Anituy Rebolledo Ayerdi
Marzo 23, 2017
Cómo duele perder amigos. Los más recientes, Leonel García Guillén y Paco Escudero, hombres buenos que, por serlo, ya descansan en paz
La vaca y el tigre
Cuentan que una comisión de campesinos de la Costa Chica se entrevistó alguna vez con Juan R. Escudero (dirigente del Partido Obrero de Acapulco (POA) y alcalde porteño en dos ocasiones), para quejarse del maltrato que recibían de los caciques regionales. Particularmente del representante de las casas españolas de Acapulco (dueñas de vidas y haciendas en ambas costas), quien utilizaba la báscula para robarles sus cosechas. ¿Qué hacemos, Juan?, demandaron.
Juan nos les dio una respuesta directa pero sí metafórica.
–Vamos a suponer, señores, que una tarde sacrifican entre todos ustedes una vaca y la cuelgan de un horcón para cortarla y repartirla. Sucede que como ya es muy tarde y no han terminado la tarea, la aplazan para el día siguiente. La res queda colgada a la intemperie lo que aprovecha el tigre que ronda el pueblo para dar cuenta de ella. No les deja ni un bistec.
–¿Qué pensarán ustedes del tigre?
–¡Pues que el maldito animal nos dejó sin comer durante muchos días, Juan!
–¿Alguno de ustedes tiene alguna idea de lo que les correspondería hacer en este caso?
–¡Sí, Juan: partirle toda su madre al tigre!
–¿Si lo saben entonces para que piden consejo?
Los mismos campesinos visitan semanas más tarde al líder acapulqueño. Le informan:
–¡Con la novedad, Juan, que el tigre ya se murió y ora sí estamos muy bien!
Francisco R. Escudero. La historia de Juan. Editorial Sagitario, 2010
Hacia El Veladero
Frente a la injusticia general en las costas de Guerrero, los hermanos Amadeo y Baldomero Vidales toman de nuevo las armas, esta vez con Feliciano Radilla. Esta vez proclaman el “Plan de El Veladero”, el 6 de mayo de 1926, con la destacada participación del ex jefe zapatista Pablo Cabañas (tío de Lucio Cabañas). El documento recibe tal nombre porque se proclama en el cerro acapulqueño, cuartel general del Generalísimo Morelos en 1810. El plan contenía entre otras exigencias:
La expropiación de los latifundios, el reparto agrario, la expulsión de los españoles de Acapulco y la nacionalización de los bancos.
Radilla, Vidales y Cabañas encabezan al día siguiente el asalto a la fábrica de aceites y jabones La Especial, propiedad de los gachupines Fernández, teniendo como respuesta un contraataque del general Silvestre Castro, quien se puso al lado de los gobiernistas y de los españoles.
En la refriega es herido Amadeo Vidales, obligando a los rebeldes a huir hacia la Costa Grande. En Atoyac saquean la fábrica de hilados de El Ticuí y el 27 de septiembre, también del año 1926, toman por asalto San Jerónimo de Juárez. La guarnición militar del 67 Regimiento, que defendía el pueblo, se refugia en la torre de la parroquia de San José. Para desalojarlos, los rebeldes hacen una gran fogata con bonotes de coco alimentada con grandes cantidades de chile seco. La llegada oportuna de la guarnición de Atoyac de Álvarez hará huir a los atacantes.
A partir de esa fecha, Vidales, Radilla y Cabañas dominarán la sierra guerrerense. Su influencia se extenderá hasta Tierra Colorada, por el lado del río Papagayo, donde en marzo de 1927 se apoderan de la Secretaría de Comunicaciones, amenazando con tomar Chilpancingo. El 27 de agosto de 1927 disparan sus armas en contra de la Comisión Nacional de Caminos, cerca del “Salto Valadez”, por el lado sur de la capital del estado. Ahí llamaron a los peones a incorporarse a la lucha contra el gobierno que había dado muerte a Baldomero Vidales, en el mes de marzo anterior, cerca de la laguna de Coyuca de Benítez.
Un año y medio después de aquellas acciones llegó a Guerrero el coronel Sánchez Tapia, quien se entrevistó con Vidales y Radilla. Posteriormente, el 27 de enero de 1929, logró rendirlos con ciertos ofrecimientos del presidente Emilio Portes Gil. El 20 de febrero se indultaron Pablo Cabañas, Pablo Herrera y 72 de sus soldados. En total se rindieron 497 vidalistas entregando 385 armas.
José C. Tapia Gómez. Feliciano Radilla Ruiz, un líder natural costeño. UAG-CEHAM, 1992
El Mercado Central
“Hay calle de caza donde venden todos los linajes de aves que hay en la tierra (…), hay casas como de boticario donde se venden medicinas hechas, así potables como ungüentos y emplastos (…). Cada género de mercadería se vende en su calle sin que entrometan otra mercadería ninguna y en esto tienen mucho orden. Todo lo venden por cuenta y medida excepto que hasta ahora no se ha visto vender cosa alguna por peso (…)”.
