaban expuestos al desequilibrio, y la crítica de la economía política pudo desvelar la valorización y sus contradicciones que habrían de dar lugar a una disputa de los capitalistas con los trabajadores por el salario y por la ganancia entre los propios capitalistas, mas no a la manera de un diferendo entre malos y buenos sino por la defensa de un interés dado por su lugar en la organización de la producción como reproducción (valorización) y por ende de la organización social.
La producción como reproducción es acumulación ampliada del capital y como tal, es ampliación del mercado de productos y servicios relacionados. Empero, cuando el mercado comprende una progresión técnica sustantiva (revolución tecnológica con extensión a una reorganización del proceso de trabajo y de la producción –revolución industrial–) o a un aletargamiento tecnoproductivo se producen desfasamientos entre las ramas de la producción que conforman el mercado, dando lugar a una crisis que puede ser parcial al ámbito de una rama, nacional o global dada la interconexión sistémica de las variables desatando el forcejeo o rudo combate entre los capitalistas y con los trabajadores.
En el tiempo actual se dan bajo ambas condiciones y manifestaciones. Sobreproducción de unas ramas-empresas-países con subproducción de ramas-empresas-países, se presenta una transposición entre producciones de punta y segregación de producciones marcadas por el rezago técnico y productivo, etcétera, provocando una fuerte concentración que tiene como contrapartida la polarización asimétrica del desarrollo-atraso y la exacerbación de los flujos migratorios como expresión ominosa por consecuencia. Mas esta dinámica podría entenderse, también, como historia repetida sin novedad alguna en el terreno de la economía capitalista.
Sólo que es preciso agregar que esta dinámica se compromete cuando la desproporción de las ramas se enfrenta a una suerte de desgaste-agotamiento en la parte más din@mica, pues congestiona la producción-acumulación con una expresión en el estrechamiento de los mercados, y más aún el corrimiento de una sobrevalorización dineraria, dicho así por facilitar la identificación de la llamada financiarización monetario-especulativa de la economía que se aparta del mercado de productos y servicios relacionados para construir su historia fantástica de éxitos y grandes ganancias al amparo de la centralización, el endeudamiento apalancado por el trabajo futuro y un flujo de mercancías cuyo agobio se muestra en las bajas tasas de crecimiento económico del mundo y las naciones, inflando peligrosas burbujas financieras en adición a la singularidad del momento cifrado por los límites relativos de la frontera tecnológic@.
En pocas palabras, empantanamiento tecnológico y de la producción de nuevos productos, con estrechamiento de mercados y bajo crecimiento económico por consecuencia y, por encima de ello, sobrendeudamiento y sobrevaloración accionaria como bomba de tiempo.
Es en esta complicada situación del desarrollo capitalista que las principales economías se lanzan a una búsqueda de nuevos engranajes para su mejor desarrollo y prevalencia, y de ahí, la guerra comercial del petróleo, el Brexit de los ingleses, la ruta de la seda de los chinos, la tentativa del TPP de los 11 o el intento nacionalista de los norteamericanos, con extensión al amedrentamiento bélico de Corea del Norte, la exhibición militar de los chinos y los rusos o el alarde avieso y siempre amenazador de Donald Trump, medidas todas que dan cuenta de la dificultad y el extravío.
Momento incierto con grandes riesgos que desafían el temple y la visión de los hombres del poder económico y de los gobiernos a la vez que sitúan la presencia (o ausencia) de las sociedades de base reunidas en corporativos, sindicatos, asociaciones, colectivos, universidades, comunidades, pueblos, etc., en una acción que no puede quedar circunscrita a la preferencia y gracia del voto, como se prueba en España, Inglaterra, Grecia, Brasil, Ecuador, Argentina, Chile o los Estados Unidos, que por más que penden de izquierda a derecha y al revés, nomás no salen del atolladero, en clara prueba de un problema que no se resuelve en este ir y venir de las preferencias ni en el color de las opciones electorales, mientras las fuerzas sociales y políticas no se adentren a la comprensión y tratamiento de los problemas de fondo en la actual coyuntura del capitalismo glob@l.
Está bien que se abra el abanico de reivindicaciones y aún las elecciones, pero no sobre la base del gremialismo sin abierta perspectiva universal de cambio y mucho menos de proponer y participar del carnaval electoral de memes y whats apps sobre quién es más honesto o más corrupto, quien es más listo o más malo de maldad, en fin, que mientras se procesan problemas de fondo en la economía del mundo y las naciones, donde se incuban los mayores riesgos de la política y de la confrontación bélica, los mexicanos nos imbuimos en la banalidad y la diatriba del concurso electoral, disculpando con ello que liderazgos sociales y protagonistas de la contienda se desentiendan de la discusión de los principales problemas y con ello se desafanen de su tratamiento dando a cambio de sus vidas ejemplares y sus magnánimas estrategias contra la corrupción o la inseguridad que por lo demás no engranan con las medidas de la transformación económica y la democracia social. (continúa)

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