EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Pioneros

Anituy Rebolledo Ayerdi

Febrero 17, 2022

 

(Quinta de seis partes)

 

Otro querido amigo que se nos va: Adolfo Van Meeter Roque. Un fuerte abrazo solidario para los suyos. QEPD.

Juliana de Holanda

Prócoro Hernández fue el mesero consentido de los periodistas en el restaurante El Tirol, a un lado de la Catedral, de quienes rechazaba propinas porque, decía, “están más jodidos que yo”. A Prócoro, moreno, doble ancho, risueño, le sucedió algo insólito en un país republicano, fue arrestado por negarle un deseo a una auténtica reina. Expliquémonos.
De visita oficial a la Ciudad de México, la reina Juliana de los Países Bajos pide conocer Acapulco y aquí será atendida por la señora Conchita Macho, esposa del alcalde Ricardo Morlet Sutter. No faltarán quienes adjudiquen el deseo de la soberana a una añeja inquietud. La de conocer el por qué de tantas visitas al puerto del príncipe Bernardo de Lippe Blesterfeld, su esposo, tripulando el lujoso yate real.
Razones, por cierto, bien conocidas y comentadas aquí. Se hablaba de que el soberano padecía un extraño hechizo por las costeñas al servicio de la Casa Rebeca, una famosa casa de citas que presumía ofrecer los mejores derrieres de México. Bernardo asistía a ella todas las noches acompañado invariablemente por el acapulqueño Hilario Martínez, El Perro Largo. En aquellas alturas disfrutaba, además los placeres etílico-sexuales, el máximo de ser llamado Mi Rey por una docena de hermosas mujeres. Una dignidad que jamás había escuchado ni escucharía en Holanda.

Agüita de coco

Luego de la visita obligada a los sitios icónicos del puerto, la soberana expresa sus deseos de visitar tiendas, cumplidos inmediatamente. Terminado el tour en los almacenes del Zócalo, la monarca expresa sus deseos de aliviar su sed, pero caprichosamente con agua de coco. Alguien de la comitiva propone hacerlo en el restaurante El Tirol, a un lado de la Catedral, al que llegan sólo atravesando la calle. La mesa real será atendida por Prócoro, el aludido.
–¡Bienvenidas, señoras! ¿qué puedo ofrecerles?, pregunta el mesero genuflexo y sonriente.
–Para mí agua de coco pero en vaso porque no sabría manejar el recipiente, pide la soberana sonriente.
–Ay, señito, le voy a quedar mal pero el coco no lo trabajamos, pero le puedo ofrecer jugo de frutas y refrescos Yoli o Coca, –se disculpa el mesero.
El rostro de Juliana emperatriz no pierde la bien ensayada sonrisa y ella misma ordena: entonces agua natural pero que no esté fría, siendo imitada por sus acompañantes. Vendrá luego el interrogatorio monárquico sobre Acapulco y su historia provocando el asombro de la dama con la testa coronada. La realeza se retira poniendo en movimiento a medio centenar de custodios disfrazados de billeteros, boleros, pabelloneros, barrenderos y más.

¿Traición a la patria?

Cuando la comitiva se ha retirado, dos hombres fornidos llaman aparte a Prócoro para recriminarle haber negado el agua de coco que pedía la dama. “Debiste correr a buscarlo donde fuera pero nunca negarlo a la soberana ¿Sabes, cabrón, a quien se lo negaste?, ¡a la reina de Holanda!, invitada del señor presidente de la República (banda tricolor mata a corona imperial), pero qué vas a saber tú si sólo eres un pinche mesero”.
Las cosas sin embargo, no terminaron en el regaño. Los dos gorilas aquellos apañan violentamente a Prócoro para subirlo a una patrulla policiaca para luego entregarlo en la comandancia de la 27 Zona Militar en calidad de prisionero. El mesero permanecerá en un pequeño calabozo hasta las 10 de la noche, hora en que llega el general comandante, quien, enterado del suceso, ordena la libertad inmediata de Prócoro. Se disculpa con él y no podrá reprimir un “hijos de puta” para los arbitrarios captores.
Al día siguiente, en El Tirol no se hablará de otra cosa que del arresto de Prócoro quien, por su parte, confesará que por un momento llegó a pensar que lo fusilarían. Sólo ante la mesa de los reporteros lanzará:
–¡Y todo por culpa de esa pinche vieja con nombre de sopa (Juliana). Muy reina, muy reina, pero la cabrona no dejó propina!

