EL-SUR

Martes 20 de Mayo de 2025

Guerrero, México

Opinión

Política (dependiente del) exterior

Humberto Musacchio

Mayo 05, 2016

Claudia Ruiz Massieu Salinas de Gortari acaba de borrar dos enunciados fundamentales de la política exterior mexicana: la no intervención y, como consecuencia, la autodeterminación de los pueblos que, a su entender, no pasan de ser meros criterios “que deben adaptarse a las circunstancias de un mundo que cambia aceleradamente”.
Al inaugurar el seminario México global: intereses y principios de política exterior, la canciller rechazó que México viole los principios de política exterior al pronunciarse sobre la situación de otro país, pues a su juicio “los principios tienen una función rectora, no definitoria”.
Lo que explica el abrupto cambio de política exterior, de acuerdo con la señora Ruiz Massieu, es que “los acontecimiento de los últimos 25 años han creado nuevo entendimiento, consensos y valores en el mundo en el que los asuntos no son solamente cada vez más globales, sino también más intermésticos” (sic que aboga por la no intervención de quien redactó su discurso).
Con sus palabras, doña Claudia profundiza la línea de entreguismo a Washington que empezó a transitar su antecesor Jorge Castañeda, el hijo, quien no entregó la Baja California porque no la pudo arrancar del territorio nacional, pero se afanó en mostrarse como un obsecuente criado del State Department, como ocurre ahora con quienes tienen en sus débiles manos el timón del país.
La no intervención y la autodeterminación de los pueblos fueron elevados a la categoría de principios en legítima defensa. Una y otra vez Estados Unidos trató de embarcarnos en sus aventuras bélicas y con la misma insistencia el Estado mexicano se había zafado de esa pretensión gracias a esos enunciados que los países que no son potencias levantan como un escudo político y moral contra los propósitos hegemónicos de los más fuertes.
La canciller dijo que “la comunidad internacional… es cada vez menos tolerante a que un Estado, o bien, otro actor no estatal, pueda cometer crímenes contra su población”, y eso, a su juicio, no constituye una intervención condenable. En efecto, para el actual gobierno “mexicano”, si es la potencia del norte la que actúa como juez y parte en el plano internacional, por ejemplo de Irak o en Afganistán, nada hay de condenable. Ah, pero si es Rusia la que mete las narices en Chechenia, entonces el coro occidental se desgarra las vestiduras y levanta como bandera la no intervención.
Cuando la política exterior mexicana alcanzó mayores alturas fue durante el sexenio de Lázaro Cárdenas, tiempo en el que nuestros representantes condenaron la intervención de Italia en Abisinia, la anexión por Alemania de los Sudetes o la agresión de las potencias fascistas contra la República Española. Y entonces, como hasta hace unos días, México sostenía en los foros internacionales la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, que nada tienen que ver con la indiferencia o la complicidad con las potencias agresoras.
Pero, como dice la canciller de Peña Nieto, las cosas han cambiado, y mucho. Desde el nefastísimo sexenio de Ernesto Zedillo –para más señas empleado de una empresa gringa a la que benefició como presidente– se ha ido renunciando a la soberanía al dejar que en México actúen policías españoles, estadunidenses y de otras nacionalidades.
Con Fox las cosas llegaron a extremos ridículos de servilismo hacia Washington, como ocurrió con las estupideces cometidas contra Cuba y Venezuela, países de los que ninguna agresión hemos recibido. Pero con Calderón y su guerrita particular contra el narco las cosas empeoraron para los mexicanos y se siguió perdiendo la idea de patria de quienes carecen de matria. Ahora, con el regreso de un PRI travestido, que sería irreconocible si no fuera por su reiterada vocación cleptómana, cada vez son más los asuntos que se abordan y resuelven –si se resuelven– al gusto de los que mandan en Washington.
Bonito papel hará México en los foros internacionales en defensa del intervencionismo de unos países en los asuntos de otros, porque de eso se trata. Y podemos imaginar a la sobrina del tío arguyendo que los países débiles deben soportar las agresiones sin chistar, porque debemos responder a la nueva realidad mundial y aceptar el papel de criados del imperio, como si México no tuviera una historia tan duramente escrita rechazando siempre la agresión externa, cosa que por supuesto ignora doña Claudia.