EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Partidos por la mitad

Florencio Salazar

Agosto 20, 2019

 

El sistema de partidos prácticamente está destruido y no es buena noticia para la democracia. La democracia representativa necesita el acompañamiento de los partidos por su papel de intermediación y la pluralidad que expresa la diversidad de intereses en la sociedad.
La hegemonía política del llamado Partido de la Revolución (PNR-PRM-PRI), tuvo su razón de ser. Asesinado el presidente electo Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles señaló la importancia de pasar de un régimen de caudillos a otro de instituciones.
De manera directa creó la primera institución: el Partido Nacional Revolucionario, a cuya fundación acudió la amplia gama social de la Revolución triunfante. E indirecta, el presidencialismo, entendido como el Ejecutivo fuerte en el ejercicio del poder constitucional. Los ocho años de vida del Partido Nacional Revo-lucionario obedecen al mandato supra constitucional del Jefe Máximo, quien impuso a los presidentes Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez y Lázaro Cárdenas del Río, solo que éste último le salió respondón.
Cárdenas emprende una obra social significativa: masivo reparto agrario, respeto al derecho de huelga e impulso a la educación popular, alcanzando su punto cenital con la Expropiación Petrolera. Desde el inicio de su mandato Cárdenas actúa como presidente de la República y logra una amplia adhesión popular.
Ello explica que hasta la elección de Luis Echeverría (1970) las elecciones para el PRI fueran de trámite. Perder o ceder dos o tres diputaciones federales era insignificante.
En 1976 se enciende el primer foco rojo para el PRI al ser candidato único, sin oposición, José López Portillo. El PAN se niega a registrar candidato y aunque genera divisiones internas y detiene su crecimiento, deja una pregunta significativa: ¿qué democracia tiene México?
López Portillo entiende el mensaje e instruye a su secretario de Gober-nación para que instrumente una reforma política de gran calado. Jesús Reyes Heroles lo hace con pericia y talento, aplicándose a abrir la pluralidad política fundamentalmente a la izquierda. La gradualidad democrática del régimen priista va a crear las condiciones para transferir pacíficamente el poder en el año 2000 al candidato del PAN, Vicente Fox.
Políticamente el momento mexicano ocurre con la existencia de tres importantes organizaciones partidistas en el esquema ideológico y pragmático tradicional: centro (PRI), izquierda (PRD) y derecha (PAN). Las elecciones dejaron de ser un ritual: se organizaron con eficacia y transparencia los comicios, se contaban los votos y se acudía a los tribunales. Las elecciones en México han sido de una calidad envidiable. Entonces, ¿qué pasó?
Ya lo han dicho varios analistas: se acumuló el rencor social, motivado por la desigualdad, la corrupción y la impunidad. Edmundo Flores, en 1970, alertaba de los desafíos que había que enfrentar. En Vieja Revo-lución, nuevos problemas (Ed. J. Mortiz), planteaba la importancia de la modernización nacional para atender, ante el crecimiento demográfico, la creación de puestos de trabajo bien remunerados, que es una manera de distribuir eficazmente el ingreso.
La modernización llegó en la actividad económica con industrias manufactureras que, para ser competitivas en el mercado global, pagan bajos salarios. La desigualdad se mantuvo pero ahora, merced a los medios, se ha hecho más evidente. Por su parte, la política perdió calidad. En el régimen priista los tecnócratas ocuparon espacios partidistas pero los líderes partidistas a cuenta gotas llegaron a la administración pública. El nacionalismo revolucionario entró en decadencia.
El caso de la izquierda es patético por su incapacidad para dotar de vida orgánica a su partido, dividiéndose una y otra vez hasta que Andrés Manuel López Obrador emigró con buena parte de sus integrantes para compactarlos y hacer sumas en Morena. Con sus problemas, pero sólo la derecha se mantiene competitiva en la oposición.
Hasta el día de hoy, los partidos políticos siguen siendo insustituibles. Por desgracia, no se advierte en el horizonte un sistema de pesos y contrapesos que afirme la democracia podándola de sus vicios. No hay que olvidar que la garantía de los derechos políticos, los derechos humanos, de la libertad de expresión, la diversidad sexual, la igualdad de género y libertad de creencia religiosa, es la democracia. Porque en ella se abren los espacios para el debate y el acuerdo.
Grave problema que los partidos políticos, recordando al cantante tropical Tony Ca-margo, estén partidos por la mitad.