Así describe un maravillado Hernán Cortés el mercado de Tlatelolco de los aztecas, en carta dirigida al rey Carlos V (1555). Fue este el primer mercado de Mesoamérica con naves o pasillos especializados en cada una de las mercancías que se ofertaban. Hasta el día de hoy, el modelo de mercado inventado por los aztecas perdura en todas las regiones de México con ligeras variantes, pero en lo esencial es el mismo: una plaza “donde hay continuo mercado y trato de comprar y vender”.
Acapulco tiene una antiquísima tradición de mercados que comenzó con el arribo de las llamadas naos de China. Hace unos 200 años existió el gran Parían donde se comercializaban todas las mercancía que llegan de ultramar junto con los productos locales. De aquí salían las exóticas mercaderías orientales que se vendían en la capital de la Nueva España: preciadas especias, telas, frutas, animales e incluso esclavos.
Con el paso de los años, las naos dejaron de llegar a Acapulco, y el lugar donde antaño se instalaba el Parián, se convirtió en un tianguis rústico donde se vendían toda clase de productos de la región. Ubicado en la Plaza Álvarez fue destruido en 1907 por un terremoto de 7.9 grados, junto con toda población. Se le traslada a la calle Zaragoza (hoy Escudero) donde un alcalde militar le mete pico y pala porque, según él, “apestaba a caca”. Más tarde se le ubicará en las calles de Mina y Velázquez de León, conocido como El Parazal, que verá la transformación de Acapulco de pueblo apacible a ciudad en desordenado crecimiento.
El mercado central de Acapulco que ahora conocemos se fundó el 20 de noviembre de 1968. En 1996 el gobierno interino de Ángel Aguirre Rivero planteó una remodelación, poco antes de que un incendio acabara con los locales comerciales. Allí se levantó un año más tarde la nave que hoy se conoce como el nuevo mercado. Un nuevo horizonte para Guerrero.
Mercado Central de Acapulco, leve memoria de los días. Gobierno del Estado de Guerrero, 2011 -2015. Alejandra Frausto, directora del IGC, Citlali Guerrero, coordinadora. Textos de Edgar Pérez y Antonio Salinas ilustrados con más de cien fotografías –de excelentes a extraordinarias–, de Karina Tejeda, Eric Miralrío, Pedro Pardo y Arturo Crispín.
La igualdad de género
La semana pasada en la capital del estado se inauguró el primer juzgado familiar especializado en violencia contra la mujer. Una pequeña victoria hacia la concreción de las exigencias sociales en aras de la equidad de género.
Antes, el 8 de marzo, se celebró en todo el país el Día Internacional de la Mujer, un reconocimiento tan insuficiente como alharaquiento para el ser sobre el que ha girado la responsabilidad divina de dar vida. La mujer que más ha sufrido a lo largo de la historia de nuestra especie. Si bien podemos identificar episodios de gran sufrimiento y exterminio para el género masculino, son ellas las que en toda época y lugar han padecido y siguen padeciendo los mayores estigmas sociales.
La lucha por la equidad de género aún tiene muchas batallas por lidiar y es muy probable que en algunas de ellas se sigan arriando banderas. No podemos por ello perder de vista que, al día de hoy, en varios países africanos las mujeres son víctimas desde niñas de una cruel mutilación genital. De igual forma, en el Medio Oriente se mantienen vigentes leyes que contemplan severos castigos físicos contra las mujeres que, por ejemplo, usen pantalones en la calle o trajes de baño en las playas.
Pero no vayamos tan lejos. En las calles de nuestro país las damas se enfrentan cotidianamente a un alud de conductas lesivas a su dignidad y entre ellas los otrora clásicos y delicados “piropos”, convertidos hoy en una justificación de hostigamiento sexual. Y ni se diga en el campo laboral e incluso familiar.
Finalmente, de aplicarse la ley al pie de la letra, serían hoy cosa del pasado las conductas hostiles y denigrantes de un género para otro.
Termino con las palabras de Estela Hernández durante la ceremonia en la que el PGR se disculpó con las indígenas Jacinta Francisca Marcial, su madre, Alberta Alcántara Juan y Teresa González. Disculpa pública por haberlas mantenido cuatro años en la cárcel acusadas del “secuestro” de cuatro agentes de la policía judicial.
“Hasta que la dignidad se haga costumbre”, dijo Estela en tal ocasión.
Una breve reflexión sobre la equidad de género. “A mi madre, incansable servidora pública, ejemplo de amor, honradez, compromiso y sobre todo de vida”.
Salvador Hernández Garduño (sobrino nieto del columnista). Marzo de 2017.