Pioneros

Más larga que cualquier lista de aspirantes a puestos de elección popular, la de ejecutivos, cantineros, meseros, garroteros y mozos de hoteles y restaurantes. Debe decirse que muchos de ellos incursionaron en la política postulados por la poderosísima CTM, alcanzando regidurías, sindicaturas y diputaciones locales.
Félix Liera Ortiz, Isauro Chalo Polanco, Salvador Soto, Óscar Meza Celis, Juan Pano de la Barrera, Ignacio e Hildorfo Medina Izazaga, Lucino Loyo Cuevas, Vicente Huerta Castillo, Artemio del Carmen, Luis Hernández, Gilberto y Pedro Sánchez, David Trani Zapata, Tomás Leyva Soto, Bautista Lobato Serna, Pablo Medina, José Ramos Inclán, Carlos Martínez Ochoa, Víctor de la O Cortés, Fidel Tovar Pérez, Agustín Ordaz Bello, Pedro Sánchez Rodríguez, Juan y Gonzalo Wong y Julián Peláez Ramos y Reynaldo Silva Gatica.
Alfredo Valverde Ayala, Luis Martínez Torres, Hermenegildo Palma García, Antonio Farfán, Francisco Elhers, Macario Gutiérrez Aguilar, Salvador Jiménez, Rubén Giles Díaz, Luis Estrada Olea, Abraham Bustos Mendoza, Pedro Arciniega, Daniel Castelar, Agustín Piza, Porfirio Cortés, Conrado Quiñones, Mario Salgado, Benjamín Ochoa, Alfredo Castillo, Manuel González, Luis Hernández, Daniel Castelar, José Quiñones e Ignacio Arista.

Beisbol

Casi todos los hoteles del puerto patrocinaban equipos deportivos a sus trabajadores y particularmente de beisbol por ser el más practicado aquí por una lógica influencia estadunidense. El primer equipo de tal deporte se remonta a los primeros años del siglo pasado, organizado por William Mac Hudson, ciudadano estadunidense afincado en el puerto y tronco de todos los Hudson de aquí. Un primer equipo acapulqueño estuvo integrado por Simón Funes, Sindulfo Navarrete, Juan Calleja, Reginaldo Sutter, José Casís, Agustín Montano, Rufino Rosales, Antonio Casís y Efrén Villalvazo. El puesto de ampáyer nunca nadie se lo disputó a don Mac.
La presencia casi permanente de barcos de guerra de Estados Unidos en nuestra bahía, particularmente durante la Segunda Guerra Mundial, permitirá a los deportistas locales medirse sin “achicopalamientos”, como pedían sus entrenadores, con poderosas oncenas de la marinería gringa. Saúl Moreno, cantinero del hotel Elcano, contaba que cuando estuvo en el hotel Casablanca formó parte del equipo de beisbol y que en una ocasión invitó a un huésped a jugar con ellos. El campo se localizaba en donde hoy se levanta el Auto Hotel Ritz.
–Nunca lo hubiera hecho, lamentaba Saúl. La presencia del gringo estuvo a punto de provocar un desaguisado y no sólo por tratarse de un extranjero en un equipo de mexicanos, sino porque jugaba tan mal como nosotros mismos. Al pobre le llovieron proyectiles y gritos de “¡fuera, gringo maleta”!, y hasta un “¡este pendejo no tiene idea de lo que es el beisbol!”. De vuelta al hotel y al ver nuestra preocupación por lo que había sucedido, el huésped nos reconfortó diciéndonos que en el beisbol profesional solían ocurrir esas y cosas peores. Agradeció a quienes estábamos en el secreto por no haber descubierto su identidad.
–¡Era Joe Di Magio!
Joe Di Magio (1914-1999) es considerado uno de los mejores jugadores de beisbol de todos los tiempos. Tuvo una racha de 56 juegos bateando con un récord que hoy se mantiene vigente. Su mejor batazo fue, sin duda, haber conquistado a Marilyn Monroe, la mujer más apetecible del momento, con la que estuvo casado casi un año.

