Humberto Musacchio
Octubre 20, 2016
El desprecio por las mejores tradiciones de nuestra política exterior, la más que evidente inmadurez de la actual canciller y las decisiones de un gobierno sin brújula tienen altos costos para México. Lo prueban los alineamientos sin ton ni son, la incapacidad para eludir compromisos lesivos, la malhadada invitación a Donald Trump y ahora, si hiciera falta, el voto de México en la UNESCO y una rectificación que empeora las cosas.
El pasado día 13, el Consejo Ejecutivo de la UNESCO resolvió, por 24 votos a favor, seis en contra y 26 abstenciones, una resolución que niega todo vínculo entre el Monte del Templo y el judaísmo. El acuerdo fue promovido por Palestina con el apoyo de siete países mayoritariamente musulmanes: Egipto, Argelia, Marruecos, Líbano, Omán, Catar y Sudán.
Como es obvio, el sentido de la resolución carece de todo sustento histórico, pues la presencia judía en Jerusalén tiene una antigüedad de por lo menos tres mil años y el cristianismo de dos mil, en tanto que el Islam apareció en esa parte del mundo hasta el siglo VII de la era contemporánea. De ahí que Irina Bokova, directora general de la UNESCO, hiciera una declaración para recordar a todo mundo que “Jerusalén es la ciudad sagrada de las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam” y que el papel de la organización internacional “es fomentar el espíritu de tolerancia y de respeto a la historia.”
La delegación mexicana ante la UNESCO conocía perfectamente tales antecedentes y según DiarioJudío.com, Andrés Roemer, nuestro embajador ante el organismo internacional, “trató de influir y convencer… desde hace días” para que México no votara a favor de la propuesta palestina, en lo que evidentemente no tuvo éxito. Es más: a la hora de la votación, Roemer, para más señas judío, se retiró del salón de sesiones y nuestra delegación votó de acuerdo con una orden llegada de México, lo que resulta esquizofrénico, pues hace unas semanas Enrique Peña Nieto asistió al sepelio de Shimon Peres en Israel y ahora hace suyo un pleito ajeno.
De acuerdo con lo publicado por Adina Chelminsky en el Huffington Post (tomo la versión de Carlos Puig aparecida en Milenio), ella se comunicó con Roemer, quien le habría dicho: “En lo personal no estoy de acuerdo con la decisión de México en la votación, no sólo por razones religiosas, sino por el contenido de la resolución y la falta de información con la que se tomó la decisión”.
Pese a lo anterior, según el comunicado donde se anuncia que México cambia su voto por abstención, la Cancillería ha cesado a Roemer “por no haber informado diligentemente y con acuciosidad del contexto en el que ocurrió el proceso de votación”. El mismo documento informa que la canciller “solicitó al Órgano Interno de Control una investigación pormenorizada para esclarecer y deslindar, con todo rigor, las responsabilidades de los funcionarios que intervinieron en este tema, específicamente en lo que toca a las instrucciones que se giraron desde México a su Representación ante la UNESCO sobre el sentido del voto”.
Como es obvio, Roemer no tomó la decisión en favor de la propuesta islámica, pero Relaciones Exteriores lo convierte en chivo expiatorio antes de establecer claramente quién decidió el voto mexicano. Por otra parte, al cambiar la Cancillería su voto, esta vez por abstención, queda mal con todos, pues no reprueba la absurda tontería que contiene la resolución y la UNESCO se niega a aceptar el cambio.
Del comunicado de la SRE se desprende meridianamente que Claudia Ruiz Massieu Salinas no tomó la decisión de que México votara junto a los enemigos de Israel. Peor todavía es que ni siquiera sepa quien emitió la orden de votar en sentido tan absurdo y comprometedor. No es remoto que la instrucción haya salido de Los Pinos, que va haciendo costumbre no tomar en cuenta la opinión de la canciller, a la que ni siquiera los senadores respetan, pues el mismo día de la votación en la UNESCO, la secretaria de Relaciones Exteriores se presentó en el Senado, donde había sido citada, y los senadores ahí mismo cancelaron la comparecencia.
Por lo pronto, una consecuencia inmediata del voto mexicano es que en la madrugada del viernes 14 de octubre, varios desconocidos penetraron ilegalmente en la sinagoga Agudas Ajim, en la colonia Condesa, templo donde causaron daños y dejaron pintas contra los judíos.
Con su torpeza, el gobierno mexicano fomenta el antisemitismo.