EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Plaza Artz y las mafias ocultas en México

Silber Meza

Julio 27, 2019

Éramos dos reporteros frente a un consultor europeo especializado en crimen organizado trasnacional.
Nos contó que en México la mafia era mucho más que los cárteles del narcotráfico que conocemos, como el de Sinaloa, el del Golfo, Los Zetas, Jalisco Nueva Generación, los Beltrán Leyva, entre tantos otros; en este país también habitan mafias europeas que en buena medida se dedican a lavar dinero. Por ejemplo, en Jalisco –mencionó–, la mafia canadiense tiene una tajada de la hotelería de Puerto Vallarta, o en Cancún cohabitan grupos de italianos, rusos o españoles; en Ciudad de México es sabido que los colombianos controlan un mercado de microcréditos ilegales.
Estamos acostumbrados a hablar de las mafias mexicanas del narco, de la trata, de las armas, pero no nos preguntamos sobre las mafias extranjeras que regularmente operan en un nivel menos territorial y más financiero: ellos se enfocan en el dinero. Recordemos el caso en 2007 de Zhenli Ye Gon, una persona chinomexicana a la que le fueron decomisados 205 millones de dólares procedentes del crimen organizado, según se informó de importaciones de efedrina, un componente que se utiliza para elaborar droga ilegal.
Ye Gon vivía en Las Lomas de Chapultepec, una de las zonas más caras y exclusivas de la capital mexicana, lugar donde tradicionalmente vive buena parte de las familias adineradas del país. El inmueble ahora está a punto de ser rematado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador; estiman que puede costar entre 30 y 40 millones de pesos.
El miércoles 24 de julio dos hombres fueron asesinados en un restaurante de la plaza comercial Artz Pedregal, en Ciudad de México. El caso es aún confuso, e incluso oscuro. Cuando se dio a conocer la información, el secretario de Seguridad capitalino, Jesús Orta, se apresuró a decir que se trataba de un crimen pasional.
De acuerdo con la información que ha sido publicada en la prensa local e internacional y la que han dado a conocer las autoridades capitalinas y la federal, los asesinados eran Alon Azulay, de 41 años, y Benjamín Yeshurun Sutchi, de 44 años. Ambos israelíes, y ambos con antecedentes penales.
Los perpetradores serían un hombre delgado con un arma larga y una mujer identificada como Esperanza Gutiérrez que portaba una peluca, aunque se cree que en el operativo participaron unas cinco personas. Ella trató de escapar a pie, y mientras corría aventó su peluca rubia y diversas prendas, pero fue detenida por policías locales; él se abrió paso con disparos y huyó en un coche acompañado de otro hombre que también iba armado.
Fue un ajuste de cuentas entre la mafia, al menos esa fue la segunda versión de la autoridad capitalina. Otro de los mensajes que se han filtrado a la prensa es que los israelíes asesinados estaban involucrados en operaciones de apuestas en casinos, y eso ocasionó problemas en México.
El caso apenas muestra sus primeros reportes de fondo, de realidad, pero queda claro que la operación internacional en México es de alto nivel.
Otro dato que no se puede dejar pasar es su presunta relación con otro israelí: Erez Akrishevski, un presunto líder criminal que acaba de ser extraditado a Israel y que en México vivía en el fronterizo estado de Sonora, pero que fue detenido mientras se hallaba en Cancún.
El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal, Alfonso Durazo, confirmó que el doble homicidio se relaciona con la disputa del lavado de dinero.
La mafia internacional opera en México, y lo hace a gran escala, con bajo perfil, sin llamar la atención. Lo hacen los chinos, los italianos, los canadienses, los israelíes, los colombianos, etcétera. Y lo hacen porque en México ha existido una estructura lista para ser utilizada por cualquier mafia, la estructura de la corrupción.
Mientras este sistema de corrupción –integrado por policías, políticos, alcaldes, gobernadores, contadores, abogados– no sea desarmado, podrá ser rentado por cualquier mafia oculta que tenga el dinero y la ambición suficiente.