Más pioneros

Ramón Berber, José Ma. Serrano, José, Fernando y Rubén Barreda Hernández, Mauro Ramírez, Luis López, Manuel Olea Ramos, José y Guillermo Maciel Mendoza, Jorge Abraham, Héctor Borbón, Ángel Tumalán, Sidronio Quintana, José Gama Contreras, Pedro Lagunas, Cornelio Quiroz, José Luis Linares, Daniel Arteaga Villalobos, Juan Montero Torres, Miguel y Jesús Ulibarri, José Doring y Cornelio Quiroz.
Lauro Morales, Lauro y Bricio Mateos, Adolfo Fuentes, Joaquín Camacho, Luis Quintana, Antonio Altamirano, Raúl Jiménez, Jesús Serrano, Salvador Pérez, Ángel Mosqueda, Daniel Zapata, José Sotelo, Manuel Cortina, Arturo Solís, Antonio Perales, Lorenzo Fernández, Leobardo Gómez, Carlos Castro, Pastor Mendoza, José Navarrete, Alfonso Encinas, Heriberto Cuesta, Alfonso Rojas, Antonio Lomelí, Joaquín Esparza y Rafael Rodríguez.

Paraíso

Paraíso se llamó el restaurante de Caleta (más tarde Hotel de la Playa) fundado por don Alejandro García Torres, de ascendencia filipina, y atendido por Manolo Herrera, conocido popularmente como El Rorro. Una larga y sencilla enramada con mobiliario rústico y adornada con motivos tropicales. Allí se sirvieron los más exóticos manjares del mar y el entonador coctel Paradise (dos onzas de brandy, ginebra y de jugo de naranja con gotas de limón, batido con hielo). Desde ese lugar se dominaba la belleza de “la playa coqueta de manso oleaje”, cantada por José Agustín Ramírez, apenas enturbiada por promontorios grises como el palacete del islote y el hotel Costa Verde (sitio donde se levantará en 1950 el hotel Caleta). El centro nocturno Bum Bum, de Beto Barney, hará historia en ese mismo ámbito.

La lista continúa

Benito Peralta, Rubén y Gustavo Fuentes, Fernando Zurita, Julián Zamacona, Mario de la O Figueroa, Ramón Alcaraz, Felipe y José Luis Lara, Odilón López Avalos, Ángel Ramos, Enrique Cruz, Cenorino Quintana, Santiago Arreola, Meinardo Corona, Francisco y Javier Viruel Heras, Antonio y Obdelio Suástegui, Florencio Díaz Moreno, Bulmaro y Cipriano Núñez Soto, Javier Mendoza Galeana, José y Antonio Carrillo, Gustavo Alfonso Sánchez, Alejandro López, Macario Gutiérrez, Hermenegildo Palma, Higinio Sánchez, Genaro García, Martín Arzate, Roberto Cruz, José Cerón, Magdaleno Martínez y Manuel Salgado.
Hermenegildo Palma, Enrique Serna, Francisco Reyes, Carlos Rubio, Iván Trejo, Norberto Rosado, Roberto Venegas, Tomás Tablas, Mario Juárez, Alberto Rodríguez, Porfirio Cortés, Manuel González, Gaspar Rodríguez, Alfredo Castillo, José Alfredo Bueno, Ignacio Hernández, Luis Hernández, Pedro Dorantes, Bonifacio Canseco, Moisés Valencia, Rufino Villalva, José Rodríguez, Frumencio Cisneros, Ignacio Arista, Raúl Cabañas, José Quintero, Anacleto Galán, Cleto Ojeda y Rafael Guadarrama.
Antonio Rentería, Andrés Nogueda, Efraín González, Roberto Nogueda, Juan Martínez, Juan Escudero, Gonzalo Wong, Félix Carreto, Diego Pérez, Ramón Alcaraz, Mario Jiménez, Isidro Alcaraz, José Alcaraz, Jesús Juárez Guzmán, Elías Rodríguez, Liborio Cuevas, Ceferino Andrew, José Gutiérrez Solís, Francisco Ocampo, Manuel Fierro, Juan Hernández, Leonel Guevara, José Revilla, Manuel Herrera, Félix Ayala, Benjamín Ochoa y Rubén Fuentes.