Marcial Rodríguez Saldaña
Octubre 29, 2020
Este domingo 25 de octubre, se realizó un Plebiscito (Consulta Popular) en Chile, para preguntarle al pueblo si aprobaba que haya una nueva Constitución y quienes deberían de elaborarla.
1.- La participación del pueblo chileno en formas de democracia directa o participativa no ha sido recurrente, sin embargo las veces que lo han hecho ha sido para tomar decisiones muy trascendentes, que han marcado su historia política.
Como antecedente de ello, encontramos que el 5 de octubre de 1988, estando en el poder el dictador Augusto Pinochet, se realizó un plebiscito para que el pueblo decidiera si se mantenía o abandonaba el poder. El resultado fue muy halagador para la democracia, puesto que el 54.71 por ciento de los ciudadanos votaron por que ya no continuara Pinochet y el 43.01 por ciento por que se mantuviera. Fue una fiesta democrática, un ejemplo para el mundo, en razón de que en forma pacífica se ponía fin a una dictadura atroz, que cometió innumerables crímenes y violaciones graves a los derechos humanos, que había asaltado el poder público mediante un golpe de Estado, que provocó la muerte del presidente Salvador Allende.
Ese plebiscito dio lugar al inicio de un proceso de transición a la democracia en Chile, a la elección periódica del Presidente de la República y del Congreso Nacional –senadores y diputados– mediante voto universal, libre y secreto.
2.- El plebiscito es una forma de democracia directa que consiste en una consulta al pueblo para tomar decisiones políticas relevantes –en México se ha adoptado la figura de Consulta Popular– en cambio, el referéndum también es una consulta pero para la aprobación de leyes.
El plebiscito del domingo pasado en Chile tiene su origen en la multitud de protestas estudiantiles, populares durante el año 2019, que produjeron un estallido social, a causa de las desigualdades sociales.
Para evitar una crisis social y política irresoluble, se llegó a un acuerdo para que fuese el pueblo quien directamente resolviera los conflictos de fondo mediante el plebiscito. Los resultados arrojaron que hubo una participación del electorado del 50.90 por ciento, del cual el 78.27 por ciento votó a favor de que se elabore una nueva Constitución. En cuanto a quien elaboraría la nueva Constitución hubo dos propuestas, una de los conservadores que planteó que fuese una comisión mixta –la mitad electa y la mitad designada–, que fue rechazada, y la otra que todos fuesen electos, que fue avalada por el 78.99 por ciento de los votantes, lo cual implica la elección de una Asamblea Constituyente el próximo 11 de abril del 2021.
3.- La Constitución vigente de Chile proviene de la dictadura de Pinochet. El plebiscito de 1988 sólo resolvió poner fin a la dictadura –que fue algo histórico– pero no previó un nuevo orden constitucional. Han existido alguna reformas constitucionales importantes como las que se previenen en el artículo 5º, que establece que la soberanía reside en la nación y que su ejercicio se realiza por el pueblo a través del plebiscito –a diferencia de México, Chile reconoce la democracia participativa como un derecho colectivo, mientras que en México se mantiene como un derecho individual; la existencia de un Tribunal Constitucional. Sin embargo, no contiene temas importantes como los de: el modelo de Estado, Derechos Humanos, Derechos de los pueblos indígenas, derechos sociales, económicos, culturales y ambientales, los derechos a la salud y educación y tendrán que resolver el asunto de las jubilaciones y pensiones que son muy bajas para quienes menos recibían ingresos, esto a causa de las privatizaciones.
4. -El plebiscito chileno desencadena un proceso constituyente que habrá de culminar con un nuevo plebiscito a mediados de 2022 para aprobar la nueva Constitución y dotarla de legitimidad. El plebiscito en este país sudamericano demuestra que las posiciones conservadoras y ortodoxas del constitucionalismo están superadas, toda vez que han sostenido que las constituciones no pueden perder su vigencia, que son hechas para siempre, que no se debe convocar a Asambleas o Congresos Constituyentes para que elaboren nuevas constituciones.
Por otra parte, se corrobora que las posturas conservadoras que temen a la democracia participativa también están superadas, que por el contrario, la democracia participativa es una forma adecuada para consultar al pueblo y ayuda a resolver temas críticos de trascendencia nacional.
En México, la Suprema Corte de Justicia de la Nación –mayoría de ministros– han asumido una postura congruente al aprobar la constitucionalidad de una consulta popular a realizarse en agosto del 2021, con lo cual se dará inicio a la democracia participativa en la Cuarta Transformación de México.
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